La OTAN se compromete a impulsar el gasto militar hasta el 5% del PIB, tal y como ordenó Donald Trump. La declaración final de la cumbre de La Haya recoge un nuevo umbral para los 32 estados miembros, que ha sido el principal hito de la reunión en la que el secretario general, Mark Rutte, ha hecho todo lo posible para rendir pleitesía al presidente de EEUU y evitar que la cita fracasara e incluso que la alianza atlántica quedara herida definitivamente. Pedro Sánchez lideró la oposición a esa cifra y ha conseguido una suerte de excepción, criticada por muchos socios, que le permite dar una patada adelante al asunto, ya que la OTAN no ve factible que pueda cumplir con los compromisos que ha adquirido con un gasto de sólo el 2,1% y lo sitúa en, al menos, el 3,5%.
El texto, eso sí, recoge la expresión genérica “aliados” y no “todos los aliados” o “cada uno de los aliados” que, para Moncloa, permite interpretar de forma laxa ese compromiso y que, sumado a la carta de Rutte en el que reconoce “flexibilidad” para cumplir con los objetivos de capacidad, da manga ancha a España para gastar por debajo de ese porcentaje. Sin embargo, esa 'excepción' ha recibido críticas de Trump y buena parte de los socios de la alianza.
Dentro de la sala del Consejo Atlántico, donde los líderes se han reunido para aprobar la declaración, ha habido aliados que han insistido en la necesidad de llegar al 5% y otros que han visto bien esa flexibilidad recogida en el texto, según fuentes conocedoras del debate. El presidente de EEUU, por su parte, ha señalado en la sala: “La mayoría de los aliados se han comprometido con el 5%, pero no todos. No sé por qué”. Trump, además, según las fuentes, ha aplaudido que todos los aliados vayan a llegar al 2% este año.
“Aliados acuerdan que este compromiso del 5% comprenderá dos categorías esenciales de inversión en defensa. Aliados asignarán anualmente al menos el 3,5% del PIB, sobre la base de la definición acordada de gasto de defensa de la OTAN para 2035, a la financiación de las necesidades básicas de defensa y al cumplimiento de los Objetivos de Capacidad de la OTAN. Aliados se comprometen a presentar planes anuales que muestren una trayectoria creíble e incremental para alcanzar este objetivo”, recoge la declaración, que también establece un 1,5% del PIB anual para protección de infraestructuras críticas, defender redes, garantizar la preparación y resiliencia civil, dar rienda suelta a la innovación y reforzar la base industrial de defensa.
El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, ha afirmado en la rueda de prensa final de la cumbre: “Hay desacuerdo en cuanto a que ellos creen que pueden alcanzar estos objetivos de capacidades con un 2,1% y la OTAN, que dice que tiene que ser un 3,5% solo para el gasto en defensa pura. Todos los aliados informarán sobre cómo están alcanzando el compromiso. Así que ya veremos, y en 2029, en cualquier caso, revisaremos todo esto”.
“La trayectoria y el equilibrio del gasto con arreglo a este plan se revisarán en 2029, a la luz del entorno estratégico y de los Objetivos de Capacidad actualizados. Los Aliados reafirman sus compromisos soberanos permanentes de prestar apoyo a Ucrania, cuya seguridad contribuye a la nuestra, y, a tal fin, incluirán contribuciones directas a la defensa de Ucrania y a su industria de defensa en el cálculo de los gastos de defensa de los Aliados”, apostilla.
De acuerdo con las fuentes consultadas, el debate dentro de la sala ha sido en términos diplomáticos, un tono diferente al utilizado fuera, y el debate se ha centrado mucho en el desarrollo de las capacidades, con países reclamando medidas de carácter industrial, comercial y científico para que los aliados puedan mejorar su base productiva, además de mencionar Ucrania, el flanco sur, el Ártico y China.
