Cómo cuidar los discos desmaquillantes reutilizables para que duren más libres de microbios

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Eliminar los restos de maquillaje, así como las impurezas que se acumulan a lo largo del día, tendría que ser una acción de obligado cumplimiento si se quiere mantener la piel en un estado óptimo. Hacerlo con los productos adecuados es esencial, no solo para conseguir una piel sana sino también para evitar imperfecciones como granos o poros obstruidos. El desmaquillante, por tanto, es algo esencial que no podemos olvidar para que nuestra piel respire.

Empujados por un ritmo de vida acelerado, muchas veces obviamos esta parte de la higiene y, en otros muchos casos, para hacerlo más ágil, solemos optar por alternativas rápidas, como los discos de algodón desmaquillantes.

En la mayoría de los casos, se usará uno de estos discos para los ojos y todavía otros dos más para el resto de la cara. Un uso diario que, al final de la semana, puede convertirse en una cantidad de discos bastante elevada. En concreto, puede llegar a suponer, como media, el uso de hasta 60 discos al mes por cada persona que los utiliza, según la organización Ecoembes.

De acuerdo con la Asociación Española de Abastecimiento de Agua y Saneamiento (AEAS), cada español usa al año más de 15 kilos de toallitas desmaquillantes de los que, proporcionalmente, más de nueve se tiran a la basura. Los otros seis irán a parar al inodoro, lo que supone un fuerte impacto ambiental, además de un gasto económico muy elevado. 

Según la Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense (FDA), las toallitas están hechas de una combinación de materiales, muchos de los cuales no son biodegradables. Pero el desmaquillado es fundamental para la salud de la piel, que debe transpirar, así que no es recomendable saltarse este paso. 

Ante este panorama, y como ha sucedido también en muchos otros ámbitos, las marcas de belleza y cosmética estrechan la mano a nuevos conceptos y formas de vivir sin producir residuos, como el que nos ofrece el concepto zero waste, es decir, la corriente que apuesta por la ausencia de desperdicios y por el uso de productos que no generen residuos.

Fruto de este cambio, la cosmética nos ofrece más y nuevos productos en formato reutilizable, como los discos desmaquillantes, una opción con menos impacto en el medio ambiente, tan o más efectivos que los desechables pero que deben saber utilizarse si queremos que cumplan con su función limpiadora.

Desmaquillantes reutilizables, efectivos si se usan bien

Aunque las alternativas en el mercado son variadas, en general se trata de discos de tejidos especiales y suaves. Están compuestos casi en su totalidad por fibras, en la mayoría de los casos poliéster, o mezclas de poliéster y poliamida, así como fibra de bambú; con capacidad para atrapar, succionar y arrastrar las partículas de maquillaje, según informa la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).

Se trata de un producto resistente y muy fácil de usar, eficaz para retirar el maquillaje, la suciedad, la grasa y las células muertas del rostro: aunque no siempre es necesario, en algunos casos es suficiente con humedecerlo un poco con agua templada o con el producto de higiene habitual que solemos usar y pasar por el rostro y cuello en movimientos circulares, siguiendo el mismo proceso que seguiríamos con un desmaquillante convencional. Una de las ventajas es que se pueden volver a empapar si es necesario y limpiar hasta que se elimine todo el maquillaje.

La mayoría de estos discos desechables tienen una doble cara: una más suave para las zonas más sensibles como los ojos y otra de microtoalla para un efecto peeling y una limpieza más en profundidad. 

Las toallas son elaboradas en la mayoría de los casos con un material hipoalergénico, no contienen compuestos como alcohol o fragancias y, por tanto, son más respetuosas con la dermis. Pueden usarse en cualquier tipo de piel, aunque sean sensibles y delicadas y con tendencia a irritarse, porque se reduce el riesgo de reacciones alérgicas.

En ocasiones, y tras retirar el maquillaje, sería recomendable lavar la cara aplicando algún limpiador para eliminar del todo cualquier resto que haya quedado en la piel. Sin dejar de lado, como recuerda la Academia Española de Dermatología y Venerología (AEDV), la hidratación para restablecer la función barrera, siempre eligiendo la textura adecuada a nuestra piel, la estación del año y el clima en el que nos encontramos.

¿Cómo debemos lavar las toallitas o discos desmaquillantes reutilizables?

Una de las claves para que estos discos desmaquillantes reutilizables cumplan al 100% con su función es que, tal como reconoce la OCU, “hay que cuidarlos para que funcionen bien y duren lo más posible”. Debemos tener en cuenta que, de no hacerlo, la proliferación de microbios podría desencadenar problemas como infecciones oculares.

Es importante que, para que esta función limpiadora sea efectiva, estén limpios y secos. Así, tras usarlos, es fundamental eliminar cualquier resto de rímel y otros residuos de maquillaje. La mayoría de estos desmaquillantes aceptan el lavado a máquina, preferiblemente dentro de una bolsa de ropa y a temperaturas a partir de los 40ºC.

La mayoría de fabricantes nos animarán a meterlos en la lavadora, especificando la temperatura más adecuada y si es conveniente o no usar suavizante, pero obviando muchas veces que, antes de hacerlo, es recomendable eliminar cualquier resto de suciedad que haya podido quedar adherida.

Esto deberemos hacerlo a mano antes de introducirlos en la lavadora, porque son restos que cuesta eliminar. También podemos optar por el lavado a mano, con agua y jabón. Como siempre, es clave seguir las instrucciones de lavado para usar la opción más óptima.

Tan o más importante es el lavado como el secado. Podemos hacerlo introduciendo el desmaquillante dentro de una toalla limpia o entre los pliegues de un papel de cocina. De esta manera, absorberán mejor la humedad y se secarán más rápido.

Aunque puede ser que la inversión inicial sea un poco más costosa que la opción tradicional, debemos tener en cuenta que muchas de estas toallitas aguantan hasta mil lavados y que su vida útil puede variar entre los dos y los cuatro años.