Una de las dos mujeres liberadas el lunes por la noche, Yocheved Lifschitz, ha explicado desde un hospital de Tel Aviv que fue retenida por Hamás en un lugar subterráneo de la Franja de Gaza. Lifschitz, de 85 años, ha comparecido ante los medios junto a su hija y ha denunciado que Israel “no se tomó en serio” las preocupaciones por la seguridad del kibutz que ya habían manifestado sus residentes.
“He pasado un infierno”, ha dicho Lifschitz. La mujer, cuyo esposo todavía permanece retenido por Hamás, asegura que los secuestradores de Hamás le golpearon con un palo en el momento de ser raptada en su vivienda y que le trasladaron en una moto por varios campos “hasta que alcanzamos la entrada de los túneles”.
Lifschitz ha descrito que le llevaron por la red subterránea de Hamás bajo la Franja de Gaza, que ha descrito como “enorme” y como “una tela de araña”, y que avanzaron “hasta que llegamos a un agujero”. La mujer ha descrito que los miembros de la milicia palestina les trataron “bien” y que nada más llegar les recibió un médico para comprobar su estado de salud.
“Había un hombre herido por una caída cuando le secuestraron y le cuidaron constantemente”, ha declarado. Según Lifschitz, el lugar estaba preparado con colchones para los secuestrados y que el suelo era “blando y húmedo”.
La mujer ha explicado que los secuestradores les proporcionaron medicinas y se alimentaban de la misma comida que los secuestrados, que podrían ascender a 60 personas en un mismo lugar y estaban divididos en dos grupos. “Solo nos pidieron que no habláramos de política”, ha dicho Lifschitz, quien ha añadido que los secuestradores les dijeron que “creemos en el Corán” y no les harían daño.
Lifschitz es una de las cuatro rehenes liberadas hasta ahora por Hamás, que mantiene secuestradas a un total de 220 personas en Gaza, según las autoridades israelíes. “Esta historia no habrá acabado hasta que todos vuelvan a casa”, ha añadido.
Informa Cristina F. Pereda.