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Ante la crisis económica del covid-19 ¿Quién merece salvarse?

Captura del vídeo de PACMA sobre becerradas de Valmojado

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El 8 de agosto, algunos medios autonómicos se hicieron eco del firme compromiso de la Diputación de Cáceres con la tauromaquia, y cito: “echa un capote a la Fiesta Nacional, al aprobar una línea de ayudas de 500.000 euros para las 67 explotaciones de la ganadería de lidia que hay en la provincia, con un máximo de 11.440,48 euros por instalación o empresa”

Cualquier persona que en Extremadura esté en contacto con pequeños empresarios o autónomos, sabe que el acceso a las ayudas no está siendo en absoluto fácil, ni rápido. Que algunos bancos, si has dado pérdidas en 2020 te niegan la posibilidad de un crédito, antes de empezar a hablar. Y que si hay un sector al que la crisis del coronavirus ha dejado olvidado es el sector cultural. Eso puedo defenderlo en primera persona porque soy una de esas personas de la cultura que ha quedado en tierra de nadie.

En la ciudad de Cáceres he visto desaparecer dos de mis librerías favoritas este último año, y tambalearse otras. Empresas de programación artística han quedado varadas, y no puedo dejar de volver a pensar, como lo pienso siempre, que el apoyo a la tauromaquia no es una cuestión ni de justicia, ni de cultura, sino una cuestión de clase.

¿Saben ustedes que Extremadura es la región que más dinero público destina al sector cultural? ¿Saben ustedes que la tauromaquia es, gracias al PP, Patrimonio Cultural de España desde 2013? De modo que esa cifra tan halagüeña para nuestra región posiblemente, o presuntamente, maquilla un desvío de fondos. Y las actividades culturales promotoras del crecimiento intelectual, base del equilibrio emocional no reciben más apoyo institucional que en otras regiones, lo que sucede es que el dinero de cultura se destina en gran parte hacia actividades atávicas que en otros países fueron prohibidas en el siglo XVIII.

Sí, han leído bien. La tauromaquia no es una actividad ligada de forma exclusiva a la península ibérica históricamente, por el contrario era algo común en toda la Europa Medieval. En este punto les recomiendo leer al Doctor en Historia Juan Ignacio Codina, cuya tesis doctoral recoge el pensamiento antitaurino durante los últimos ocho siglos.

La cuestión es que España, para alejarse del pensamiento ilustrado, se reafirmó en valores medievales, y esos contravalores humanos fueron abrazados en primera persona por la clase aristocrática de nuestro país, para dar ejemplo a toda la población.

Es bien sabido que la aristocracia en el mundo se ha guardado para sí dudosos placeres, como la caza o la prostitución de lujo. En nuestro país, y mucho más en nuestra región, la tauromaquia se establece como parte de una alianza de clase.

Nos hablan de puesto de trabajo, que es una forma fácil que han encontrado de zanjar las discusiones tanto en derechos de los animales, como en derechos medioambientales. Pero sucede siempre, que cuando vas a buscar la información, lo que encuentras es triste y desalentador. Esos puestos de trabajo que hay que defender son pocos, y en el caso de la tauromaquia, además están mal retribuidos.

Según los datos del Ministerio de Cultura (http://estadisticas.mecd.gob.es/CulturaDynPx/culturabase/index.htm?type=pcaxis&path=/t23/p23b/a2019/&file=pcaxis) en el ámbito de la tauromaquia sucede algo curioso. La actividad cae un 61%, pero el número de inscritos aumenta un 21%. Inscritos en 2012: 7,907; Inscritos en 2019: 9.993, de los cuales 991 tienen más de 65 años.

AVATMA en su informe sobre la sostenibilidad de la dehesa (https://avatma.org/2020/10/30/dehesa-vs-ganaderia-de-lidia/), nos fácilita datos sobre el empleo en las explotaciones del toro de lidia, donde el 60% cuentan con un solo empleado fijo y la contratación de trabajadores temporales es para faenas puntuales como el herrado, saneamiento, tientas, manipulación de cornamentas, y embarque de los animales.

Pero la paradoja continúa y crece. En los últimos años han aumentado en 12 (hay 1339) las ganaderías de lidia en España, a pesar de la caída de un 63,4% de las corridas de toros. Aunque eso tiene una explicación económica que nos llega de manos de un taurino. Un estudio realizado por Joan Enrich, ingeniero agrónomo de la Universidad Pública de Navarra en el año 2013 y titulado “Eficiencia técnica económica de las ganaderías de toros de lidia”, donde analiza 18 ganaderías de lidia, casi un tercio de los ingresos de las ganaderías (31,6%) provienen del Programa Agrario Común (PAC) de la Unión Europea, aunque en algunos casos, las subvenciones de la PAC pueden suponer el 50% de los ingresos de las ganaderías.

Entiendo que las ganaderías de Cáceres no son una excepción y seguirán recibiendo el dinero de la UE; no han comunicado lo contrario. Pero quiero señalar que en el cómputo nacional, antes de la pandemia, solo el 30% de las ganaderías conseguía vender animales para festejo en plaza. ¿No les resulta curiosa la opacidad de sus cuentas? Incluso la forma en que nos hablan en los artículos de prensa, esa forma lastimera en que explican que van a tener que llevar a los animales al matadero, es una manipulación ya que es indudable que la mayor parte de esos animales ha terminado sus días en los mataderos (con aturdimiento previo compasivo antes de su muerte) antes ya del 2019.

Y para despedirme, les quiero recomendar que se asomen a la web Esto lo pagas tú ( https://estolopagastu.info/) donde se recopila información económica de interés, y además enlaces a las tramas de corrupción, el intercambio de favores entre subvenciones, puestos de poder y puertas giratorias.(https://estolopagastu.info/corrupcion-tauromaquia/) que se han ido descubriendo en los últimos años, y los enlaces entre las ganaderías de lidia con otros negocios como el ladrillo, el arroz o el aceite.

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