“Al cru i al nu veig la cobdicia,
sa evidència maligna, el perllongat
abús pactant ganàncies perilloses
a espatlles de qui sua famejant.
Veig el delicte sens condemna,
l’ofensa sens defensa, el dol pujant
costeres i tristures, i l’angoixa,
asclar-se contra el tràfec terrenal.“
Matilde Lloria, Almansa- València.‘Veig on anem’, 1960
Los países para sobresalir han de pagar su peaje. La patronal CEV no es una pieza suelta del puzle, sino que forma parte esencial del engranaje y no debió fallar en la sinergia. La patronal valenciana es imprescindible. Dentro del proyecto de regeneración territorial que necesita el País Valenciano para desempeñar el papel que le corresponde –en la península Ibérica, en Europa y en la escena internacional– es prioritaria la actitud y la voluntad de los empresarios para ejercer con plenitud su misión. Lo que se entiende como una ‘patronal’ no es suficiente y resulta lastrada por la limitación conceptual. ¿Un empresario es tan solo un empleador? ¿Los 400.000 empresarios del País Valenciano se dedican únicamente a proporcionar y a negociar convenios sobre el trabajo de sus asalariados? ¿Por qué ha fracasado la Confederación Empresarial Valenciana CEV cuando cumple 48 años de existencia?
Fracasar para crecer
Estos interrogantes y muchos más, nos darían la clave de un quehacer truncado a lo largo de las diversas épocas y vicisitudes por las que ha atravesado la principal organización empresarial valenciana. Hoy se debate en una pugna desenfocada por la presidencia de la CEV y el empeño en preservar principios tan limitados como la unidad, la continuidad, la unanimidad o la aclamación para evitar las urnas. En la lucha se camina hacia el acierto y la idoneidad. Hace años conocí a un gran empresario valenciano, Federico Lis Ballester. Todo un ‘señor’ que fundó y presidió la Federación Española de Exportadores de Cítricos con sede en Hernán Cortés,4 de València. Consiguió ser líder indiscutido de su sector por su talante liberal y porque ponía cada año, cuando se acercaba la Navidad, su cargo a disposición de la asamblea de su organización. Nunca tuvo un adversario y dejó la presidencia cuando quiso por motivos de salud.
Relevo
Desvelada la candidatura adelantada de Vicente Lafuente, presidente de FEMEVAL, se están anunciando las propuestas apresuradas para las tres patas provinciales de la CEV: Alicante (César Quintanilla de UEPAL), Castellón ( el tándem compuesto por Luís Martí de ASHOTUR y Carmelo Martínez de ACTM para vicepresidente) y la continuidad de Eva Blasco para València). Por encima de las personas están los proyectos. Muy significativamente el replanteamiento de un esquema de trabajo y de relación interterritorial caduco. Que no sirve para superar los desafíos que tienen planteados la economía y el colectivo empresarial valenciano.
Provincianismo
El primer reto es superar las diferencias de criterio entre los tres socios de la CEV. En la que urge esclarecer la confusión de sus siglas y la inconveniencia de su lectura desde los complejos provincianos. ¿Somos o no somos valencianos en todo el ámbito autonómico? El Regne de València nunca estuvo troceado por provincias. Convención primaria, reciente y depersonalizadora del siglo XIX. Su autor: el ‘afrancesado’ Javier de Burgos (1933).
El mejor plan
El segundo reto es aclarar y resolver si la CEV tiene un proyecto explicable y entendible de organización empresarial moderna para liderar y orientar la economía valenciana hacia buen puerto en el contexto internacional. Entre los ejemplos españoles se puede encontrar las pautas para destacar, servir a todas las empresas del territorio y estimular a las unidades de negocio y a sus asociaciones, para que se sientan representadas por su cúpula empresarial incuestionable.
Grandes y pequeños
El tercer reto consiste en adecuar los posicionamientos y objetivos de CEV a las distintas dimensiones de sus asociados. El tamaño de las empresas condiciona sus necesidades. La CEOE se ha consolidado como organización poderosa, siempre alerta para influir en la política económica de los gobiernos a los que ‘vigila’ en asuntos macroeconómicos. Olvidando las necesidades de las empresas mayoritarias, medianas y pequeñas.
