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Michael Kiwanuka: “Lo que me atrapó del soul fue el sentimiento”

Michael Kiwanuka: "Lo que me atrapó del soul fue el sentimiento"

EFE

Madrid —

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De cuarto grado. Así sería la ecuación geomusical que devino en uno de los valores emergentes de la música soul internacional, Michael Kiwanuka, ugandés de origen, moldeado bajo una educación típicamente británica, amante primero del “skate” y el rock de Nirvana... hasta que descubrió a Otis Redding.

“Lo que me atrapó del soul fue el sentimiento. Solía escucharlo en mi reproductor de CD por la noche. Me hacía sentir muy bien”, recuerda a Efe este joven y prometedor músico, de 29 años, sobre cómo fueron aquellos primeros años de sumergirse en la música negra.

Kiwanuka (Londres, 1987) no pudo arrancar mejor su carrera, cuando unos meses antes del lanzamiento de su álbum de debut, “Home again”, fue elegido por la cadena BBC como el “Sonido de 2012”, una porra anual que en ediciones previas acertó al coronar a artistas entonces semidesconocidos como Mika, Ellie Goulding, Jessie J o Adele.

Precisamente, de la mano de la ahora todopoderosa intérprete de “Hello” realizó su primera visita a España en 2011, cuando actuó como telonero en un concierto único en la sala La Riviera de Madrid, noche que aún recuerda.

A diferencia de los otros “Sound of...” citados, Kiwanuka, que sí ha tenido el favor de la crítica, no se ha caracterizado nunca por unas ventas multitudinarias, probablemente por practicar un tipo de melodías menos inmediatas que sus colegas.

“Me gustan las buenas canciones y melodías que la gente va descubriendo con el tiempo. Igual son demasiado acústicas para el público generalistas”, concede sin darle mucha importancia a las cifras.

Hijo de padres ugandeses que escaparon a Londres del régimen de Idi Amin, Kiwanuka se crió bajo una interesante dicotomía.

“Soy británico en cuanto a mi educación. En el colegio respiraba toda esa cultura de los Beatles y demás, pero cuando volvía a casa, cambiaban las tradiciones, la música, la lengua...”, comenta.

Fue su madre quien le regaló su primera guitarra, el instrumento que le abrió las puertas de la música, antes de que se decidiera a cantar también, imitando a sus ídolos (el citado Otis Redding, pero también Bill Withers, Joni Mitchell, D'Angelo...).

“No sé cuánto de Uganda hay en mi música. Cuando la escuchas, de primeras mis influencias más fuertes son las del soul americano, pero quizás hay algo de África en el ritmo, en la guitarra acústica o en el tono de mi voz, cosas que no están en la superficie”, admite.

Kiwanuka, que fue uno de los artistas mejor valorados a su paso por la primera edición del festival Mad Cool de Madrid el pasado mes de junio, volverá a España en noviembre para ofrecer otros dos conciertos, esta vez en sala.

Actuará junto a otros cinco músicos el día 16 en la sala Bikini de Barcelona, dentro del Festival Mil·lenni, y, un día después, en la sala Barceló de la capital, presentando su segundo disco de estudio, “Love & Hate” (Universal Music), recién publicado.

Curiosamente, mientras que su primer álbum lo produjo un roquero amante del soul añejo, Paul Butler, su nuevo álbum ha sido tejido por Danger Mouse, figura de la música negra (primero como miembro del dúo Gnarls Barkley) y responsable de los últimos discos de U2 y Red Hot Chili Peppers, entre otros roqueros.

“Esa es una de las grandes diferencias entre los dos discos. (Danger Mouse) ha crecido con toda la música negra, le surge de manera natural, pero además es muy moderno y transmite esa frescura a sus producciones”, apunta.

Otra de las características que distinguen “Love & Hate” de su predecesor, que estaba muy volcado del lado de la melancolía, es que “este álbum trata más de los conflictos que acarrea la humanidad y las decisiones que implica tomar”, subraya.

Javier Herrero

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