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Competición, victoria y fama: el deporte en la Antigua Grecia

La muestra examina mediante más de 170 objetos este espíritu competitivo característico de la sociedad de la Antigua Grecia

J.M. Costa

Tras el baile del dinero, comienza el fútbol. Además, hace poco tuvieron lugar los campeonatos mundiales de atletismo donde vimos a un héroe despedir su reino rodando por los suelos. Asimismo, hemos tenido un verano lleno de las imágenes agónicas del ciclismo. Hablamos del ahora mismo, pero no de algo privativo de la sociedad capitalista-financiera. La importancia del deporte, también como espectáculo masivo, existe o existió en muchas culturas.

¿Qué dirían sus contemporáneos escépticos del siglo VI a.C. sobre los extraordinarios honores que se acumulaban sobre el legendario luchador Milón de Crotona? ¿Qué escándalo no se produciría en las ágoras y estadios cuando una mujer, Cinisca, hija del rey de Esparta, se permitió vencer dos veces (como dueña y entrenadora) en las carreras de cuadrigas de los Juegos Olímpicos (siglo V a.C.)?

Es un poco lo que viene a contar Agón!, exposición en Caixaforum de Madrid hasta el 15 de Octubre. La muestra está organizada en origen por el British Museum y visitará también Barcelona, Zaragoza, Sevilla y Palma. Por supuesto, el British, esa impresionante cueva de Ali Babá del imperialismo cultural del XIX ,es la institución con mayor capacidad para montar algo de esté tipo.

El hecho de que Agon! visite varias ciudades permite un montaje casi autónomo y muy espectacular de cada una de las obras, por regla general en vitrinas. Aunque esos módulos resten flexibilidad al montaje, lo cierto es que este funciona de manera mas que satisfactoria. Los paneles informativos son rigurosos y el discurso general lleva desde la competición hasta la guerra, en la Grecia antigua una situación cotidiana y permanente.

Esta íntima relación entre el deporte competitivo y el combate quizá sea una de las razones que expliquen la permanencia de los Juegos a través de los siglos, desde el VIII a.C. hasta el IV d.C., cuando el cristianismo logró su prohibición. Con relativo éxito, porque deporte popular siguió habiendo en Bizancio y el deporte aristocrático ocupo muchas líneas en la literatura de la Edad Media.

Antes de entrar en el detalle de Agon!, hay que recalcar algo: gran parte de los objetos expuestos son vasijas y esculturas. En cuanto a estas últimas, es imposible que vengan aquí ni casi a ninguna parte obras como el Discóbolo de Mirón, el Auriga de Bronce de Delfos o la victoria de Samotracia. No hay que esperar eso. Pero todo lo que hay es muy representativo y en ocasiones brillante.

Aunque para brillantes, las vasijas dibujadas. El British tiene este tipo de material para aburrir (lo mismo que sarcófagos y momias egipcias), y por ello esta es una ocasión rara de contemplarlas. Ejemplos de primera de un tipo de dibujo impresionante, de un trazo preciso y al que suponemos una capacidad de parecido como luego apenas lograría la pintura mogol del norte de Indostán entre los siglos XV y XIX. Solo esto ya merecería la pena.

El deporte como forma de vida desde la infancia

La exposición se abre con la sala llamada Nike (Victoria). No es raro este comienzo. En realidad para los griegos era importante Agon, pero sobre todo Nike. En aquel mundo no había más que el vencedor. De hecho, una muestra llamada Nike, il giocco e la vittoriaNike, il giocco e la vittoria , que tuvo lugar en el Coliseo de Roma en 2003, trataba este mismo asunto con el añadido de los juegos bajo dominación romana (desde el siglo III a.C).

Nike, como dice el catálogo, era una de las diosas colaterales más atareadas. Aparece por todas partes, en escultura, en una terracota del siglo III a.C., en una fíbula de un siglo más tarde, en ánforas, pendientes y cabe pensar que en mucho otros objetos.

Habiendo dejado claro que lo importante no era participar sino ganar, por mucho que Platón dijera que la mayor victoria es sobre uno mismo, se pasa a la infancia. En ella se explica que los niños griegos tenían el juego-deporte como una de sus principales actividades hasta llegar a la madurez, que permitía participar en los juegos unos 20 años.

En el deporte se abre con un homenaje a Zeus, el primer dios del Olimpo y en honor del cual tenía lugar la ceremonia más importante de unos Juegos, el sacrificio de 100 bueyes en el altar frente al templo que acogía la legendaria estatua de Fidias. Ha de recordarse que no había solo juegos en Olimpia sino otros, a nivel helénico, como los Píticos, Nemeos o Istmicos. Y muchos locales y hoy olvidados.