Entre CEOE y el modelo catalán /vasco
El cuarto reto es equiparar su estructura, bien a la CEOE que incluye inexplicablemente a CEPYME, o bien a otras organizaciones empresariales de territorios donde se diferencia entre las grandes empresas y las pequeñas y medianas. Es el caso de Catalunya con FOMENT ( grandes) y PIMEC (pequeñas), o en Euskadi donde se ha canalizado la representatividad empresarial por CONFEBASK (liderada por las grandes) y un ecosistema de apoyo público-privado liderado por la Agencia de Desarrollo Empresarial, SPRI ,que gestiona la Red Enterprise Network para conectar las pymes con los mercados europeos. Está respaldada por la Agencia Vasca de Innovación – en el recuerdo nuestro IMPIVA que fue desmantelado por los gobiernos autonómicos del PP y que nunca fue resucitado en los ocho años de gobiernos del Botànic (PSOE-Compromís)--.
Horizonte comarcal
El quinto reto es de replanteamiento territorial para reordenar los sectores y los espacios comarcales de acuerdo con el sentido común, las afinidades de actividad y la voluntad de empresarios y ciudadanos, de las distintas zonas de la geografía autonómica. Las comarcas existen y se empoderan a pesar de la obstrucción ‘oficialoide’. Los habitantes de las comarcas se sienten incómodos e incomprendidos con los condicionamientos provinciales que carecen de incardinación coherente. Ignorar las comarcas es contraproducente para el natural desarrollo económico.
Quien paga manda
El sexto reto consiste en abrir las ventanas de la situación económica de la CEV. Garantizar su viabilidad mediante fuentes de ingresos confesables, estables, ayudas y subvenciones –ahora chantajeadas con amenazas de los políticos de PP (Carlos Mazón) y Vox– . Conviene aclarar a los empresarios por qué se ha vendido la antigua sede de CEV en la calle Músico Peydró de València y dónde han ido a parar los millones de su venta. La CEV que no forma parte de la Administración institucional – a diferencia de las Cámaras de Comercio, dependientes de la Generalitat-– sí que reciben subvenciones públicas, que merman su independencia. Se equiparan a los sindicatos mayoritarios (Administración Institucional), que sí reciben su aportación anual fijada en los presupuestos. La asignación fija a la CEV se consiguió durante la presidencia de José Vicente González. Fue quien canceló la deuda, mediante derramas a los asociados, con la Generalitat, por sanciones y multas generadas por su exsecretario general Luís Espinosa Fernández durante la presidencia de Jiménez de la Iglesia.
Independencia
El séptimo reto debería ser garantizar la independencia de la organización en dos vertientes: la primera, con respecto a las empresas que se ha consentido que pertenezcan directamente a la entidad mediante el pago de una cuota, que les da derecho preferente con voz y voto en las elecciones. Que se explique cómo y quién tiene derecho a voto en los comicios y a la hora de tomar decisiones. La segunda vertiente y muy principal, es la vinculación a los partidos y a los gobiernos políticos de derecha. Según su proximidad o alejamiento en las posiciones a adoptar, para que nunca afecten a los intereses de los empresarios asociados ni condicionen su libertad de opinión, expresión y asociación.
Sin cristalizar
Octavo reto: es la limitación de mandatos para que una misma persona no pueda eternizarse en la presidencia de CEV. Cambio reciente que no parece adecuado a los tiempos presentes ni conveniente para la necesaria renovación de ideas y personas en las directrices y en los cargos de cualquier entidad, sometidas a las circunstancias cambiantes. La rotación de personas, sectores, sensibilidades y objetivos es necesaria. Siempre debe someterse a la voluntad mayoritaria de los asociados.
Autocrítica
Noveno reto: afrontar con valentía y capacidad de autocrítica, la historia de la organización, las decisiones equivocadas, los errores y sus desviaciones con el fin de iniciar una etapa de refundación. Necesaria, no sólo para los empresarios, sino también para la sociedad valenciana. La que debería tener en las organizaciones empresariales cohesionadas uno de sus pilares fundamentales para el desarrollo de la economía y el progreso de sus habitantes. En muchos casos, consumidores o empleados en las unidades de negocio que no acaban en un concepto miope y patrimonial de la propiedad. Solidaridad.
