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Ahorradores de energía, un aparato entre el fraude y la inutilidad

Un supuesto ahorrador de energía

Cristian Vázquez

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Las exorbitantes tarifas que las facturas de la electricidad han alcanzado en los últimos tiempos han llevado a mucha gente a preguntarse por posibles formas de abaratar esos números. Existen medidas reales y efectivas para lograrlo, y también hay artilugios que prometen resultados “milagrosos” y que en realidad no sirven para casi nada.

Hablamos en concreto de los llamados “ahorradores de energía”, productos también comercializados bajo rótulos que anuncian “energy saver” o “electricity saving box”. Son unos artefactos que tienen la apariencia de un ambientador de enchufe y que prometen reducir “hasta en un 90%” la factura de la luz.

Tal ahorro se conseguiría, según los propios fabricantes, a través del mero hecho de conectar este pequeño aparato a la red eléctrica. En teoría, eso permite eliminar los picos de tensión y redistribuir la energía residual que se genera en los hogares para que así pueda utilizarse. ¿Hay algo de cierto en todo esto?

Cuánto puede bajar el consumo en la factura de la luz

Tal vez lo más conveniente, en primer lugar, sea recurrir al sentido común. Si de verdad un aparato apenas más grande que un cargador de teléfono móvil, y que se vende por entre 15 y 30 euros, tuviera la capacidad de reducir hasta en un 90% la tarifa de electricidad, estaríamos hablando de un producto ciertamente revolucionario.

De hecho, así es como se anuncia en muchas webs, foros, grupos de Facebook y otros espacios similares: algo de lo cual “las compañías eléctricas tienen miedo” y “no quieren que te enteres”. Lo cierto es que -como se ha anticipado- estos artefactos no cumplen lo que prometen: ni siquiera se aproximan a ello.

Una reducción del 90% en la factura del modo en que los fabricantes describen resulta virtualmente imposible, por la sencilla razón de que el monto que paga cada usuario no depende solo del consumo.

Más del 70% del total de la factura corresponde a peajes, cargos e impuestos, y apenas una cuarta parte de ese total depende del consumo. Y es esta la parte sobre la cual, en teoría, los “ahorradores de energía” podrían actuar. ¿Pueden actuar?

“Ahorradores” que no ahorran nada y hasta aumentan el gasto

En toda red eléctrica existe algo llamado energía reactiva, una suerte de energía “fantasma” que “no se consume ni sirve para calentar”, como explica la web de la empresa Gesternova. Se suele utilizar el ejemplo de la cerveza: la energía reactiva sería como la espuma, que amplía el volumen total pero no se puede beber.

Sin embargo, como esta energía debe ser transportada, las compañías cobran un cargo por ese transporte. Pero ese cargo solo se cobra a empresas (que la generan en grandes cantidades), no a usuarios domésticos. Los contadores hogareños no miden esa energía y, por lo tanto, los clientes particulares no pagan por ella.

En consecuencia, los “ahorradores de energía” no representan ahorro alguno, ya que no evitan que la energía residual se genere y tampoco es posible reutilizarla. A lo sumo, como contienen un condensador, podrían reducir de forma muy ligera la intensidad de la corriente que circula por los cables. Pero su efecto en la factura prácticamente casi nulo.

Dado que ese condensador es muy pequeño, tampoco resulta una protección efectiva contra picos de tensión importantes. Peor todavía: como explica la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), “lejos de ahorrar, recurriendo a uno de estos aparatitos se gasta más dinero”.

¿Por qué se gasta más? Por dos razones. La primera, el gasto que supone comprarlos. Si bien no es tanto dinero, son entre 15 y 30 euros que no tendrán ninguna utilidad. La segunda razón es que, al estar enchufados, mantienen encendida una pequeña luz y se tornan uno de esos vampiros energéticos que siempre conviene evitar.

Ya en ocasiones anteriores, los expertos de la OCU habían advertido sobre la inutilidad de estos aparatos, a los que consideran “un engaño”. A tal punto son un engaño algunos de estos productos que directamente se promocionan a través de textos y fotos falsas.

Así lo comprobó Newtral, una plataforma dedicada a la verificación de informaciones, que halló que las fotos de los supuestos creadores de la compañía fabricante de los “ahorradores” mostraba, en unos casos, a unos empresarios que en realidad no tenían nada que ver con este producto, y en otros casos simplemente eran modelos.

Medidas que sí funcionan para bajar la factura de la luz

Lamentablemente, no hay milagros ni soluciones mágicas para bajar la tarifa de la luz. Pero sí existen algunas medidas efectivas y que se pueden aplicar para reducir ese gasto. Las principales son las siguientes:

Buscar una buena tarifa.

En este sentido, es importante tener en cuenta no solo la empresa proveedora de electricidad, sino también cómo varían las condiciones y qué diferencias implica ser cliente del mercado energético regulado y ser del mercado libre.

En la primera parte del año, la factura de los clientes del mercado libre (que tienen tarifa fija) se redujo en un promedio de un 4,6%, mientras que la del mercado regulado subió una media del 6,9%. Sin embargo, un análisis más preciso de la situación demuestra que estas tarifas, pese a todo, siguen siendo más bajas.

Y además los clientes del mercado libre tendrán que poner mucha atención en el ajuste de tarifas que, en cuanto puedan, realizarán las empresas energéticas. En ese momento notarán el efecto real que tendrán sobre sus cuentas las actuales subidas del precio de la luz.

Contratar la potencia apropiada.

En función de cuántos aparatos se conectarán al mismo tiempo conviene contratar más o menos potencia. Para una casa pequeña y con pocos electrodomésticos, puede ser suficiente una de 3 kilovatios (kW) o incluso menos, mientras que una grande y con alto consumo puede requerir 6,9 kW o más.

Aprovechar los tramos horarios

Si se forma parte del mercado regulado (o de un plan con tarifa fija pero con discriminación horaria), hay que aprovechar los horarios. En esos casos, el consumo por la noche y durante los fines de semana es más barato que en las horas punta, por lo cual conviene organizarse para utilizar más energía en los períodos en que cuesta menos.

De estas formas, sí se puede lograr un ahorro verdadero -y en ciertos casos significativo- en la tarifa del a luz, pero no a través de productos que carecen de toda eficacia, pueden hacer que el gasto sea todavía mayor y, en última instancia, constituyen una pieza más que irá a parar la ya enorme montaña de basura electrónica.

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