'Sex Education Film Festival', cine para ayudar a los jóvenes a romper tópicos

El cine gusta porque emociona, hace reír, y entretiene. Pero a la vez tiene el potencial de abrir delicadas compuertas a través de sus historias y de convertirse en una herramienta para abrir miradas y conversaciones. Por este tipo de cine apuesta el 'Sex Education Film Festival'. Del 6 al 11 de febrero, presenta en el Cinema Catalunya de Terrassa (Barcelona) una selección de 40 cortometrajes con potencial para remover estigmas y estereotipos que suelen colarse en el vacío que la educación sexual deja.

Una carencia en el desarrollo que “no solo afecta a adolescentes”, remarca Nadia Gumà, codirectora del festival, y que “implica, y amplifica, problemáticas sociales como la violencia de género”. Para contribuir a fomentar sexualidades más conscientes, equitativas y satisfactorias, Gumà, a cargo de una tienda de bienestar sexual junto a Iván Albacete, profesor de secundaria, impulsaron este festival de cine, que llega a la tercera edición.

Unos 2.600 adolescentes, con algunos de sus docentes, así como otras personas adultas, pasarán por las sesiones programadas. “En el cine, como en todos los productos audiovisuales, el sexo está muy presente, pero a menudo no muestra realidades”, plantea Gumà. Por ello, los cortos seleccionados en el 'Sex Education Film Festival' son creaciones que destacan por su capacidad de mostrar “realidades diversas y no estereotipadas”.

Algunos centros educativos participarán por primera vez en esta actividad cultural, aunque la mayoría de los 15 institutos inscritos repiten la experiencia. “Es una actividad complementaria y una herramienta para que el profesorado trabaje la educación sexual; incluso hay algunos centros que nos han pedido más información para abordar después del festival las temáticas que hayan visto en los cortos”, cuenta Gumà.

Hasta el momento, la presencia de la educación afectivosexual en el sistema educativo ha dependido fundamentalmente del voluntarismo del profesorado, aunque, sobre el papel, se ha reconocido como herramienta fundamental en la prevención de la violencia machista y es obligatoria en todos los niveles educativos.

En los últimos años, con el creciente alcance de las demandas feministas, la predisposición del profesorado a incorporar la educación sexoafectiva ha ido creciendo también. A la vez, lo ha hecho la persecución de los proyectos educativos que atienden esta parte de la vida. Partidos de ultraderecha y organizaciones fundamentalistas han lanzado campañas de comunicación y judicialización contra el despligue de la educación sexual en centros educativos.

Uno de los ejemplos recientes es la campaña de Vox en Catalunya a finales de año, ante el despliegue de Coeduca’t, un programa del Departament d’Educació que tiene que llegar a todos los centros educativos del país, como medida para prevenir la violencia machista y lograr un sistema educativo libre de sexismo.

“Cada vez se problematiza más la falta de educación sexual porque crece la consciencia de los problemas que implica”, expone Gumà. Ahora bien, la pornografía aún es “el primer contacto que muchos adolescentes tienen con la sexualidad”, remarca. De hecho, así lo advierte el informe de Save The Children '(Des)información sexual: pornografía y adolescencia', que detecta que más de la mitad de los y las adolescentes que ven contenidos pornográficos se inspiran en ellos para sus propias experiencias.

Una situación que, advierte esta organización, sin herramientas sobre consentimiento y autonomía del cuerpo, puede llevar a los y las jóvenes a “normalizar prácticas violentas y de riesgo”. También, a reforzar imaginarios discriminatorios o excluyentes en torno a la diversidad de cuerpos, sexualidades e identidades de género.

Este informe, publicado en 2020 y en el que participaron más de 1.700 chicos y chicas de entre 13 y 17 años, señala que casi la mitad (48%) de adolescentes que habían consumido pornografía la validan como fuente de aprendizaje sobre sexualidad. Para 3 de cada 10, la pornografía supone la única fuente de información. “Durante generaciones, se nos ha dicho que es vergonzoso hablar de sexualidad, pero estamos viendo que los más jóvenes están más abiertos a hablar y son más receptivos a escuchar”, afirma Gumà.

