Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
El concejal y la funcionaria de Chamberí que negaron licencia de obras a la pareja de Ayuso acabaron fuera de sus puestos
El PP de Feijóo cierra filas con Isabel Díaz Ayuso
OPINIÓN | '¡No disparen al periodista!', por Raquel Ejerique

¿Por qué Holanda es el único país de la UE que no ha pedido aún los fondos de recuperación?

El primer ministro neerlandés, Mark Rutte.

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

13

Holanda es el único país de la UE que aún no ha pedido los fondos de recuperación. ¿Por qué? Este viernes entregó su plan Bulgaria, y Países Bajos se ha quedado como el único Estado de la Unión Europea pendiente de mandar su plan a la Comisión Europea. Es verdad que Polonia y Hungría los presentaron hace meses, pero las evaluaciones están bloqueadas por su deriva autoritaria y homófoba. Suecia, por su parte, sigue negociando el suyo con Bruselas.

¿Y Países Bajos?

El Gobierno ya anunció que se saltaría el plazo orientativo del 30 de abril por las elecciones legislativas del 17 de marzo, y que prefería que se conformara un nuevo Gobierno para elaborar los planes, cosa que no ha hecho Bulgaria, por ejemplo. Sin embargo, han pasado ya nueve meses desde las elecciones, no hay nuevo Gobierno y tampoco planes, y cada vez está menos lejos el plazo definitivo, verano de 2022.

“Holanda es el único país de la UE que no ha presentado una propuesta para los fondos Next Generation EU”, decía este viernes Rem Korteweg, del think tank Clingendael Institute: “La excusa es un gobierno en funciones y negociaciones de coalición difíciles. Pero detrás de esto está que los Países Bajos no quieren que sus finanzas sean escrutadas por otros. Hay que recordar que fueron los Países Bajos los que presionaron con fuerza para que se introdujera ese escrutinio, a cambio de dar su apoyo al Next Generation EU [los fondos de recuperación europeos]”.

En efecto, en las negociaciones de cuatro días y cuatro noches del verano de 2020 en Bruselas, el primer ministro holandés, Mark Rutte, junto con sus aliados autodenominados frugales –Austria, Dinamarca, Suecia y Finlandia– estuvo bloqueando la aprobación de los fondos por dos motivos: la vinculación con el cumplimiento del Estado de Derecho –con un ojo puesto en Hungría y Polonia– y freno de emergencia a la entrega de los fondos en mano de los Estados –con el otro ojo puesto en los países del sur–.

Holanda puede pedir hasta 6.000 millones de euros en transferencias, pero el gabinete saliente dice que quiere dejar la elaboración del plan de recuperación a un nuevo gobierno y la formación del gabinete aún no se ha producido. Por otro lado, la economía holandesa se va recuperando bien de la crisis del coronavirus y este año llegará a niveles previos a la pandemia.

La Comisión está revisando las solicitudes y los planes de recuperación, y ya ha aprobado 22 de las 26 solicitudes recibidas.

El fondo de recuperación es de 750.000 millones en subvenciones y préstamos, a cambio de reformas: más de un tercio debería ir a la transición climática, y el 20%, a digitalización.

Además, los planes deben cumplir con las recomendaciones por país del Semestre Europeo, el mecanismo de gobernanza económica de la Comisión Europea. Y entre esas recomendaciones están las críticas al sistema fiscal holandés, por ejemplo.

Una de sus principales vías de ingresos, la fiscalidad agresiva, que puede estar en sus últimas horas si termina aplicándose el impuesto de sociedades mínimo del 15% como ha acordado la OCDE.

Como puede verse en las recomendaciones por país de la Comisión Europea de febrero de 2020, las últimas elaboradas con tanto detalle por la pandemia, el Ejecutivo comunitario afirma: “Las empresas que realizan una planificación fiscal agresiva utilizan las normas fiscales de los Países Bajos. Han aprovechado los desajustes y lagunas en el marco tributario internacional para reducir su carga tributaria. Esto trae consigo problemas importantes, como pérdidas de ingresos y ventajas competitivas injustas. Un estudio encargado por el Ministerio de Finanzas holandés muestra que los Países Bajos albergaban unas 15.000 empresas buzón en 2017, con un balance de casi 4,5 billones de euros, unas seis veces el PIB del país y el 80% de las existencias de inversiones directas extranjeras en Holanda”.

La evaluación de Bruselas afirma: “Según un documento reciente del FMI, los Países Bajos son el segundo mayor receptor de inversiones extranjeras directas realizadas a través de entidades de propósito especial en todo el mundo después de Luxemburgo, y los dos países albergan casi la mitad de las empresas de buzón del mundo”.

Además, la Comisión Europea señalaba: “Existen desafíos a largo plazo en el mercado de la vivienda, el mercado laboral y el sistema de pensiones que aún deben abordarse en su totalidad. Si bien el gobierno ha adoptado medidas de política para mejorar la oferta de viviendas y reducir la elevada deuda de los hogares, siguen existiendo importantes incentivos para incurrir en deudas. Además, se necesitan más inversiones en I + D, capital humano y medidas climáticas y energéticas para impulsar el crecimiento de la productividad a largo plazo y abordar la transición hacia una economía baja en carbono. Abordar estos desafíos respaldaría aún más la resistencia de la economía holandesa y reduciría los riesgos derivados de los desequilibrios”.

Es decir, aunque el ministro de Finanzas, que aparece en los papeles de Pandora, Wopke Hoekstra, acusara al sur de malgastar el dinero en plena pandemia, los desafíos de la economía holandesa no son pocos. “La deuda privada sigue siendo alta según los estándares internacionales, a finales de 2018 era del 242% del PIB”, afirmaba la Comisión Europea en su informe de país de febrero de 2020. Bruselas concede que “representa una reducción significativa de su pico de 267% del PIB en 2014”, pero recordaba “que se mantiene muy por encima del media de la zona del euro, del 135% del PIB. Tanto la deuda de los hogares, al 102% del PIB, como la deuda corporativa no financiera, al 140% del PIB, excede por mucho los umbrales”.

Etiquetas
stats