La ONU advierte de una posible “limpieza étnica” en Myanmar contra los rohingyas

EFE/Desalambre

El alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Ra'ad al Hussein, ha advertido este lunes de que en Birmania (Myanmar) puede estar produciéndose una “limpieza étnica” de la minoría musulmana rohingya, además de posibles crímenes contra la humanidad.

“Dado que Birmania ha rechazado permitir el acceso a investigadores de derechos humanos, la situación actual no puede ser evaluada plenamente, pero se parece a lo que se define en los libros de textos como limpieza étnica”, ha afirmado en su discurso de apertura de la trigesimosexta sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

En ella, Zeid ha recordado que ya advirtió el año pasado de graves violaciones contra los rohingyas y de ataques “extendidos y sistemáticos” contra esta comunidad en Birmania, que “posiblemente equivalen a crímenes contra la humanidad”. No es la primera vez que Naciones Unidas se pronuncia en estos términos. El pasado febrero, una investigación del Alto Comisionado apuntaba que las atrocidades cometidas contra los rohingya por parte de los agentes de seguridad y la expulsión forzada de sus hogares habían sido “descritos en otros contextos como limpieza étnica”.

“El Gobierno birmano debe dejar de fingir que los rohingyas queman sus propias casas y devastan sus propios pueblos. Esta negación completa de la realidad daña enormemente” la imagen internacional del Ejecutivo, ha apuntado Zeid.

“Insto al Gobierno a poner fin a sus crueles operaciones militares actuales, a rendir cuentas por todas las violaciones ocurridas y a revertir el patrón de la severa y extendida discriminación contra la población rohingya”, ha añadido. Asimismo, ha pedido a las autoridades birmanas que permitan a su oficina el “acceso sin restricciones al país”.

313.000 refugiados rohingya han cruzado la frontera

La oficina de la ONU en Bangladesh ha cifrado en 313.000 los miembros de la minoría musulmana rohingya que han llegado a este país desde el pasado 25 de agosto huyendo de la ola de violencia que estalló en Myanmar contra ellos.

En un informe publicado este lunes, el Grupo de Coordinación Intersectorial detalla que la mayoría de los nuevos refugiados, unos 156.000, se alojan en asentamientos temporales y campamentos ya existentes, mientras que unos 90.000 se encuentran en comunidades de acogida. Los 67.000 restantes se han instalado en asentamientos “espontáneos”, se explica en la nota, en la que se añade que, pese a que el flujo de rohingyas prosigue, éste fue “más lento” que en días anteriores.

El número de llegados a la zona suroriental de Bangladesh no ha dejado de aumentar desde hace dos semanas, cuando un ataque de un grupo insurgente rohingya contra casetas policiales y militares en el estado de Rakhine, en el noroeste de Birmania, fue respondido con una operación militar en la zona.

La formación insurgente, el Ejército de Salvación Rohinyá de Arakan (ARSA), declaró el sábado un alto el fuego durante un mes para permitir la entrada de asistencia humanitaria, algo que ha sido rechazado por el Gobierno birmano. “No negociamos con terroristas”, apuntó el portavoz de la líder birmana, Aung San Suu Kyi, a través de Twitter, en lo que supone la única respuesta oficial a la oferta de los rebeldes, que pedían reciprocidad a las autoridades para aliviar la crisis humanitaria de la minoría musulmana rohingya.

La nueva oleada de refugiados se produce después de que a finales del año pasado el Ejército birmano llevara a cabo otra campaña militar tras un ataque insurgente, que en aquella ocasión provocó el éxodo de 87.000 rohingyas y la condena de organismos internacionales y organizaciones de derechos humanos.

Para Zeid, se trata de una operación “aparentemente mucho más importante” en esta ocasión en comparación con otra en octubre pasado. El diplomático jordano considera que la operación actual “es claramente desproporcionada y sin respeto a los principios básicos del derecho internacional”.

El alto comisionado sostiene que su oficina dispone de “múltiples” informes e imágenes de satélite que muestran cómo las fuerzas de seguridad birmanas y milicias locales han quemado pueblos rohingyas, y relatos constantes de asesinatos extrajudiciales. Asimismo se ha mostrado consternado por las informaciones de Amnistía Internacional (AI) acerca de la existencia de minas antipersona en la frontera con Bangladesh plantadas supuestamente por el Ejército birmano.

También ha denunciado declaraciones oficiales que apuntan a que los refugiados que han huido de la violencia solo podrán regresar si pueden aportar “pruebas de nacionalidad”, un “ardid cínico” por parte del Ejecutivo para “transferir forzadamente a grandes números de personas” fuera del país, dado que los rohingyas son una población apátrida y no tienen derechos políticos y civiles desde 1982. Las autoridades birmanas los consideran inmigrantes ilegales bengalíes, pese a llevar viviendo varias generaciones en este país del sudeste asiático.

La respuesta de Bangladesh e India

Entre 300.000 y 500.000 rohingyas vivían ya antes de esta crisis en Bangladesh, país que solo reconoce como refugiados a 32.000 de ellos, afincados en los campos del distrito suroriental de Cox's Bazar. Zeid ha alentado al Gobierno bangladesí a mantener abiertas las fronteras para los refugiados, y ha urgido a la comunidad internacional a ayudar a las autoridades a recibir y asistir mejor a estas personas.

Por contra, el alto comisionado ha “deplorado” las medidas actuales de la India para deportar a rohingyas en un momento de tanta violencia en su país. La India es hogar de unos 40.000 rohingyas, de los que 16.000 han recibido el estatus de refugiados. El diplomático ha recordado que, como nación que ha ratificado el Convenio internacional sobre Derechos Civiles y Políticos, la India no puede efectuar “expulsiones colectivas” o devolver a personas a un lugar donde se enfrentan al riesgo de la tortura u otros abusos graves.

3.000 muertos según el Gobierno bangladesí

El Gobierno de Bangladesh se hizo eco este lunes de “informes extraoficiales”, según los cuales más de 3.000 rohingyas han muerto, desde el pasado 25 de agosto, en la ofensiva militar en el Estado birmano de Rakhine.

“De acuerdo con las fuentes no oficiales, más de 10.000 casas han sido quemadas y más de 3.000 rohingyas han muerto en la operación de seguridad”, ha indicado el ministro de Exteriores bangladesí, Mahmood Ali, en un discurso durante un encuentro con la comunidad diplomática en Dacca, al que tuvo acceso Efe.

En una rueda de prensa posterior, Ali ha afirmado que “muchos” han calificado la respuesta de las autoridades birmanas a una serie de ataques de un grupo insurgente rohinyá de “genocidio”.

“El mundo entero está de nuestro lado, en el lado de la población rohinyá. Todo el mundo está diciendo que la forma en que están siendo asesinados, el uso de la fuerza deben parar. Muchos de ellos dijeron que es genocidio”, ha apuntado el ministro. Además, ha asegurado que la guerra no es la “solución” y defiende que los rohingyas no pueden probar que son ciudadanos birmanos si sus casas son quemadas.