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Vargas Llosa, Savater y otras personalidades firman un manifiesto contra “la censura de las corrientes progresistas”

Mario Vargas Llosa, Fernando Savater, Juan Luis Cebrián, Adela Cortina, Carmen Posadas, Sergi Pàmies, César Antonio Molina y Óscar Tusquets, entre otros, se han adherido a la carta contra la “intolerancia y la censura” publicada el 7 de julio en la revista Harper's. En esta, figuras como Noam Chomsky, Margaret Atwood o J.K. Rowling expresaban su preocupación por la “intolerancia hacia las perspectivas opuestas, la moda de la humillación pública y el ostracismo” que a su juicio gana fuerza en EEUU por parte de voces progresistas.

En el caso de los firmantes españoles, aclaran que se suman a “los movimientos que luchan no solo en Estados Unidos sino globalmente contra lacras de la sociedad como el sexismo, el racismo o el menosprecio al inmigrante”, pero manifiestan asimismo su “preocupación por el uso perverso de causas justas para estigmatizar a personas que no son sexistas o xenófobas o, más en general, para introducir la censura, la cancelación y el rechazo del pensamiento libre, independiente, y ajeno a una corrección política intransigente”.

Desafortunadamente, continúa el documento español, en la última se ha asistido a la “irrupción de unas corrientes ideológicas, supuestamente progresistas, que se caracterizan por una radicalidad, y que apela a tales causas para justificar actitudes y comportamientos que consideramos inaceptables”.

Lamentan que se hayan producido represalias en los medios de comunicación contra intelectuales y periodistas que han criticado los “abusos oportunistas del #MeToo o del antiesclavismo new age”; represalias que se han hecho también patentes en nuestro país mediante “maniobras discretas o ruidosas de ostracismo y olvido contra pensadores libres tildados injustamente de machistas o racistas y maltratados en los medios, o linchados en las redes”.

De todo ello tienen especial responsabilidad, acusan los intelectuales españoles, “líderes empresariales, representantes institucionales, editores y responsables de redacción, temerosos de la repercusión negativa que para ellos pudieran tener las opiniones discrepantes con los planteamientos hegemónicos en ciertos sectores”. Esta actitud de la “nueva radicalidad” implica, a su juicio, una actitud de “supremacismo moral” que creen contraria a los postulados de cualquier ideología que se reclame “de la justicia y del progreso”.