Ximo Puig 2027

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Dicen, se dice, que vivimos tiempos acelerados, que todo cambia muy rápido y que el gran peligro es quedarse rezagado. Así lo he sentido a veces cuando, por pereza o desidia, he renunciado a estar al día en tantas cosas, sobre todo en la presencia en el ya no tan nuevo espacio público presidido por las redes sociales.

Tengo la sensación de que, en realidad, esta aceleración es solo aparente. En un ágora saturada de participantes, reales o ficticios, lo que nos ha desbordado es más bien la inmediatez y la riada de mensajes, de interacciones, de opiniones y de exabruptos.

El devenir real de las cosas, el ritmo de la Historia sigue su curso. En la antigua Roma sucedió lo que los historiadores han llamado el año de los cuatro emperadores. ¿A qué velocidad cabalgó Europa entre el 14 de julio de 1789 y Waterloo? Pensemos en la Rusia de 1917 en adelante o en todo lo que ocurrió en España entre el 14 de abril de 1931 y el 1 de abril de 1939.

De vuelta a casa y un poco más cerca de la actualidad no observo que los acontecimientos vayan con prisa. Francisco Camps tardó dos años en caer por el 'caso Gürtel', Mariano Rajoy también aguantó años al frente de un gobierno podrido, como su partido, por la corrupción y encharcado de cloacas malolientes. Carlos Mazón va para nueve meses preñado por la mayor tragedia contemporánea del País Valenciano y no parece dispuesto a parir.

La vida sigue, no para todos, y cada vez parece más claro que lo que el President lleva en la panza, más allá de los restos no digeribles de la ingesta del Ventorro, es un elefante que nacerá en mayo de 2027. Un parto que puede parecerse al de los montes y alumbrarnos un pequeño ratón si la izquierda no actúa de eficaz comadrona.

En otro momento trataré del enmarañado asunto del espacio situado a la izquierda del PSPV. Hoy me interesa el papel de partera del principal partido de la oposición en les Corts.

Ximo Puig es lo mejor de que dispone su partido para encabezar el cartel de las próximas elecciones autonómicas

Si han leído el título del artículo ya saben cuál es la conclusión. No tengo el talento de Hitchcock para el suspense pero sí el del cuñado tópico para lo obvio. Ximo Puig es lo mejor de que dispone su partido para encabezar el cartel de las próximas elecciones autonómicas. Aún voy más allá: Ximo Puig sería el mejor candidato a la Presidencia del Gobierno de España en el caso de una defenestración de Sánchez. Pero esa es otra canción, como diría el añorado Javier Krahe, que, tal vez, componga otro día.

Vuelvo a casa de nuevo y afirmo que Ximo Puig es el mejor candidato porque de las figuras actualmente disponibles es la única que se sostiene en el suelo por su propio peso. El resto (Diana Morant, Pilar Bernabé y, quién sabe si Rebeca Torró) se yerguen mediante anclajes de la marca Pedro Sánchez, cuyos remaches pueden saltar por los aires tras cualquier inopinada racha de viento en la pesadísima atmósfera madrileña.

Sobre el peso de Puig y el hecho de que es suficientemente grávido como para no depender del dedo divino que crea y destruye a su antojo no voy a extenderme. Me remito a los ocho años al frente del Consell de la Generalitat y solo apunto a que estoy convencido, como muchos otros, de que su gran error fue no adelantar las elecciones y dejar que, de nuevo, el destino de los valencianos quedara ligado a las riñas dentro de las redacciones, estudios de radio y televisión, sedes de partidos y otras casas de lenocinio mediático y político que unen cualquier punto de la M30 con la Puerta del Sol. En ese radio y en ese momento, el debate, por llamarlo de alguna manera, se centraba en dilucidar si Pedro Sánchez era Lucifer o Cristo Salvador. El País Valenciano, Ximo Puig y su gestión eran, por lo tanto, irrelevantes.

Un Consell de izquierdas futuro será de coalición o no será

Ocho años dieron para muchos aciertos y también para errores, dudas, miedos y renuncias. Ximo Puig presidió gobiernos compuestos con partidos y personas muy diferentes y consiguió, con la colaboración de todos, que estas coaliciones perduraran hasta el último día. Y un Consell de izquierdas futuro será de coalición o no será.

Pero, más allá de lo ya demostrado en el manejo de un Gobierno plural y la gobernación de un país complejo, existe una convicción que creo compartir con muchos de mis compatriotas: el 29 de octubre de 2024, Ximo Puig y todos sus consellers y colaboradores hubieran estado tomando decisiones que habrían salvado centenares de vidas. Ximo Puig habría estado a la hora exacta y en el lugar exacto haciendo exactamente lo que le tocaba hacer: gobernar.