Había una competición de jóvenes y también juegos para mujeres solteras, los Hereos en honor de Hera. Las casadas estaban excluidas prácticamente de toda vida social y también en el deporte, el cual no podían ni contemplar. Aquí se recuerdan esos otros juegos con el ejemplo de las grandes Panateneas de Atenas, que incluían concursos musicales, de canto y de baile, competiciones atléticas, carreras de caballos, de carros y de antorchas.

Una corona de laurel como premio

Luego se explica cómo había acontecimientos deportivos de carácter relativamente popular y otros, como las carreras con caballos, bastante menos. En la larguísima lista de deportes populares en Heptatlón, como la lucha, los lanzamientos o las carreras a pie, se encuentran nombres de vencedores que van desde verdaderos profesionales surgidos del pueblo (libre) a príncipes reales. Esta es una buena sección para contemplar en detalle las figuras negras y rojas de los vasos, donde se representan estas competiciones.

También se muestran a los vencedores y su premio: una corona de laurel. Parece poco, aunque se tratara de un vínculo con la tierra y la naturaleza. Pero es que en realidad los vencedores se convertían en héroes. Pero no en el sentido actual, sino en el de Hércules o Aquiles, a un paso de la divinidad. Si ganaban tres pruebas, tenían además derecho a una estatua. Y de lo económico se ocupaban en su ciudad de procedencia, donde un atleta victorioso era literalmente tratado a cuerpo de rey. No creamos que la cosa ha cambiado tanto.

En el estadio de Olimpia del siglo IV a.C cabían 50.000 personas, y en el hipódromo de Constantinopla, siglo IV d.C., unas 100.000. Para la demografía de la época eran espectáculos muy masivos, de cuyos resultados se tenía noticia, aunque no inmediata, en el área geopolítica que se tratase.

Dejando atrás lo físico, la exposición recorre otro tipo de competiciones. Aquí es donde uno puede enterarse de que Eurípides (484-406 a. C.) era ya enorme en su época, habiendo ganado cuatro veces en los juegos atenienses de Dionisia. Allí había varias categorías dentro del drama, música, poesía o danza. Lo intelectual no impedía lo competitivo. Como hoy en día en unos premios literarios o cinematográficos.

La guerra como evento deportivo

Agón! deja lo deportivo para acercarse al ambiente donde la competición adquiere otro carácter: la guerra, que en el mundo heleno era un modo habitual de relación. Esto pudo mantenerse durante siglos, porque la guerra griega tenia mucho de deportivo. Los enfrentamientos eran siempre estacionales para permitir que los ciudadanos-soldados pudieran recoger la mies o las uvas, realizar la matanza, etc.

De otro lado, la técnica de guerra hoplita era tremendamente primitiva, aunque bien adaptada al terreno donde tenían lugar las batallas que, por lo general, eran en un valle estrecho. En esas condiciones, la caballería era inútil y las disputas consistían básicamente en que tres o más lineas de hoplitas (hasta 50 la falange tebana) empujaban con sus lanzas y sus escudos al contrario hasta que este se veía arrollado y obligado a dejar el campo sin demasiadas bajas mortales.

De otra forma, los griegos no habrían subsistido a sus continuas guerras hasta la dominación macedonia, que cambió drásticamente el panorama. Este carácter estacional y de reto, que como ya relataba Homero podía ser individual, permite entender mejor la famosa paz olímpica. Sencillamente, las ciudades trasladaban el lugar y carácter del enfrentamiento. Es una sección de la exposición algo más conocida y previsible, pero también es donde se encuentran más objetos y, de nuevo, algunos recipientes con dibujos para los que faltan adjetivos.

A continuación, se ilustra sobre la vida y la sociedad griegas. Toman el ejemplo de Atenas, de la educación, el papel de las mujeres, el tema de la muerte, joyas y el toque de marketing consistente en una sección de los muchos bajorrelieves y esculturas que adornaban el Mausoleo de Halicarnaso (351 a.C), una de las siete maravillas del mundo antiguo. Se trata del fragmento de un friso con una batalla de griegos y amazonas, donde estas parecen llevar la mejor parte. Está muy bien desde luego, una gran pieza y muy rara: los caballeros de San Juan utilizaron los restos del mausoleo, destruido antes por un terremoto, para construir su castillo costero de Budrum en el siglo XV.

Y esto es lo que hay. Sobre el tema del deporte y el espectáculo se puede trazar un recorrido que llevaría por todo tipo de culturas. Desde la egipcia, minóica y micénica, hasta la instalación Estadium (1982-92) de Antoni Muntadas. Y esto hablando solo de un entorno cultural. Aparentemente, el fenómeno se repite en todo tipo de civilizaciones. Igual el Agon y la celebración clamorosa de la Nike es algo que va nuestros genes.

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