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Cómo hacer leche de soja en casa

Foto: bigfatcat

Jordi Sabaté

Rafael, lector y socio de eldiario.es, nos envía la siguiente petición en un correo electrónico: “estoy interesado en producir mi leche de soja en casa. ¿Tenéis consejos sobre el método o advertencias sobre la higiene del proceso que queráis compartir conmigo y otros lectores en un artículo? Os agradecería que de mencionarme, utilizaseis un seudónimo, como 'Rafael Dorado de Madrid'. Por cierto que soy socio y gran lector de los artículos de vuestra sección”.

La soja es una leguminosa que se caracteriza por las propiedades de su fracción proteica, que además de ser alta contiene todos los aminoácidos esenciales para el metabolismo humano. Este hecho la hace ser muy apreciada en buena parte del mundo, especialmente en Asia, donde se la utiliza tanto para consumo directo en forma de leche -en realidad zumo- como en forma de fermento conocido como miso, o como tofu si la leche está cuajada.

Tanto es así que en las culturas del extremo oriente los derivados de la soja vienen a ser una suerte se sustitutos de los derivados lácteos en la dieta tradicional. En Occidente los productos derivados de la soja han penetrado gracias a las filosofías veganas y vegetarianas, pudiéndose encontrar a nivel comercial desde la citada leche de soja a hamburguesas de tofu más o menos ortodoxo, así como miso liofilizado o bien envasado al vacío.

Sea como fuere, muchas personas prefieren obtener estos productos de forma natural, al igual que se hace en Oriente, dado que su elaboración no es compleja en absoluto. Así que atendiendo a la petición de Rafael, hemos indagado sombre diversas formas de obtener la leche de soja, que sería el material primario para después obtener o bien tofu o miso. Hay numerosas variantes para acelerar el proceso si se tiene prisa o ralentizarlo si se quiere obtener la máxima extracción de las propiedades de la semilla de soja. Hemos copiado una metodología intermedia

Proceso para obtener leche de soja

Para obtener medio litro de leche de soja precisaremos de un colador, una olla, una trapo limpio y sin rastros de jabón -si se ha lavado en lavadora se mojara repetidamente con agua-, agua y medio kilo de semillas de soja secas amarillas, además de una licuadora o una batidora de mano. Existe una variante de semillas verdes, pero debe descartarse. El primer paso será rehidratar las semillas.

Para ello las colocaremos en la olla y la llenaremos de agua durante aproximadamente 24 horas, durante las que iremos cambiando el agua cada seis a ocho horas, para depurarla de las impurezas que la semilla pueda verter, así como de microorganismos. Se recomienda usar agua embotellada de manantial para evitar el olor a cloro, pero en realidad el cloro se evapora a partir de las dos horas y deja de dar sabor al agua.

Una vez rehidratadas, observaremos que las semillas no solo se han ablandado sino que han aumentado aproximadamente tres veces su tamaño; muchas de ellas presentarán un aspecto rajado por la apertura de su cáscara. No nos debe preocupar. Tomaremos aproximadamente la mitad de las semillas y las mezclaremos con algo menos de medio litro de agua. Las batiremos en la licuadora o con la batidora de mano en un recipiente adecuado para ello durante tres minutos aproximadamente.

Repetiremos la operación con la otra mitad y uniremos las dos partes en un recipiente, que puede ser la misma olla. Veremos que se nos forma una pasta blanquecina y lechosa a la vez que grumosa por la suspensión de partículas sólidas provenientes del triturado. Colocaremos el trapo encima del colador, cubriendo su superficie, y colaremos sobre ambas capas la pasta acuosa. Recogeremos el colado en un nuevo recipiente. 

En el trapo nos quedará una pasta que podemos exprimir para sacar el resto de líquido y que es el conjunto de restos sólidos. La tiraremos a la fracción orgánica o bien la podemos aprovechar para compostaje; incluso existen recetas veganas que aprovechan esta pasta. De todos modos cuidado que no esto no es el tofu. En el recipiente nos quedará el líquido blanco colado, que es la pre-leche de soja.

Para cerrar la operación podremos a hervir este líquido durante diez minutos en una olla lo bastante grande para que no se salga y mientras hierve iremos pasando el colador para eliminar la espuma que se forma en la superficie. Al cabo de diez minutos observaremos que se forma una tela similar a la que queda en la leche hervida, procedente de una fracción proteica desnaturalizada. La retiraremos y nos quedaremos con el líquido hervido, que es la leche de soja definitiva.

La podemos verter en una botella y guardar en la nevera una vez se enfríe, o bien beberla caliente. Hay quien le añade azúcar, miel o agave, aunque es más recomendable añadirle edulcorantes naturales no calóricos. Por otro lado, si se trata con la máxima higiene este preparado puede durar en la nevera hasta dos semanas

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