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Vaqueros, una prenda de fondo de armario en busca de la sostenibilidad

Fotografía cedida por G-Star Raw.

EFE

Madrid —

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De James Dean a Marilyn Monroe, Chris Hemsworth o Taylor Swift han lucido tejanos, una prenda que forma parte desde hace décadas de ese fondo de armario práctico e informal que, sin embargo, deja una gran huella ambiental en su confección.

Según datos la Organización Mundial de la Salud (OMS) la huella ambiental de la industria de la moda es “inmensa” y va mucho más allá del uso de materias primas. La fabricación mundial de ropa y calzado produce aproximadamente el 8 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Confeccionar unos vaqueros requiere alrededor de 7.500 litros de agua, el equivalente a la cantidad vital que bebe una persona de promedio en siete años, según los datos presentados en la Conferencia de la ONU de 2019 sobre Comercio y Desarrollo (UNTAD).

La fundadora de Slow Fashion Next, Gema Gómez, experta en inculcar valores sostenibles, asegura en una entrevista con Efe que el algodón, la principal materia prima de los tejanos, es uno de los productos más contaminantes cultivado de manera convencional.

El 50 por ciento de las semillas son transgénicas, la cantidad de agua empleada para regar las plantas y los pesticidas e insecticidas que se utilizan es “enorme”, incide Gómez.

Sin embargo, añade que “jamás había oído hablar tanto de sostenibilidad como ahora. Es abrumador”, aunque advierte de que quizá detrás de todo ello hay “cierto lavado de cara”, el denominado “marketing verde”, sin que de verdad se produzcan cambios fundamentales.

Y apunta que “el modelo económico actual incita al consumo y no está aliado con los conceptos básicos de sostenibilidad”.

         Resalta que no hay que confundir eficiencia con sostenibilidad, “que es lo que hacen las grandes empresas de moda”, y pone el acento en las colecciones cápsulas realizadas a partir de materiales sostenibles, una “estrategia que no es significativa, teniendo en cuenta las miles de prendas que venden”.

Por su parte, Silvia Pérez Bou, profesora de Sostenibilidad en ISEM-Universidad de Navarra, confirma a Efe que una empresa de moda que no sea responsable y transparente hoy en su cadena de valor -desde la selección de las materias primas hasta el punto de venta, pasando por las condiciones laborales de los trabajadores, etc.-, “no tiene futuro”.

Pérez Bou señala que hay un diálogo abierto “muy interesante” sobre el tejido vaquero con la propuesta “Jeans Redesign” lanzada en 2019 por la Fundación Ellen MacArthur a la que se han sumado marcas como Lee, Wrangler, H&M, Guess, Gap, C&A o Banana Republic para producir este textil en 2021 de acuerdo a los criterios marcados en su guía para una moda más circular.

 Estas prendas deberían estar realizadas con fibras celulósicas, no limitadas al algodón, además deben evitar utilizar sustancias químicas prohibidas, acabados a la piedra, con arena o permanganato, y el documento sugiere evitar botones metálicos y materiales que compliquen su desmontaje y reciclaje posterior.

Una de las empresas de tejanos pioneras en una gestión sostenible del tejido es la holandesa G-Star Raw, que presenta diseños en algodón ecológico, complementado con fibra elástica sostenible, una firma que considera que sin la concienciación del consumidor es difícil dar el salto a prendas sostenibles.

“Gracias al aumento de la oferta sostenible en todas nuestras colecciones logramos que a nuestros clientes les resulte más fácil unirse al cambio”, ha señalado la directora de Sostenibilidad de la marca, Sofie Schop.

En el proceso de producción utilizan energía renovable y no se utilizan productos químicos nocivos “incluido el tintado en índigo, la elaboración y el lavado de las prendas”, según Schop.

Tejanos que han recibido la certificación Cradle to Cradle Product Innovation Institute, una medida reconocida a nivel mundial de productos más seguros y sostenibles hechos para la economía circular. Además la compañía ha firmado el Estatuto de Naciones Unidas de la Industria de la Moda por la Acción Climática basado en el impacto climático que tiene el sector de la moda.

Incluida la elección de un servicio de transporte ecológico que neutraliza las emisiones de gases de efecto invernadero causados por la logística.

El cuarto informe anual sobre el estado de la moda 2020 de la consultora McKinsey y BoF (The Business of Fashion), que se publicó a finales del año pasado sin conocer aún la incidencia de la crisis sanitaria en la economía, pronosticaba que el crecimiento de la industria se ralentizaría entre un 3 y 4 por ciento por debajo de 2019.

El informe McKinsey auguraba ya un 2020 difícil para la moda por tres razones: que la digitalización ganara en velocidad; que los consumidores solicitaran productos más sostenibles y que la debilidad general estrangulara los márgenes comerciales.

Sin embargo, concluía con un mensaje positivo hacia las marcas que se alinearan con las “tendencias dominantes”. “Las que continúen innovando lo superarán”.

Inmaculada Tapia

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