Sin promesas para Ucrania
Más allá de recoger la principal exigencia de Trump respecto al gasto, Rutte también organizó una cumbre a su medida, de tan solo media jornada, y con unas conclusiones finales limitadas ante la dificultad de la negociación. El texto se despacha con cinco puntos frente a los 38 de la cumbre de Washington. Es una declaración inusualmente breve.
Y esa limitación afecta a Ucrania, que es una de las prioridades para la inmensa mayoría de países europeos, especialmente los del este. Por primera vez desde la invasión rusa, la participación de Volodímir Zelenski en la cumbre ha quedado relegada a un segundo plano: reducida a la cena de gala de los líderes la noche previa organizada por los reyes de Países Bajos y a encuentros bilaterales. Nada de formar parte de las reuniones oficiales junto a los 32 estados miembros, como ocurrió en Washington (2024) y Vilna (2023).
También las expectativas de Ucrania quedan rebajadas en la declaración, en la que los aliados europeos han presionado para que figurara el apoyo a ese país, pero no se recogen cifras concretas, ni promesas sobre su futuro en la OTAN. Mientras Zelenski lleva meses reclamando la invitación para la adhesión, en el texto no figura nada relativo al “camino irreversible” de Ucrania a la alianza atlántica que se estableció el pasado de año en la cumbre de Washington. EEUU ha dejado claro su rechazo a la incorporación de Ucrania. Incluso lo hizo cuando pretendía impulsar las negociaciones con Vladímir Putin, que lo pone como condición.
Un lenguaje más blando respecto a Putin y sin mención a China
“Los Aliados reafirman sus compromisos soberanos permanentes de prestar apoyo a Ucrania, cuya seguridad contribuye a la nuestra, y, a tal fin, incluirán contribuciones directas a la defensa de Ucrania y a su industria de defensa en el cálculo de los gastos de defensa de los Aliados”, se limita a decir.
“Hay un camino irreversible para que Ucrania entre en la OTAN”, le dijo el secretario general a Zelenski en una comparecencia conjunta la víspera de la reunión. “Es importante que esta dirección no esté cambiando”, le contestó Zelenski, que siempre ha sostenido que la principal garantía de seguridad de Ucrania es formar parte de la OTAN. “Gracias por mencionar la nueva dirección de los socios”, insistió, aunque las palabras se las lleva el viento y ese camino “irreversible” no figura en el texto, aunque fuentes aliadas traten de restarle importancia.
También es menos duro el lenguaje respecto a Rusia, que en textos anteriores figuraba como la “mayor y más directa amenaza para la seguridad de los aliados”. En esta ocasión, apela a la unidad de los socios “ante las profundas amenazas y desafíos a la seguridad, en particular la amenaza a largo plazo que supone Rusia para la seguridad euroatlántica y la persistente amenaza del terrorismo”. Tampoco se hace ninguna alusión a China, que el año pasado figuraba como uno de los desafíos para los aliados. Entre los argumentos que esgrimió la Administración Trump en su amenaza con desentenderse de la seguridad de Europa en el marco de la alianza, señalaba precisamente el peligro que el gigante asiático supone para sus intereses en el Indo-Pacífico.
Tampoco se alude a Irán, a quien los aliados apuntaban por “desestabilizar” su seguridad en la cumbre de 2024, y a pesar de que en vísperas de la cita de La Haya, EEUU llegó a atacar instalaciones nucleares de la República Islámica en el marco del ataque perpetrado por Israel.
Lo que sí figura en la declaración de forma nítida es el compromiso de los 32 estados miembros con la cláusula de seguridad colectiva ante las dudas que había sembrado Trump. “Reafirmamos nuestro férreo compromiso con la defensa colectiva, consagrado en el artículo 5 del Tratado de Washington –un ataque contra uno es un ataque contra todos–”, afirma la declaración: “Seguimos unidos y firmes en nuestra determinación de proteger a nuestros mil millones de ciudadanos, defender la Alianza y salvaguardar nuestra libertad y democracia”.