Tres de las cuatro especies de buitres están amenazadas
Pese a su mala fama literaria y cultural, el buitre es un elemento básico para el buen funcionamiento de un ecosistema, un auténtico “basurero natural” ya que su dieta carroñera reduce e incluso elimina la expansión de enfermedades como el botulismo, la tuberculosis o incluso la rabia, al devorar los cadáveres.
De las cuatro especies de buitres que crían en España, tres se encuentran amenazadas debido a las “pésimas” condiciones de conservación. “Un síntoma más de que estamos destruyendo el planeta”, denuncia uno de los principales expertos españoles, Fidel José Fernández.
La población de buitres en España es la más abundante de toda Europa, pese a lo cual “su situación es desastrosa y está en declive generalizado” según Fernández, que es presidente del Fondo para el Refugio de las Hoces del Riaza (Segovia) y que ha aprovechado el Día Internacional de la Concienciación sobre los Buitres que se celebra el primer sábado de septiembre para lanzar este aviso.
Las cuatro especies nidificantes en nuestro país son, por orden de abundancia en cuanto a número de ejemplares, el buitre leonado (Gyps fulvus), el buitre negro (Aegypius monachus), el alimoche (Neophron percnopterus) y el quebrantahuesos (Gypaetus barbatus).
El buitre leonado es el único que no está amenazado, ya que en el último censo de 2008 se contabilizaron más de 24.600 parejas reproductoras repartidas por la península y Baleares, lo que representa el 94 % del total europeo.
El buitre negro, que figura en el Libro Rojo de las Aves de España elaborado por la organización conservacionista SEO/BirdLife clasificado como “vulnerable”, contaba según el censo de 2006 con 1.845 parejas reproductoras, es decir, el 98 % de la población europea.
En peor situación está el alimoche, que sufre un declive generalizado del que “no se conocen con precisión las causas”, y sólo quedan 1.400 parejas repartidas “de forma dispersa” por la península además de en Menorca y Fuerteventura.
Pero la situación más preocupante es la del quebrantahuesos, cuya “única población viable en toda Europa” se concentra en las 120 parejas que habitan los Pirineos, aunque hay algunos pequeños grupos en Córcega, Creta y los Alpes, donde viven cinco parejas gracias a un proyecto de reintroducción que también se desarrolla en Andalucía.
Las amenazas
El principal problema de estas rapaces es el hambre pues “desde el problema de las vacas locas hace veinte años, se prohibió el depósito de los animales muertos en el campo, como se había hecho siempre”.
Otra amenaza para su supervivencia es el diclofenato, un medicamento antiinflamatorio para el ganado, que causa la muerte de unos 6.000 ejemplares anuales: cuando un buitre ingiere los restos de un animal tratado, fallece a las pocas horas.
De hecho, la “hecatombe de los buitres comenzó en el sur de Asia”, recuerda Fernández, donde el diclofenato “fue responsable de la desaparición del 99 % de rapaces, hasta que varios países prohibieron su uso”.
Cebos ilegales, tendidos eléctricos y parques eólicos también producen electrocuciones y colisiones, y a ello hay que sumar la presión de los visitantes en zonas de cría, ya que los buitres huyen y dejan solo al huevo o al pollo, que puede así morir más fácilmente.
En África estos animales también se enfrentan a la amenaza de los cazadores furtivos, que los matan para que su presencia no les delate ante los guardas, por ejemplo envenenando con cianuro los cadáveres de los elefantes a los que abaten por el marfil.
Según los datos de SEO/BirdLife, 7 de las 11 especies que habitan el continente negro han visto elevado su riesgo de extinción, y otras 4 están en “estado de amenaza crítica”.