Más de 250 cortometrajes fueron presentados para participar en la tercera edición del 'Sex Education Film Festival'. De los 40 seleccionados, la mayoría son creaciones de mujeres. Entre ellas, directoras de trayectoria diversa y que con sus historias activan reflexiones para revisar la desigualdad de género -también en el placer-, reivindicar la diversidad, prevenir prácticas de riesgo para la salud y desnormalizar violencias.

Ver para conocer, conocer para replantear(se)

Cuando la trabajadora de la limpieza del instituto se encuentra llorando a la hija de la directora y le cuenta que está embarazada, el baño del centro se convierte en escenario privilegiado para compartir “información necesaria”: “No tenerla lo único que hace es generar riesgo para la salud física y mental, especialmente de las chicas”, defiende Bea de Silva, directora de este corto, 'Tula'.

Es una de las historias seleccionadas con más recorrido. Ha sido candidata a los Premios Goya y calificada para los Oscar. Su creadora afirma que, además de la vida por el circuito de festivales, querría que su trabajo tenga una en los colegios. “Me gustaría que permita a educadores utilizarlo para romper el hielo y empezar un debate con las y los jóvenes, ya que el objetivo del corto es bien claro: que la gente hable de experiencias personales”, añade.

De Silva remarca la capacidad de las representaciones audiovisuales de “desestigmatizar” y que tener contenido audiovisual posibilita “ir asumiendo cosas que, si no vemos, parece que no sea normal que nos pasen”. “Entonces cuesta más hablar de ello, por lo que tiramos de fuentes de información que pueden ser peligrosas”, plantea la directora.

La historia de tres amigas que pasan juntas los últimos días de verano y, con algunas cervezas encima, abren la veda de las experiencias de violencia sexual, es la propuesta de 'Les tres gràcies', el primer corto de Lena Castell. Un relato del silencio que sigue a la violencia sexual, a la vez que una reivindicación del derecho a no perder vida tras las agresiones.

Castell cuenta que, pese al manto sensible que cubre el relato, ha sido creado desde la rabia. “Hay que hablar para superarlo”, afirma. Defiende que, pese al dolor, se tiene que ver que las mujeres pueden seguir adelante, “riéndose, hablando de masturbación, de sexo, haciendo el día a día”.

Según la última macroencuesta de violencia machista de la Conselleria de Interior, presentada en diciembre, la violencia sexual es la forma de violencia que más han sufrido las mujeres, en más de 6 de cada 10 casos registrados. En Catalunya, 8 de cada 10 mujeres han sufrido algún tipo de violencia machista a lo largo de la vida. La franja de edad en la que más se sufre, entre los 30 y los 49. La segunda en porcentaje, entre los 16 y los 29.

“Cada persona elige con qué se queda de las piezas que ve, que son miradas, son ejemplos, permiten ver realidades distintas y entender cosas, pero en todo caso genera algo en las personas que lo ven”, considera Castell. “Creo que el cine es un medio espectacular para incidir desde el entretenimiento, porque no quiero que la gente se aburra mientras hablamos de un tabú”, añade.

Del 6 al 11 de febrero, por las mañanas se proyectarán los cortos seleccionados para el público más joven, mientras que por las tardes se proyectarán las sesiones de cortometrajes para personas adultas. Entre estos, 'Mi primera opción', de Carlota Callén, una reflexión sobre las desigualdades a través de la conversación sobre sexo oral entre dos amigas.

Si bien el cine no puede enseñar a las personas lo que deben hacer, para Callén, quienes lo crean pueden apostar por “plantear preguntas” y contribuir a construir imaginarios. Entre otros, aquellos en los que la violencia contra las mujeres y su cosificación no se relacionen con algo excitante. “Es necesario mostrar relaciones con igualdad, respeto y entrega”, defiende la directora.