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Fotografía

'Mary Ellen Mark: Vidas de mujeres', una retrospectiva de una fotógrafa que descendió a los infiernos para inmortalizarlos

©Mary Ellen Mark,  Amanda y su prima Amy, Valdese, Carolina del Norte, Estados Unidos, 1990

Carmen López

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Un hombre disfrazado de Batman con tres niñas vestidas de muñeca Barbie en un desfile en Nueva York, Nancy Spungen fumando un cigarrillo o una familia que vive hacinada en un coche. Esas son algunas de las imágenes que se pueden ver en la exposición Mary Ellen Mark: Vidas de mujeres que hasta el 31 de julio puede visitarse en el espacio de la Fundación Foto Colectania en Barcelona. Además, la Filmoteca de Catalunya presentará Streetwise (1983) y Tiny: The Life of Erin Blackwell (2015), dos películas que la fotógrafa realizó con su marido, el cineasta Martin Bell. La primera estuvo nominada al Oscar.

La cámara de Mary Ellen Mark inmortalizó durante cinco décadas las caras de las realidades opuestas de la sociedad. Ante su objetivo posaron Brad Pitt o Catherine Deneuve pero también prostitutas de Bombay o misioneras de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta. Fue fotógrafa de rodajes de películas como La sirena del Mississippi de François Truffaut, Apocalypse Now de Francis Ford Coppola o Alguien voló sobre el nido del cuco de Milos Forman. Ahí tuvo la oportunidad de conocer al director del Hospital Psiquiátrico Estatal de Oregón, donde se rodó la película, y después de cierto tiempo obtuvo una autorización para vivir y fotografiar el pabellón de máxima seguridad para mujeres. Titulado Pabellón 81, fue su primer trabajo en profundidad.

Anne Morin, comisaria de la exposición barcelonesa, llegó al trabajo de Mary Ellen Mark de una manera un tanto cinematográfica también. “En 2015 hice una exposición con la actriz americana Jessica Lange en Barcelona (Unseen). Somos bastante amigas y me hablaba mucho de Mary Ellen Mark, que la conocía y tal. Fui a visitarla a Nueva Orleans y justo el día que llegué, el 25 de mayo de 2015, me abrió la puerta de su casa y me dijo ‘Mary Ellen acaba de fallecer’”, cuenta a elDiario.es. A ella no le había interesado demasiado el trabajo de la fotógrafa, pero al cabo de tres o cuatro años de su muerte reparó en que no se le estaba prestando demasiada atención. “Ya me conozco la historia de que los archivos de las fotógrafas y más de las mujeres, no se nota, pero van desapareciendo”, explica. 

Así que se puso en contacto con el estudio de la artista en Nueva York y propuso hacer un homenaje a la autora con una pequeña exposición sobre el tema de la mujer en su obra. Morin pudo acceder a una selección de mil imágenes que Mark había hecho en 2002 de su archivo de dos mil fotos. “De esas, yo seleccioné estas 93 enfocadas al tema de la mujer. He recorrido los índices que Mary Ellen había seleccionado”, declara. Por ejemplo, varias de las fotografías escogidas pertenecen a la serie dedicada a Erin Blackwell ‘Tiny’, una adolescente fugada que vivía en las calles de Seattle trabajando de prostituta cuando no volvía a casa de su madre. Su foto Tiny vestida para Halloween es ‘el poster oficial’ de la exposición. 

La fotógrafa la encontró gracias a que la revista Life la envió a Seattle para hacer un reportaje sobre un fenómeno relativamente nuevo en los 80, el de los niños que escapaban de sus familias para vivir en la calle. Los editores decidieron que tenía que ser en esa ciudad porque era la que mejor calidad de vida tenía en Estados Unidos a principios de aquella década. “John pensaba que si hacíamos el reportaje en Nueva York o Los Ángeles, los lectores no se sorprenderían, ya que esas ciudades eran conocidas por su dureza y violencia”, dice Mark en una de las citas que se han incluido en el material de la retrospectiva.

“Conocí a Tiny en el aparcamiento de una discoteca llamada Monastery. (...) era una joven de aspecto insólito. Tenía tan solo 13 años y era muy delgada. Vestía como una adulta. Intenté hablar con ella, pero pensó que yo era de la policía y salió corriendo. Averigüé que a veces vivía con su madre, y que, cuando no estaba con ella, sobrevivía en las calles ejerciendo la prostitución. Al día siguiente la encontré en casa de su madre. Tiny ha sido mi amiga y un objetivo fotográfico desde entonces. Todavía tiene la extraña cualidad de mostrarse con total naturalidad e indiferencia ante la cámara”. Las dos películas que se proyectarán en la Filmoteca de Cataluña están centradas en su historia.

