Extremadura, única región con muertes por el virus del Nilo Occidental en lo que va de año

En los meses que han transcurrido de 2025, Extremadura se ha convertido en la única comunidad autónoma española con fallecimientos por el virus del Nilo Occidental. Cuatro personas han muerto, una más que el año anterior, y se han confirmado 24 casos positivos, incluidos dos recientes de esta misma semana, y otros cuatro asintomáticos más detectados por el Banco de Sangre. La mayoría de los afectados estaban ingresados en el Hospital Don Benito–Villanueva de la provincia de Badajoz y eran de edad avanzada.

La situación contrasta con la evolución en Andalucía, que en 2024 registró 87 casos y diez muertes, pero este año apenas ha contabilizado un único contagio en Almería. El presidente del Colegio Oficial de Veterinarios de Cáceres, Juan Antonio Vicente, atribuye esta diferencia a la planificación: “En Andalucía han hecho un plan muy serio y ahí están los resultados. En Extremadura se deben cambiar algunas cosas”.

Vegas Altas: el epicentro extremeño

El virus del Nilo Occidental (WNV), del género Flavivirus, circula entre aves y mosquitos. Se transmite a humanos y caballos por la picadura de mosquitos infectados, principalmente del tipo Culex, pero nunca de persona a persona. El 80% de los infectados son asintomáticos; los síntomas leves incluyen fiebre, cansancio y sarpullido. En menos del 1% de los casos, especialmente en personas mayores o con patologías previas, puede provocar meningoencefalitis, parálisis o la muerte.

La mayoría de los contagios se concentran en la comarca pacense de Vegas Altas, caracterizada por arrozales, maizales y casas de campo, hábitat ideal para el mosquito transmisor, según todos los estudios. Las especies predominantes son Culex perexiguus y Culex pipiens. El virus se transmite cuando estos mosquitos se alimentan de aves portadoras, que actúan como reservorio natural. Hay que tener en cuenta que humanos y caballos, aunque pueden enfermar, no contagian a otros.

Factores ambientales y vigilancia sanitaria

La actividad del mosquito se mantiene entre los 20 y 30 ºC, disminuyendo pues con el frío. Periodos de humedad prolongada, lluvias irregulares, aguas estancadas y temperaturas elevadas favorecen su proliferación. La pérdida de hábitats naturales y la alteración del paisaje agrícola agravan el problema. Vicente destaca que el virus es un desafío sanitario y ambiental, en línea con el enfoque One Health: “Aquí se juntan un problema humano, animal y ambiental, por lo que se necesitan colaboraciones multidisciplinarias y una respuesta conjunta en vigilancia, investigación y prevención”.

Es cierto, explican desde el Colegio de Veterinarios, que cada semana se realizan capturas de mosquitos en puntos estratégicos para detectar circulación viral mediante PCR. También se emplean caballos centinela como sistema de alerta temprana: “Los caballos detectan antes la presencia del virus”, explica Vicente. Esta vigilancia permite anticipar brotes humanos y ajustar las medidas preventivas, como la aplicación de larvicidas en los momentos clave.

Prevención y gestión institucional

Las enfermedades vectoriales, como la fiebre del Nilo, son difíciles de prevenir por su dependencia de factores naturales. La fumigación masiva está descartada por su impacto ecológico; entonces se opta por intervenciones controladas y selectivas. También es verdad que las diputaciones de Cáceres y Badajoz han impulsado campañas y subvenciones para tratamientos adecuados, iniciadas en mayo. Sin embargo, Vicente advierte que “el problema es la continuidad. Eso no se puede hacer una sola vez y olvidarse”.

La falta de personal especializado y de coordinación institucional complica la gestión. “Posiblemente las medidas ya están ahí; el problema es quién las toma y quién no. No solo veterinarios, también pueden hacerlo biólogos especializdos, pero tiene que ser personal preparado, es evidente”, insiste Vicente, por lo que reclama mayor implicación del Colegio de Veterinarios con una colaboración más fluida con la Junta de Extremadura.

Por qué Extremadura sufre más que otras regiones

Los especialistas atribuyen el aumento de casos en Extremadura a una combinación de factores que, al actuar juntos, han convertido a la región en el principal foco del virus del Nilo Occidental en España. En primer lugar, la concentración geográfica de los contagios —especialmente en zonas como Vegas Altas— incrementa la probabilidad de que el virus afecte a personas vulnerables. A esto se suman las condiciones ambientales propicias para la proliferación del mosquito transmisor: temperaturas elevadas durante más meses, presencia de arrozales y aguas estancadas, y una menor presencia de depredadores naturales.

Además, la vigilancia sanitaria en Extremadura es muy activa y exhaustiva, lo que permite detectar casos que podrían pasar desapercibidos en otras comunidades. Esta detección temprana, aunque positiva desde el punto de vista de la salud pública, también contribuye a que las cifras oficiales sean más altas. El perfil de los pacientes —mayores con enfermedades previas— y el componente aleatorio propio de cualquier brote epidemiológico completan el cuadro. En conjunto, estos elementos explican por qué Extremadura ha pasado de tener casos aislados a convertirse en el epicentro nacional del virus en 2025.

Autoprotección: clave para frenar el virus

Ante la imposibilidad de erradicar el virus, las autoridades sanitarias recomiendan medidas de autoprotección: ropa de manga larga, uso de repelentes, evitar salir al amanecer o al atardecer, eliminar recipientes con agua, tapar depósitos, limpiar desagües, evitar perfumes y colocar mosquiteras. Las diputaciones han reforzado tratamientos en parques y zonas húmedas, pero Vicente recuerda: “Si la persona que vive en el campo no pone mosquiteras, no hay nada que hacer”.

Andalucía, según los expertos, ha logrado contener con éxito la propagación del virus del Nilo Occidental gracias a un plan integral de vigilancia y control pionero en España. La Junta mantiene activos más de un centenar de puntos de muestreo para detectar la presencia del mosquito vector y ha implicado a los ayuntamientos en planes locales de prevención que incluyen fumigaciones, eliminación de aguas estancadas y campañas informativas a la población. Aunque no puede hablarse aún de erradicación total, la coordinación entre administraciones, la detección temprana en humanos y animales y la mejora de los protocolos sanitarios han permitido reducir drásticamente los casos y evitar nuevos brotes en la región.

La fiebre del Nilo Occidental no es nueva, pero el cambio climático y la alteración de los ecosistemas la han convertido en una amenaza persistente. Extremadura afronta en 2025 un reto que va más allá de la salud pública: proteger a los más vulnerables y aprender a convivir con un virus que ya forma parte del entorno.