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Termofobia, ¿se le puede tener un miedo irracional al calor?

Ola de Calor

Cristian Vázquez

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El listado de las fobias existentes es vastísimo. Son centenares los distintos tipos de temor intenso e irracional que mucha gente experimenta hacia cosas que representan poco o ningún peligro real. En ConsumoClaro ofrecimos hace tiempo un listado de diez fobias increíbles que padecen más personas de las que imaginas. A esa lista se podría añadir una que aparece en esta época del año: la termofobia, el miedo irracional al calor.

Tal como sucede con muchas otras fobias, es importante destacar que no se trata de un simple disgusto o desagrado ante una determinada situación, en este caso las altas temperaturas. Una fobia es un trastorno de ansiedad, como también lo son los trastornos de pánico, los obsesivos-compulsivos (TOC), los de estrés postraumático y los de ansiedad generalizada. De esa forma los clasifica la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.

Síntomas de la termofobia

Por eso, el calor puede ser molesto e incluso poner de malhumor, irritable y fastidiosa a una persona que prefiere las épocas del año de más bajas temperaturas. Pero eso no implica una fobia. Alguien termofóbico padece síntomas más graves: reacciones físicas (sudoración, temblor, dificultad para respirar, taquicardia, sensación de opresión en el pecho, náuseas, etc.) y psicológicas (sensación de pérdida del autocontrol, de que va a desmayarse, etc.). 

Estas reacciones pueden derivar en un ataque de pánico o de ansiedad, y todos esos síntomas pueden manifestarse no solo cuando la persona se encuentra en efecto en un ambiente de mucho calor, sino con solo saber que deberá afrontar esa situación en el futuro o incluso con solo imaginarlo. 

En 2014, un estudio llegó a la conclusión de que una de cada diez personas sufre una fobia al clima severo. Aunque se basó en una muestra pequeña (298 personas adultas, distribuidas en 43 estados de Estados Unidos), la investigación sirvió para señalar que la meteorología no es un factor irrelevante al momento de pensar en las causas de esta clase de trastornos.

Entre las fobias al clima severo se pueden enumerar varias, como el temor irracional a las tormentas eléctricas (brontofobia), a las nubes (nefofobia), a los huracanes (lilapsofobia), a la nieve (chionofobia) o al frío (criofobia). Y por supuesto también la termofobia, al calor.

Posibles causas del miedo irracional al calor

¿Por qué una persona puede desarrollar una fobia al calor? En algunos casos, se produce por haber sufrido una experiencia traumática relacionada con el calor, como una insolación, un golpe de calor o quemaduras muy intensas en la piel causadas por los rayos del sol. Puede suceder también que el acontecimiento no haya afectado a la persona directamente, sino a algún ser querido (a uno de los progenitores, a un hermano, a un hijo), y que allí radique el origen del temor irracional.

Por cierto, las quemaduras ocasionadas por los rayos del sol también derivan a veces en un tipo de fobia parecido pero diferente: la heliofobia, el temor irracional al sol. Una complicación de este tipo de trastorno es que quienes lo sufren suelen padecer también un déficit de vitamina D, un nutriente para cuya producción el organismo necesita la exposición a los rayos solares.

La termofobia, por lo demás, puede no derivarse de eventos traumáticos relacionados en sí mismos con el calor intenso. También puede deberse a una asociación inconsciente (por ejemplo, haber recibido una mala noticia un día de mucho calor podría ser el origen de una termofobia), e incluso podría haber una predisposición genética en ciertas personas a padecer este tipo de mal.

Tratamiento de la termofobia

Algunas fobias son bastante sencillas de eludir. Por ejemplo, para alguien que sufre coulrofobia –el miedo irracional a los payasos–, no debe costar mucho mantenerse alejado de esos personajes. Incluso quienes sufren amaxofobia (miedo a conducir vehículos) o aerofobia (miedo a volar) a menudo pueden elegir no enfrentarlas. Sin embargo, con el calor no es tan fácil. El verano y las temperaturas no dan respiro.

Si la termofobia impone tantas limitaciones que no permite llevar una vida normal, conviene acudir a la consulta de un psicólogo en busca de ayuda. En general, no existe un único tipo de tratamiento para las fobias, aunque se suele recurrir a las terapias de exposición, que ayudan al paciente a confrontar, aumentando muy poco a poco las dosis, aquello que le genera el temor irracional. 

También a las cognitivo-conductuales (que buscan que la persona comprenda las razones de ese temor y, a partir de comprenderlas, pueda dejarlas atrás). Para situaciones específicas en que las fobias hacen sentir sus síntomas de manera intensa, en ocasiones los médicos recetan fármacos, aunque también existen algunos remedios naturales a los cuales es posible recurrir con el objetivo de combatir la ansiedad.

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