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Estudiantes esperan a que finalice el confinamiento para ir al monte recoger las imágenes de animales que captan sus cámaras

Búho grabado por el Proxecto Rebinxe en la sierra do Xistral (Lugo)

Daniel Salgado

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Hace un año y medio que los alumnos del instituto San Rosendo de Mondoñedo (Lugo) instalaron ocho cámaras de fototrampeo en la sierra do Xistral. Dirigidos por su profesor de biología, Óscar Chao, querían investigar al lobo. Pero por delante de los aparatos, que se activan con el movimiento, han pasado todo tipo de animales salvajes. Su cine de la naturaleza muestra imágenes inéditas de la fauna gallega y al tiempo les proporciona ingentes cantidades de información sobre su propio hábitat.

“Se dice que la fauna se acerca más a la población ahora que no hay gente debido al confinamiento”, explica Óscar Chao, “no es así. Lo que pasa es que hay más gente que mira por la ventana. Pero el comportamiento de los animales salvajes no se modifica en un mes”. Ese mes, en realidad casi dos de estado de alarma y limitación de movimientos, es el tiempo que hace que el Proxecto Rebinxe -así bautizaron la iniciativa- no puede revisar sus cámaras y procesar sus datos. Que seguramente contendrán nuevas imágenes no solo de lobos, sino también de ciervos, martas, corzos, garduñas o ginetas.

Rebinxe, que significa “rebelde” en la variante del gallego de Mondoñedo y a la vez es un acrónimo de “recuperación de la biodiversidad en la geografía rural”, decidió instalar sus dispositivos en el monte para aprender sobre el lobo. O da la miúda [el de la pequeña lana] llamaron a la idea. Así es como nombran los paisanos del lugar al animal innombrable. “Con las cámaras, estudiamos la localización de las manadas de lobos, identificamos los miembros que las componen, cómo se mueven...”, expone el profesor Chao, “el estado de conservación de sus hábitats... Ahora sabemos de tres o cuatro ejemplares con las patas heridas por lazos o trampas, por ejemplo”.

Para colocar las cámaras en “puntos clave”, los estudiantes -que cursan entre primero de ESO y primero de Bachillerato- investigaron antes cómo se rastrean indicios del paso del lobo, huellas, rascaduras. Y llegaron los resultados, “un montón de información, difícil de tratar por ser tanta”, que ceden a diferentes entidades que lo solicitan. “La idea es que se convierta en un estudio científico protagonizado por el alumnado”, señala el docente. Mientra, sus investigaciones no solo arrojan luz sobre biología.

“Al mismo tiempo que conocemos más a los animales salvajes, estudiamos topónimos relacionados con ellos, la historia de la comarca o las narraciones y leyendas”, dice, “es un proyecto que comenzó vinculado a la clase de biología pero ahora ya es transversal”. Y que en realidad comenzó hace dos años y no centrado en el lobo.

Control natural de plagas

El plan inicial consistía en trabajar, desde el instituto San Rosendo, en la recuperación de la biodiversidad asociada al medio rural. “El alumnado del centro procede del ámbito rural”, apunta Óscar Chao, “muchos de familias con explotaciones agrícolas. Entonces decidimos investigar sobre el control natural de plagas”. Habilitaron refugios para especies insectívoras o rapaces, útiles en la materia, como los murciélagos, los búhos o las lechuzas. Recuperarlas ayuda a “mantener una biodiversidad los más amplia posible”.

El objetivo a batir son batallones de topillas, orugas que afectan a los frutales o topos. “Si conseguimos aumentar la biodiversidad, esta se autorregula, y podemos abandonar los biocidas”, añade Chao.

El Proxecto Rebinxe es, al fin y al cabo, un proyecto de conocimiento del medio. “Se trata de que los alumnos, muchos de los cuales tienen animales domésticos en sus casas, son de familias de ganaderos, conozcan el otro lado de la especie. Y que así no tenga que venir alguien de fuera a explicarles cómo es el lugar donde viven”, concluye el profesor.

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