Vivimos en un sistema global que histórica y estructuralmente favorece la perpetuación de las injusticias y las desigualdades, que se manifiestan en la pobreza y la exclusión social de grandes sectores de la sociedad.
De todas las políticas sociales, la educativa es la más poderosa para luchar contra esta situación. La educación es una herramienta esencial para garantizar la igualdad de oportunidades y para ofrecer un espacio privilegiado para la formación de ciudadanos y ciudadanas críticas y participativas, que busquen dar respuestas éticas a los desafíos del mundo actual. Para ello, no sólo es imprescindible el acceso universal a una educación de calidad, sino también la garantía del acceso a una educación que genere conciencia de ciudadanía global, de pertenencia a un solo mundo en el que todas las personas encuentren un lugar digno en el que disfrutar de sus derechos. La educación es, por tanto, una responsabilidad universal y un derecho humano, individual y colectivo.
Sin embargo, la concepción tecnocrática de la educación que intenta imponer la LOMCE refuerza la globalización neoliberal, actuando como una eficaz herramienta para mantener el sistema económico vigente, basado en el individualismo y la competitividad. Por eso, la comunidad educativa y la sociedad en general dice “basta”.
Tere, una de las maestras de la Red de educadores y educadoras para una ciudadanía global, nos recuerda, con frecuencia, lo que cada persona es capaz de transformar desde su propio metro cuadrado, desde su propio espacio de actividad. Es admirable como, en múltiples rincones del Estado, personas como Tere luchan contra una ley injusta; unas estructuras antiguas; una ciudadanía que no reconoce el valor del educador y educadora, y demuestran que otra educación, además de necesaria, es posible y ya está en marcha.
Ya hace tiempo que contamos con experiencias que desde la pública apuestan por una educación emancipadora, que promueve una ciudadanía activa que transforme la sociedad. Una educación transformadora que pone a la persona en el centro y el bien común en el horizonte. Una educación que no sigue la rigidez del currículum, que apuesta por las personas como protagonistas de su propio crecimiento, que cuenta con la familias y que tiene la mirada en la construcción de un mundo más justo, desde una dimensión global, en la que las fronteras entre lo propio y lo ajeno se diluyen para converger en lo común.
Así pues, es socialmente urgente la derogación de la LOMCE y la construcción colectiva de una legislación nueva que garantice el derecho a toda persona a formarse a lo largo de toda la vida y, a su vez, nos garantice el desarrollo como sociedad. Para ello, es necesario un amplio pacto social a favor de una educación pública y de calidad, que recoja las principales líneas de consenso y garantice la estabilidad y la calidad que las personas y el mundo del siglo XXI requieren.
La ciudadanía ya se está organizando. Algunos ejemplos son el Manifiesto por la paralización de la LOMCE que ha lanzado la plataforma La educación que nos une o el Encuentro social de debate por una nueva Ley Educativa, celebrado recientemente en Madrid. Ahora les toca a las y los responsables políticos poner las condiciones y los recursos necesarios para la misma.
Otra educación es urgente. Otra educación es posible. Otra educación está en marcha.
Sobre este blog
¿Ricos más ricos y pobres más pobres? Nuestra sociedad está llena de brechas que incrementan las diferencias entre unos y otros. (Des)igualdad es un canal de información sobre la desigualdad. Un espacio colectivo de reflexión, análisis y testimonio directo sobre sus causas, soluciones y cómo se manifiesta en la vida de las personas. Escriben Teresa Cavero y Jaime Atienza, entre otros.
