El relator especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación, Michael Fakhri, dice en un comunicado que la invasión de Ucrania por parte de Rusia ha provocado profundos índices de hambre en el país, aumenta el riesgo de que se produzcan mayores índices de hambre en Rusia y puede provocar un incremento mundial de la malnutrición y la hambruna.
“Durante los últimos tres años, los índices mundiales de hambre y hambruna han ido en aumento. Con la invasión rusa, ahora nos enfrentamos al riesgo de hambruna inminente y de inanición en más lugares del mundo”, dice. “Los ataques militares contra Ucrania deben detenerse inmediatamente antes de que se produzcan profundas consecuencias globales y a largo plazo para la seguridad alimentaria de todos”.
Fakhri recuerda que Ucrania y Rusia son dos de los cinco principales exportadores de grano del mundo. “Según algunas estimaciones, lo que está en juego es la seguridad alimentaria mundial, ya que el comercio agrícola global implicado tiene un valor de casi 1,8 billones de dólares”.
Explica que los efectos inmediatos del conflicto relacionados con la alimentación se están dejando sentir en Egipto, Turquía, Bangladesh e Irán, que compran más del 60% de su trigo a Rusia y Ucrania, y todos ellos tienen pendientes las importaciones de alimentos. Otros como Líbano, Túnez, Yemen, Libia y Pakistán también dependen en gran medida de los dos países para su suministro de trigo.
“Con el inicio de la temporada de siembra en Ucrania y Rusia, me preocupan las interrupciones a largo plazo”, dice el relator. “También me preocupa cómo la invasión rusa de Ucrania perjudicará a la población de Rusia”, asegura en referencia a las sanciones económicas. “Mi preocupación es que las personas más vulnerables de Rusia puedan soportar una carga desproporcionada”. Y señala que la recuperación de Ucrania dependerá de las granjas familiares y de los pequeños agricultores.
“El hambre, la hambruna y la malnutrición son siempre el resultado de fracasos políticos”, dice. “Al igual que con cualquier invasión militar, todos los países deben trabajar de forma solidaria para atender las necesidades nutricionales urgentes de todas las personas vulnerables, especialmente los refugiados, las personas mayores, las personas con discapacidad y los niños. Los alimentos nunca deben convertirse en armas y ningún país del mundo debe verse abocado a la hambruna y la desesperación”.
Escribe Icíar Gutiérrez.