Garoña ¿cierre ya?

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@page { size: 21cm 29.7cm; margin: 2cm } P { margin-bottom: 0.21cm } En un perímetro de 30 kilómetros desde la central nuclear de Garoña viven unas 50.000 personas, entre ellas, habitantes de algunas pequeños municipios riojanos como Foncea, Fonzaleche o San Millán de Yécora. Si ampliamos el perímetro a 80 kilómetros, viven 1.500.000 personas entre País Vasco, Castilla y León y La Rioja. La localidad de esta comunidad más importante y más cercana es Haro, que se encuentra a 35 kilómetros.

En caso de escape radiactivo o de agua contaminada, La Rioja se vería muy afectada, pero dejando esto a un lado, se ha constatado un incremento de casos de cáncer desde que Garoña empezara a funcionar: “La asociación del entrorno de Garoña, AVACA, ha denunciado una preocupante incidencia de cánceres de diferentes tipos”, señala Carlos Bravo, responsable de energía de Greenpeace.

Agapito Suárez es el presidente de AVACA, Asociación de Vecinos Afectados por la Central Atómica. Tiene 52 años y vive en Traspaderne, a 17 kilómetros de Garoña. En el año 1965 entró a trabajar a la central. Tenía 18 años y le costó muy caro. Una de sus hijas, que tiene ahora 30 años, nació con una lesión cerebral, las células de su cerebelo están muertas: “La llevé a Pamplona y a Madrid y todos los médicos me preguntaron dónde había trabajado. Yo les dije si tenía que ver. Ellos contestaron que no me lo podían asegurar, pero que aquello era muy raro”.

El Instituto Carlos III del Ministerio de Sanidad publicó dos informes sobre la incidencia del entorno en centrales nucleares. Uno sobre tumores sólidos y otro sobre linfomas y leucemias. “Lo que estimó es que alrededor de Garoña se había registrado un incremento preocupante de cáncer de estómago y leucemia en adolescentes a partir del inicio del funcionamiento de la central nuclear. En 2006 se comenzaron a hacer unos nuevos estudios epidemiológicos que tendrán que terminar este año”, explica Bravo.

Agapito nos cuenta los casos que conoce en poblaciones cercanas a Traspaderne y Garoña: “El que era antes presidente tuvo un niño con un problema de esófago que se ahogaba, abortos ha habido muchísimos, de leucemia ha muerto bastante gente y de cáncer de mama yo creo que lo tienen 8 de cada 10 mujeres”.

El peligro de que la central nuclear afecte a la salud de la población es el prioritario, pero lo cierto es que Greenpeace ofrece otras muchas razones para que no se prolongue más la vida de esta central nuclear. Por ejemplo, la falta de seguridad.Agrietamientos en el 70% de los componentes internos que son el corazón de la central nuclear y últimamente graves incidentes, como un incendio el pasado 1 de abril o una parada no programada el pasado 6 de abril por el fallo de una válvula. Además en 2008 hubo al menos siete problemas de seguridad, uno de ellos que no funcionaba bien el sistema de suministro de electricidad en caso de accidente”, detalla el responsable de Greenpeace.

El presidente de AVACA asegura que cuando trabajaba en Garoña era un desastre porque no había gente cualificada, eran los agricultores de la zona. Agapito relata uno de los accidentes que más recuerda: una vez hubo una avería en las coderas de la vasija del reactor. Nos mandaban a nosotros cambiar los codos. Los americanos estaban abajo. Nos ponían una pantalla de televisión donde nos iban indicando cómo teníamos que trabajar.

Ahí no subía ni Dios, ni los de protección radiológica venían a medir. Yo tuve que entaponar una. Tardé aproximadamente dos minutos y medio. Llevaba cuatro dosímetros de lectura directa de radioactividad. Cuando llegué al fondo de la sala ya se habían pasado todos de escala. Fui a protección radiológica a decírselo. Me dijeron que no me preocupara porque iban a mandar una película dosimétrica a analizar y todavía estoy esperando el resultado“.

Además para Greenpeace, Garoña está absolutamente obsoleta. “Fue una central diseñada sobre 1957 y está fuera de normativa. Es de las llamadas de primera generación, la única. Ahora se está hablando de las de tercera generación plus y de las de cuarta generación. No cumple ni siquiera con una ley de estándares internacionales de seguridad que se exige después de accidentes como el de Chernobyl”, señala Carlos Bravo.

Esta organización ecologista apuesta por aumentar las energías renovables que no producen ningún impacto ambiental ni perjudican la salud pública. “Es una central que produce el 1,1% de la energía eléctrica, algo muy marginal. El 24% de la electricidad que se genera en España es de origen renovable y de 2007 a 2008 el incremento de energía eléctrica de origen renovable que se generó fue el doble de lo que produjo Garoña. Por tanto, generamos energía suficiente y podemos prescindir de la nuclear, que además de tener un gran impacto ambiental, provoca problemas de salud”, asevera.

El 5 de junio, el Consejo de Seguridad Nuclear emitirá un informe no vinculante en el que se posicionará a favor o en contra de su cierre. No obstante, el Gobierno Central tiene la última palabra y tendrá que pronunciarse antes de 5 de julio, que es cuando se acaba el permiso de explotación de Garoña, que en la actualidad da empleo directo a 300 personas. Probablemente se pronunciará antes de esta fecha.

“En el cartel viene la frase del programa electoral 2004, pero en el de 2008 va más allá, ya que dice que mantiene su compromiso de abandonar gradualmente las energías nucleares sustituyéndolas por energías limpias, seguras y menos costosas. Ahora que Zapatero nos vende a Obama como una potencia en energías renovables, somos la tercera en el mundo en eólica, no se pueden mantener las centrales nucleares si queremos ser líderes”, afirma el responsable de Greenpeace.

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