No es un castillo
Décimo reto: es la exigencia de interconexión. Recientemente se ha presentado en la sede de Foment del Treball, en Barcelona, el libro ‘¿Cómo se crea cultura?’, una obra impulsada por CEOE (Confederación Española de Organizaciones Empresariales) en colaboración con la Fundación Ortega- Marañón, El estudio resalta la importancia de la cultura en las sociedades, en la formación y en la vida de los empresarios. Con capítulo aparte para el volumen de negocio que se mueve directa o tangencialmente en el mundo de la cultura. Con creciente implantación y brillantes resultados económicos. Hace años tuve que trabajar con Arturo Virosque, presidente del Transporte en CEV y presidente de la Cámara de Comercio de València. Le aconsejé la vinculación de la Cámara de Comercio con el amplio mundo de la Universidad y me contestó: “Ni hablar, esos( los universitarios) son sectarios, retrógrados y catalanistas”. Ahí se acabó la propuesta. La CEV no puede actuar como si fuera un castillo inexpugnable. Los empresarios valencianos han sido y son grandes profesionales conectados con el conocimiento y el comercio exterior. Actividad que exige dominio de idiomas y la adecuación a comportamientos cosmopolitas en la apertura y mantenimiento de mercados. En otras épocas y en éstas, los empresarios mandaron y envían a sus continuadores a estudiar al extrtanjero, donde el día de mañana tendrán que ser competitivos y demostrar su capacidad. Si los empresarios se ocupan y se preocupan sólo por sus asuntos particulares. Si se encierran en sus sectores y ambiciones inmediatas, y se olvidan del resto del mundo que les rodea, al que se deben por múltiples razones, acaban siendo empresarios ineficaces y deficientes. Tóxicos para su entorno.
Patronales y democracia
Las organizaciones empresariales nacen con la democracia en 1977. De mucho antes son las Cámaras Oficiales de Comercio, Industria y Navegación. Cuando en 1886, cancelados los gremios, precisamente ’por antiguos’, la Reina María Cristina, a propuesta del ministro de Fomento, Eugenio Montero Ríos, lanzó el decreto fundacional de las Cámaras por la inexistencia de interlocutores empresariales –no se encontraba organizaciones empresariales– con los que relanzar la economía española. Poco antes de la crisis del 98 y de que Joaquín Costa leyera en el Ateneo de Madrid (1901) su memoria de 792 páginas sobre “Oligarquía y caciquismo como la forma actual de gobierno en España; urgencia y modo de cambiarla”. Durante la dictadura franquista se impuso la modalidad pseudo- emprendedora dentro del Sindicato Vertical que se llamó la Vicesecretaría de Ordenación Económica al servicio del Régimen.
La unidad, mito o excusa
La Universidad hispana ha contado con mentes brillantes y estudiosos que han precisado el papel de CEOE, la organización estatal en la que se integra la Confederación Empresarial Valenciana (CEV). En el libro sobre corporativismo, dirigido por Salvador Giner y Pérez Yruela se confirma la excesiva ansiedad de los grandes empresarios por presentarse ante la sociedad como una fuerza unida. La patronal CEOE necesita reivindicar la figura del empresario con capacidad de influir dentro del Estado. La defensa exclusiva de sus intereses llevó a CEOE a erigirse como una sola patronal. A costa de liquidar al único grupo que podía eclipsar la unidad como principio: la pequeña y mediana empresa, las pymes. El precio que la economía y la sociedad españolas ha pagado por ese planteamiento monolítico es “la dificultad para integrar en una sola organización intereses tan diversos y a veces contrapuestos”. Por este motivo la cúpula de CEOE y sus filiales son incapaces de defender los intereses específicos de sus afiliados –industriales, agricultores, comerciantes, del sector servicios o del naviero– “y se mueve más en el ámbito de las grandes declaraciones de principios – la macroeconomía–, la representación simbólica de la subcultura empresarial, la influencia en las elecciones definiéndose –directa o indirectamente– por el apoyo a partidos de la derecha y la participación en la negociación de los pactos sociales”-- firma de convenios colectivos–. CEOE ejerce más como lobby o grupo de presión, que en la faceta irrenunciable de volcarse en el día a día de las empresas, necesitadas de asistencia del movimiento asociativo para sobrevivir.
Nuevos tiempos
Esta es la encrucijada a la que tendrá que enfrentarse – si todo rueda como está previsto– Vicente Lafuente, quien ha resumido su tarea a partir del 6 de noviembre para “liderar los nuevos tiempos”. Esta voluntad implica cambios profundos en la organización y no limitarse a modificar alguna cosa para que todo siga igual. Para lograrlo se necesita valor y determinación sin concesiones. Rodearse del mejor equipo, aún a riesgo de que sus colaboradores superen al presidente en cada una de sus especialidades. Un líder nunca teme a quienes le secundan. Cuando estos triunfan y convencen con su eficacia, el plan de actuación de la entidad gana en credibilidad y se supera a sí mismo a la vez que prevalece en el tiempo. Un compromiso ingente.