Con muy mal pie

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La selección española cayó derrotada en su debut en el Campeonato de Europa por un contundente 35-28 ante Hungría, en un encuentro en el que el equipo nacional pagó su precipitación en ataque, en un torneo, en el que los de Pastor a causa de las bajas necesitan más paciencia que nunca.

Las dudas que pudiera despertar la presencia de José Manuel Sierra, titular de la portería española por la baja de David Barrufet y las molestias de última hora de José Javier Hombrados, quedaron despejadas con dos paradas iniciales a Nagy y Gal, que sirvieron para reivindicar al meta del Valladolid.

Pero los problemas de España no estaban en la portería, sino en las excesivas prisas con las que el conjunto español, que tiene que acostumbrase a jugar sin el seguro de vida que supone el pivote Rolando Uríos, actuó en ataque, que ahora, más que nunca, tiene que masticar y masticar.

De hecho, cuando España movió con criterio el balón, los pupilos de Juan Carlos Pastor encontraron los huecos necesarios para batir la portería magiar, mientras que cuando las prisas marcaron el ritmo español, la ganadora fue siempre la defensa húngara.

Así, como una goma, aumentó y decreció la ventaja española, nunca mayor de dos goles, durante los primeros minutos de la primera mitad, ante una rocosa Hungría, que encontró en la velocidad del extremo Tamas Ivancsik su mejor arma.

De este modo, la selección española fue poco a poco complicándose un marcador, que llegó a reflejar a menos de ocho minutos para el descanso una ventaja de dos tantos para el equipo magiar (9-11), que obligó a solicitar tiempo muerto el preparador nacional.

Aunque las alarmas para el cuadro español se encendieron con la máxima intensidad con el parcial de 0-2 que le endosó Hungría, con un jugador menos, a falta de poco más de cuatro minutos para el final del primer tiempo, y que colocaron a los húngaros con una inquietante renta de 9-14.

Los fallos en los lanzamientos del otras veces infalibles Albert Rocas, o las imprecisiones de Ortega y Aguinagalde, envalentonaron cada vez más a los húngaros, liderados por el portero Puljezevic, un tipo que cuando está en racha es capaz de amargar el día a cualquier rival.

Pero si algo identifica a la selección española es su incorformismo ante la derrota, y así, cuando parecía más difícil, España aumentó un punto su intensidad.

La defensa logró frenar los lanzamientos del lateral Ilyes, y en ataque volvió la calma necesaria para surtir de balones en el pivote a un Garabaya, que con dos tantos (12-14) devolvió la esperanza a los vigentes subcampeones de Europa para la segunda mitad.

Esperanzas que se convirtieron en realidad en el arranque del segundo período, en el que España muy firme en ataque, con un 6-0 comandado por Asier Antonio y Garabaya, y un Iker Romero asumiendo la responsabilidad goleadora logró rápidamente igualar (14-14) antes de los cinco minutos de la primera mitad.

Sin embargo, cíclicamente el equipo nacional seguía cayendo en las traicioneras prisas, tanto en defensa, con algunos rebotes que nunca de deberían conceder, y en ataque, con precipitados lanzamientos, que devolvieron la delantera a Hungría (16-19).

España necesitaba calmarse si quería ganar, pero la exclusión de Asier Antonio poco antes del ecuador de la segunda mitad, volvió a llenar de nervios al equipo nacional, que vio como en inferioridad Hungría se alejaba peligrosamente (23-27) una vez más.

Ni la exclusión de Nagy, muy entonado en la reanudación, sirvió para encauzar ya al equipo nacional, que incluso con un hombre más fue incapaz de recuperar la senda del inicio del segundo tiempo, con fallos y más fallos que situaron a los magiares con un contundente 23-30.

Con todo perdido, Pastor arriesgo y situó sobre la pista al “tocado” Hombrados, que demostró su liderazgo dentro del equipo nacional, pues la salida del portero del Ciudad Real coincidió con el inicio de una nueva remontada de la selección.

Pero siete goles son muchos, y más en un deporte, que se caracteriza por la máxima igualdad, por lo que pese al empeño de España, que llegó a recortar su desventaja hasta cinco tantos, el triunfo pareció seguro para los magiares, que no ganaban desde 1988 al conjunto español en competición oficial.

Una derrota (28-35) que obliga a los de Pastor a hacer una proeza en lo que queda de campeonato si quiere lograr el oro, único camino para llegar a los Juegos de Pekín, aunque para ello antes deberá superar la primera fase, y para eso tendrá que mejorar, y mucho, el sábado ante Bielorrusia y, sobre todo, el domingo ante Alemania.

Ficha técnica:

28 - España: Sierra; Rocas (4, 1p), Garabaya (8), Asier Antonio (-), Romero (7), Raúl Entrerríos (-) y Juanín García (2) -equipo inicial- Hombrados (ps), Belaustegui (1), Ortega (4), Chema Rodríguez (-), Alberto Entrerríos (1), Davis (1) y Aguinagalde (-).

35 - Hungría: Puljezevic; Tamas Ivancsik (5), Nagy (7), Eklemovics (1), Ilyes (7), Gergo Ivancsik (2) y Gal (4) -equipo inicial- Fazekas (ps), Toro (-), Csaszar (4), Zubai (1), Herbert (-), Mocsai (2, 1p) y Laluska (2)

Marcador cada cinco minutos: 3-1, 6-5, 8-8, 9-10, 9-13,12-14 (Descanso) 17-17, 20-20, 23-26, 25-30, 26-32 y 28-35 (Final).

Arbitros: Baum y Goralczyk (Polonia). Excluyeron por dos minutos a Asier Antonio por España; y a Laluska y Nagy por Hungría.

Incidencias: Encuentro correspondiente a la primera jornada del Grupo C del Campeonato de Europa de Noruega, disputado en el Haukelandshallen de Bergen (Noruega) ante unos 1.500 espectadores

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