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LOS DISCOS DE LA SEMANA

Godflesh, 30 años haciendo avanzar el metal por los caminos que llevan al infierno

Luis J. Menéndez

Godflesh

Godflesh

Post selfAvalanchePOST METAL8/10Post self

La relevancia de Godflesh en la música popular de los últimos años nunca ha terminado de ser del todo reconocida. Su fórmula abrió las puertas a una nueva forma de entender el metal. Es eso que llamamos post-metal, la reinvención de los sonidos pesados de siempre a partir de las premisas experimentales del post-punk y la música industrial. Tres décadas después del nacimiento del grupo y tras un parón que duró de 2002 a 2010 a causa de una crisis nerviosa, Justin Broadrick y G.C. Green siguen teniendo en 2017 cosas que decir.

A world lit only by fire (2014) fue un álbum notable que suponía un retorno a las premisas estéticas y temáticas del dúo. Post self va un paso más allá porque, aunque su sonido sigue siendo plenamente reconocible, se aprecia su vocación de transitar nuevos espacios. La voz ha ido perdiendo protagonismo progresivamente para cederlo a la creación de atmósferas, lo que emparenta este Post self con Jesu, la formación en la que Broadrick volcó su energía durante los años de parón de Godflesh. Obviamente estas canciones mantienen la ya habitual brutalidad en el tratamiento de guitarras y sección rítmica, marca de la casa del proyecto y que se deja notar especialmente en el arranque del disco con temas como el que le da título o Parasite.

A partir de ahí las obsesiones habituales del dúo (religión, mortalidad, familia, las enfermedades psicológicas de nuestro tiempo...) tienen una representación más musical que discursiva. Los ambientes se hacen especialmente opresivos, densos como una nube tóxica, y el disco alcanza un tratamiento similar al Loveless de My Bloody Valentine. Con un matiz importante: mientras aquellos aspiraban a tocar el cielo, la música de Godflesh transita -siempre lo ha hecho- los campos áridos y yermos que conducen al infierno.

Hackedepicciotto

Hackedepicciotto

MenetekelPotomak / IndigoPOST-PUNK★Menetekel

8/10

A cualquiera que esté familiarizado con el entorno musical de Nick Cave le sonarán los nombres de Alexander Hacke y Danielle De Picciotto. Junto a Blixa Bargeld y N.U. Unruh, Hacke formó los míticos Einstürzende Neubauten a principios de los ochenta, con los que aún hoy sigue tocando el bajo. Hacke también formó parte de Crime & The City Solution, banda que gozó de cierta popularidad por su aparición en el filme El cielo sobre Berlín. Dentro de Crime & The City Solution conoció a De Picciotto, norteamericana de nacimiento pero que terminó haciendo de la capital alemana su centro de operaciones. Entre otros logros vinculados con la música, Piciotto fue fundadora allá por 1989 de la exitosa fiesta-rave Love Parade. Pareja sentimental desde entonces, De Picciotto y Hacke también llevan años colaborando en sus respectivos proyectos musicales y otros compartidos como The Ministry Of Wolves. Tras varias referencias conjuntas, Menetekel es el primer disco publicado bajo el alias de Hackedepicciotto, que llega a las tiendas de la mano del mítico sello Potomak, responsable de la publicación de los discos de los Neubauten desde los salvajes tiempos del West Berlin.

Se trata de un álbum en el que fácilmente se pueden rastrear las esencias de casi cuarenta años de producción discográfica. Jericho, por ejemplo, es puro Einstürzende Neubauten, una melodía repetitiva de aires arábicos construida sobre una amenazante base rítica de inspiración industrial. El resultado final pide a gritos su inclusión en una banda sonora. Los ambientes se vuelven aún más enrarecidos con el paso de los minutos: los casi diez de Nosce te ipsum arrancan con un tratamiento vocal propio de la música religiosa para terminar en el extremo opuesto, en ejercicio de puro extremismo sonoro. Aunque no todas las composiciones de este disco se sitúan al límite: el violín acompañado de un colchón electrónico en Pilgrim perfectamente podrían firmarlo la dupla Cave & Ellis en sus cada vez más asiduas composiciones para cine. Los plácidos veinte minutos de la pieza de cierre –The house of shadows with the sound of light, compuesta para una instalación en una vieja iglesia en Austria- completan el paseo por el fascinante universo sonoro de la pareja.

Skids

Skids

Scared to danceCaroline / Music As UsualPUNK POP★Scared to dance

7/10

Como casi todos los grupos de su generación, los escoceses The Skids evolucionaron rápido. Tanto que incluso los dos años que pasaron desde su formación hasta 1979, el año de publicación de su primer largo Sacred to dance, resultan hoy todo un mundo. El que va desde una banda de chavales alucinados con los primeros singles de los Sex Pistols, The Clash y The Damned, hasta una formación de corte más nueva olero, con un guitarrista al que, como bien se recuerda en las notas interiores, John Peel llegó a calificar como “el Jimi Hendrix del punk”. Tras la publicación, hace cosa de un año, de un pequeño boxset con sus cuatro discos para Virgin y (precisamente) sus Peel Sessions, Caroline recupera ahora en un formato similar esta versión expandida de su debut. Son en total tres discos que nos permiten hacer una completa radiografía de los dos primeros años de existencia del grupo, con Scared to dance por supuesto, pero también con los singles previos, demos y un directo en el Marquee que data del 1 de noviembre de 1978.

