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La banca se arma para competir con las fintech, empresas del sector de la “tecnología financiera”

Carmina Barrios se ha convertido en imagen de una empres de Fintech.

Marta Garijo

En el sector financiero la tecnología cobra cada vez un papel más relevante. “Estamos ante un nuevo ecosistema financiero digital”, aseguraba hace unos días el presidente de BBVA Francisco González durante la presentación de resultados del banco. González es uno de los banqueros que más claro tiene este cambio de paradigma que ha producido un boom de lo que se conoce como fintech, aplicaciones o programas para gestionar las finanzas personales.

La inversión global en este tipo de compañías se triplicó en 2014 hasta alcanzar los 12.200 millones de dólares en todo el mundo, según un informe de Accenture que apunta además que Europa es la región donde más rápido se produce este crecimiento. Ese auge ha llevado a que las fintech tuvieran su espacio en Davos y protagonizaran parte de las intervenciones de los jefes de los grandes bancos a la hora de presentar su estrategia. Frente a esto, la banca tradicional reorganiza su estrategia para potenciar su vertiente más digital.

En el caso de España, se calcula que existen 83 compañías de fintech que captaron en 2014 un total de 93 millones de euros de inversión destinada al sector tecnológico, según los datos del comparador financiero de la OCU. A esto habría que sumar las que operan en nuestro país aunque tengan sede en otros mercados. La respuesta más reciente de la banca tradicional ha sido el desarrollo de aplicaciones de pago propias, plataformas móviles o inversiones estratégicas en startups.

La banca tradicional se ha preparado para hacer frente la eclosión de las pequeñas empresas independientes que estaban entrando a competir en el mundo de las finanzas. La última gran apuesta ha sido la de Caixabank que ha lanzado un banco digital bajo el nombre de Imaginbank. Esta plataforma está dirigida sobre todo a captar un público joven -la generación que se enmarca entre los nacidos en los 80 y los primeros 2000- ya que que solo funciona en móviles y tablets, aunque la entidad explica que no hay límite de edad para ser cliente.

Pero otros grandes bancos españoles ya estaban tomando posiciones en el sector tecnológico para no dejar que les coman la tostada desde fuera. BBVA ha comprado el 29,5% de Atom Bank, un banco exclusivamente móvil que ha obtenido licencia bancaria en el Reino Unido y que empezará a funcionar en los próximos meses tras anunciar que usará biometría para identificar a sus clientes. También compró Simple en 2014, una app para organizar gastos.

Su competidor, Santander, se ha hecho con una unidad de financiación e inversión con el fondo InnoVentures que ha invertido en empresas como Ripple, una startup que desarrolla la tecnología blockchain -que se utiliza por ejemplo en las monedas virtuales- y que permitirá en el futuro hacer transferencias internacionales en tiempo real.

Monederos virtuales

A estas iniciativas digitales se suma la lanzada recientemente ING que desarrolló Twyp, una 'app' para realizar pequeños pagos entre móviles que no requiere que seas cliente del banco y que ha utilizado a Carmina Barrios -madre de María y Paco León- como imagen. “Twyp es el acrónimo de the way you pay, es una app gratuita te permite enviar y recibir dinero de forma rápida e inmediata a cualquieer persona que tengas en tu agenda sea del banco que sea. Tiene un componente social al pedir dinero a tus contatos en el chat, como un whatsapp con facilidad de pagos”, explica Gonzalo Caselles, director del Área de Medios de Pago de ING. El máximo que puede transferirse son 1.000 euros anuales. Preguntado por la seguridad y la protección de los datos, Caselles apunta que la app tiene una clave de cuatro dígitos similar a la clave de una tarjeta a lo que se suma las medida de seguridad del teléfono, y añade que no se guardan los contactos.

Casi dos años antes, CaixaBank, Banco Santander y Telefónica habían lanzado en alianza Yapp, que también permite enviar dinero móvil a móvil entre usuarios.

“Las fintech han surgido a pesar de los bancos y cada vez notamos mayor interés por su parte por nuestra nueva manera de entender el mundo financiero. Tenemos una buena relación como clientes y como competidores que somos”, explica Philippe Gelis, cofundador y director ejecutivo de Kantox, una de las empresas que forman parte de la Asociación Española de Fintech.  Aunque de origen español, Kantox se ha instalado en Londres para aprovecharse de la regulación financiera allí que le abriría las puertas a otros mercados.

Una de las reivindicaciones del sector ha sido la de desarrollar una normativa bajo la cual se pueda desarrollar un negocio en ciernes. “Es importante ajustar el traje para que quepan tambien estas figuras”, dice Xavier Foz, socio del área bancaria del despacho Roca Juvent socio de la asociación. Foz explica que en la actualidad la normativa que se aplica es la relativa a cada actividad, por ejemplo, en el caso de una empresa de servicios de inversión esta deberá seguir la normativa de una Eafi tradicional.

“No hay una ley de fintech porque no se crea un servicio nuevo, son cosas que ya se prestaban a nivel offline”, apunta. Únicamente donde existe una regulación propia es en el caso de las plataformas online de crowdfunding, equity crowdfunding y crowdlending que están reguladas por la normativa de Fomento de la financiación empresarial de abril de 2015.

Con estos mimbres, el sector busca encontrar el camino que permita la combinación entre fiabilidad de la banca tradicional y la inmediatez de las nuevas tecnologías.

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