La niña que fuma en la piscina

Que la mayoría de sus trabajos más crudos estén protagonizados por mujeres no es, por supuesto, una casualidad. Morin sostiene que ella misma “dijo que quería ser la portavoz de los más débiles y los más débiles en la sociedad ya sabemos bien quiénes son. Y no solo de las mujeres sino de las mujeres marginalizadas por una razón X o Y: que sean enfermas mentales, prostitutas o incluso santas como Teresa de Calcuta. Las abandonadas, las miserables. En fin, la mujer pero en el umbral de lo invisible de este sueño americano que no abarca a todo el mundo ni muchísimo menos”. 

Algunas de sus imágenes ya son icónicas, como la de Amanda, una niña que fuma de pie dentro de una piscina hinchable junto a su prima Amy, de ocho años. Es parte de un reportaje que hizo en 1990 para Life sobre una escuela de educación especial para niños problemáticos de Carolina del Norte. “Amanda, de nueve años, era la niña más interesante de toda la clase. Era mi favorita. Era muy inteligente y al mismo tiempo muy insolente. Un día fui con ella hasta su casa en el autobús escolar. Al llegar, salió corriendo sin esperarme hacia una zona boscosa cercana. La seguí hasta el bosque y la encontré sentada en una vieja silla acolchada fumando. Pensaba que la iba a reñir puesto que yo era la adulta. Pero no dije nada”, relató Mark. La visitó otro día y al despedirse se encontró con esa imagen.

Para Anne Morin hay una serie que es especialmente impactante, la de los Damm, una familia sin hogar que vivía en el desierto de California. También fue un encargo de la revista Life. “Me parte el corazón probablemente porque yo soy madre de una niña de esta misma edad. Hay una foto del coche con los dos padres delante y los dos niños detrás, de 1987. Ella volvió siete años después, como siempre solía hacer, porque mantenía el contacto con la gente que fotografiaba. También hay una foto horrible del padrastro durmiendo detrás de la niña, cogiéndola por el cuello, y la madre detrás de él, todos durmiendo en un estado de miseria máxima. La niña tiene los ojos abiertos y entiendes perfectamente que él abusa de ella. Mark misma dijo que fue una de las fotografías más difíciles de tomar de toda su trayectoria”. Fue la fotógrafa quien consiguió que la niña lo contase, porque su madre no se había dado cuenta de nada. Después de saberlo, cogió a sus hijos y abandonó al marido.

Aunque la comisaria no llegó a conocer a Mark en persona, sabe cómo era por lo que le han ido contando a lo largo de estos años. “Parece ser que era alguien muy humano, muy fuerte psicológicamente y muy mística a la vez. Tenía sus excentricidades, con la vestimenta o con sus objetos, a los que atribuía cierto poder. Y diría que cuando fui a su estudio en Nueva York sentí que tiene algo suyo muy especial, como si estuviese ella flotando en el aire. Notas algo muy especial, porque además todo está como lo dejó. Los objetos en el mismo lugar y todos trabajando como si ella fuese a entrar por la puerta”. 

Las fotografías de Mark se publicaron en medios como The New York Times, Vanity Fair, New Yorker o Rolling Stone. Además editó 18 libros –algunos pueden verse en las vitrinas de la biblioteca de Foto Colectania– y realizó varias películas junto a su marido Martin Bell. Dos de ellas son las que se proyectarán en la filmoteca y otra, Twins (que rodaron mientras ella sacaba las fotografías para el libro homónimo) puede verse en la sala de la exposición. 

Para Morin, que el trabajo de Mark pase a la posteridad se debe a que “ha sido una de las fotógrafas más íntegras, con más temple y fuerza para enfrentarse a situaciones sumamente crudas y difíciles, porque los protagonistas son muchas veces los niños o las mujeres. Ha tenido que bajar al infierno de esta gente, convivir con ellos para hacerse invisible y llegar al grado más lejano y más profundo de la intimidad de estas personas para retratar con esta fuerza, esta frontalidad, sin tener que acudir a ninguna acrobacia estética y mirar a la verdad de frente. Solo una mujer podría llegar a estos extremos de la intimidad”.

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