Es una inmersión en profundidad en el disco que a la postre se ha mostrado más relevante en la corta carrera de los de Dunfermline: en 1982 la banda se disolvió definitivamente, aunque entre 2007 y 2010 volvieron para dar algunos conciertos que pasaron más bien desapercibidos. En realidad la influencia de The Skids siempre ha sido mayor en los círculos musiqueros que entre público o incluso prensa especializada, que les ha negado un puesto junto a los grandes del punk y la nueva ola. Lo demuestra el hecho de que Green Day o U2 aprovecharan un concierto benéfico en beneficio de las víctimas del huracán Katrina para reivindicarles interpretando una versión de unos de los temas emblemáticos de este disco: The saints are coming.

Spinning Coin

Spinning Coin

PermoGeographic / Domino / Music As UsualPOP★Permo

8/10

De casta le viene al galgo. Spinning Coin son un cuarteto formado en Glasgow que publica su primer álbum con Geographic, subsello de Domino vinculado a The Pastels. Y que Stephen McRobbie y compañía apadrinen este debut es un aspecto a tener muy en cuenta. Hay mucho del encantador amateurismo de aquellos en la música de Spinning Coin. También de su aproximación al estudio como un espacio donde registrar el sonido “real” de la banda, y no como un laboratorio que desarrolle facetas del grupo desconocidas hasta entonces.

Aunque si hay un grupo por encima de cualquier otro con el que cabe comparar a Spinning Coin es con Pavement. De ellos han heredado parte de su espíritu burlón, que se manifiesta en canciones como Magdalene, un rock'n'roll descontrolado que amenaza con salirse de la carretera en cualquier momento sin nunca terminar de hacerlo. Como la ya mítica banda liderada por Stephen Malkmus, el bipolar humor de Spinning Coin se mueve entre esos divertimentos rockistas y una serie de baladas igualmente estrafalarias y encantadoras, certeras siempre por la demostrada capacidad de esta joven banda para componer preciosas melodías.

Wiki

Wiki

No Mountains in MahattanXL / Popstock!RAP8/10No Mountains in Mahattan

En unos años en los que el rap ha vuelto a mostrar el ceño fruncido y su faceta más combativa, Ratking han representado el sector más lúdico e imaginativo del género. Wiki es uno de los componentes del trío y hace un par de años presentó a modo de mixtape su primera colección de canciones; ahora sigue los pasos de la banda madre publicando disco en el sello británico XL, el mismo de Radiohead o The XX. Y, al igual que Patrick Morales (verdadero nombre del músico neoyorquino) no se ha arreglado la piñata en este tiempo (le faltan unos cuantos dientes), podría decirse que tampoco tiene arreglo lo estrafalario de su propuesta musical. Que nadie se lo tome a mal: es un halago. En un género que refuerza cada día más sus conexiones con el soul clásico, donde se hace necesaria la presencia de perros verdes como él o Shabazz Palaces, músicos que aspiran a llevar su sonido a nuevos estadios. Algo parecido a lo que Sun Ra representó en su día en el terreno del jazz.

Con el flow más nasal de la escena rap desde Doseone y bendecido por la presencia del Wu-Tang Clan Ghostface Killah -también se dejan caer Your Old Droog, Evy Jane Lakutis, A.C.A.B y Slicky Boy- Wiki aspira a reflejar el sonido contemporáneo de la Gran Manzana. Para ello se sirve de un puñado de amigos ilustres que van desde Kaytranada a Earl Sweatshirt, el ex Spank Rock Alex Epton o su compañero en Ratking Sporting Life. Ellos le regalan un puñado de producciones de primer nivel en las que el ritmo de la calle asume su herencia jazzy, Morales aporta sus raíces portorriqueñas y las combina con un sonido de la estratosfera. Aquellos que han quemado el disco de Run The Jewels a base de escuchas harían bien en darle una oportunidad.

Zomby

Zomby

Mercury’s RainbowModern LoveELECTRÓNICA8/10Mercury’s Rainbow

Hay dos formas de “escuchar” lo nuevo de Zomby, un trabajo cocinado a lo largo de una década y que finalmente terminó siendo registrado en dos semanas febriles, empujado por una crisis de arritmias circadianas. Una, la más superficial, es a la que estamos condenados el grueso de los que nos acerquemos a estos 16 temas con los que el misterioso músico británico homenajea a Eskibeat. Así se llama el pequeño sello con el que Wiley ha jugado desde 2007 a reinventar el género que ha dominado la música de club británica en lo que llevamos de siglo XXI, el grime. También ha sido él el encargado de conducirlo a un insospechado nivel de abstracción y complejidad técnica.

Son piezas instrumentales que en su mayor parte apenas superan los dos minutos de duración y que se lanzan de cabeza a una concepción afilada, futurista y violenta. Pero detrás de esos sonidos hay una fórmula, una manera de hacer que conecta el trabajo de Zomby con el de muchos compositores de música contemporánea. La aplicación de las teorías del color y su apuesta por sistemas modales convierten estas piezas en un jeroglífico que se encuentra tan cerca de la matemática pura como de la música.

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