Un gato bebiendo de un cuenco de leche es una imagen clásica arraigada en el imaginario colectivo. Sin embargo, la veterinaria especializada en nutrición natural Lucía Ortín confirma que se trata de un mito que convendría desmontar: “La leche no es buena ni necesaria para los gatos”.
“Desde un punto de vista biológico, ningún lácteo es necesario para los gatos. Son carnívoros estrictos y, tras el destete, su sistema digestivo pierde la capacidad de digerir correctamente la leche”, explica Ortín. “Si hablamos de cuáles son menos problemáticos, serían los lácteos fermentados y sin azúcar, como el yogur natural o el kéfir, porque contienen menos lactosa y parte de sus proteínas ya están predigeridas”, destaca la experta, que insiste en que deben considerarse com “un extra muy ocasional y no un alimento recomendado”.
¿Leche, yogur o kéfir?
En un orden de preferencia de consumo, la nutricionista señala la leche como la peor opción. “El yogur puede tolerarse algo mejor y el kéfir suele ser el menos problemático. Aun así, que sea más digestible no significa que sea necesario ni recomendable de forma habitual”, aclara. “El kéfir suele ser el lácteo más fácil de tolerar porque su fermentación es más prolongada y reduce de forma importante la lactosa. Además, las proteínas como la caseína están parcialmente transformadas”, detalla.
En cuanto al origen, la veterinaria señala que los lácteos de vaca suelen causar más problemas por su mayor contenido en lactosa y caseína A1, más difícil de digerir. “Los de oveja son muy concentrados en grasa y proteína, por lo que también resultan pesados a nivel digestivo. Los de cabra tienen menos lactosa y predominio de caseína A2, algo más digestible”, comenta.
La señales de que a tu gato no le sientan bien los lácteos
“Los signos a los que debemos atender y que aparecen principalmente a nivel digestivo pocas horas después son: diarrea o heces blandas, gases, dolor abdominal o incomodidad, vómitos o decaimiento transitorio”, recomienda Ortín. “Si un gato presenta alguno de estos síntomas tras consumir lácteos, no deberíamos volver a ofrecérselos”, subraya.
Aunque cada animal es distinto y es importante un asesoramiento individualizado, la veterinaria asegura que si se ofrece algún lácteo, debe de ser de manera muy puntual, “por ejemplo una vez cada varias semanas” y en cantidades reducidas “como una cucharadita pequeña”. “En gatos con problemas digestivos, renales o inmunitarios, no se recomienda ofrecer lácteos”, apunta. “Y es importante no caer en el mito de que si les gusta, les sienta bien, porque muchos gatos los toleran mal”, concluye.