1.Se mezcla todo en los camiones de basura (o en las plantas de clasificación)
Esta leyenda urbana es la campeona de las excusas y, sorprende como todavía hoy en día se repite una y otra vez para justificar que no se separen los residuos. Por supuesto, es completamente falsa: para empezar, los camiones, las rutas y los días y horarios de recogida suelen ser completamente diferentes para cada tipo de residuo.
Si por motivos operativos hubiera un solo camión para realizar el servicio, las rutas de recogida y los horarios serían totalmente diferentes. Es decir, se recogería primero un residuo y luego otro, nunca dos residuos a la vez.
Y por supuesto, cuando llegan a las plantas de tratamiento los residuos JAMÁS SE MEZCLAN ya que se procesan en líneas especialmente diseñadas para cada tipo de residuo.
Por ejemplo, en el Ecoparque de La Rioja hay una línea para los residuos del contenedor amarillo (envases), otra para los del contenedor gris o verde oscuro (fracción resto), una tercera para los provenientes del contenedor marrón (materia orgánica), e incluso una línea especial para los residuos voluminosos.
Comprobarlo es tan fácil como visitar el Ecoparque
2. Si separo en casa, quito trabajo a la gente que está en las plantas
Al contrario: el reciclaje de residuos crea 10 veces más empleos que su eliminación en vertederos, por lo que cuantos más residuos vengan por las recogidas separadas más empleo se creará. Pero es que, además, hay que tener en cuenta que, para poder clasificar y aprovechar los residuos en las plantas es imprescindible que los separemos previamente en casa. Si los residuos están mezclados, con la tecnología actual es IMPOSIBLE separarlos adecuadamente para su reciclaje, por mucho personal y puestos de trabajo que se quisieran poner en marcha. Sin nuestra separación previa no existirían las plantas de reciclaje.
3. En otros países pagan por reciclar
Los famosos Sistemas de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR) NO “pagan por reciclar” como muchos afirman. Tan solo te devuelven una cantidad que tú habías abonado previamente al adquirir el producto. Si no entregas el envase vacío en el punto establecido para su recogida, pierdes ese dinero que ya has pagado previamente. No es una recompensa, sino un reembolso del depósito inicial.
Además, estos sistemas se aplican solo a ciertos residuos, por ejemplo a los envases de bebidas, por lo que no son válidos para la inmensa mayoría de residuos que producimos.
En definitiva, los SDDR pueden ser un complemento a la recogida “tradicional” en contenedores que conocemos, pero no son en absoluto una solución perfecta ni pueden ser una solución única para gestionar nuestros residuos.
4. Tengo los contenedores lejos
España es uno de los países mejor contenerizados de Europa, y La Rioja una de las regiones mejor contenerizadas de España. En concreto en nuestra Comunidad tenemos, para reciclar ni más sin menos que: 1.639 contenedores Azules / 3.271contenedores Amarillos /1.673 iglús verdes y 2.302 contenedores marrones.
Hay que entender que no se puede poner un contenedor delante de cada portal por motivos logísticos (hay que diseñar rutas de recogida racionales), ambientales (no se produce tanto residuo) y económicos (cuantos más contenedores haya, más se dispara el coste de recogida y gestión). Curiosamente, de hecho, nadie quiere tener los contenedores justo delante de su casa.
En el caso de los contenedores marrones, según se incremente su uso, se irán colocando más unidades y se irán retirando contenedores de fracción resto.
5. Las aberturas del contenedor son pequeñas
Las aberturas pequeñas o estrechas no se colocan para dificultar la colaboración de los ciudadanos. Tienen su motivo y es que está comprobado y demostrado en múltiples estudios que los contenedores de reciclaje abiertos o de boca ancha recogen un residuo de muy baja calidad, en el que abundan los residuos inadecuados (impropios).
Dicho de otra forma, si la tapa está abierta o la boca es ancha, la gente acaba usando los contenedores de reciclaje como contenedores de fracción resto y deposita todos los residuos mezclados.
Cuanto más pequeña es la abertura, más “calidad” tiene el residuo. Y cuanta más calidad, mejor se puede aprovechar y reciclar.
6. No me caben los cubos, ocupan mucho espacio
Como es lógico, la cantidad de basura que producimos en casa es la misma separemos o no. Por clasificarla en diferentes tipos no ocupa más. Lo que tenemos que hacer es sustituir el volumen que ocupa un cubo grande de basura por varios cubos más pequeños.
Hoy en día ya existen cubos compactos y soluciones modulares con varios compartimentos que reducen al máximo el espacio necesario.
Además, siempre podemos bajar los residuos poco a poco, ya que diariamente pasamos por los contenedores de reciclaje varias veces.
7. Huele mal y es poco higiénico
Esta es una de las excusas más habituales que se escuchan para no usar el contenedor marrón. Tanto referida al cubo que usamos en casa como al contenedor de la calle.
Pero no puede ser más absurda. Nuestros residuos orgánicos huelen exactamente igual si los tenemos mezclados con otros residuos, como hacíamos hasta ahora, que si los separamos para depositarlos en el contenedor marrón. Los restos de comida son los mismos.
Es más, si usamos un cubito aireado (con rejillas) como los que se han repartido gratuitamente en nuestra Comunidad y bolsas compostables, conseguimos que el oxígeno circule y la descomposición de los alimentos sea más lenta y huela mucho menos. Los restos huelen más si están en un cubo cerrado y se usa bolsa de plástico tradicional, ya que entonces la fermentación es anaeróbica.
8. Ya pago al Ayuntamiento para que se lleve las basuras
Recoger, transportar y gestionar nuestros residuos es realmente caro. Hasta hace nada, el coste de gestionar nuestros residuos era, de hecho, muy superior a lo que se recaudaba con las tasas de basura. Y eso que una parte de la recogida es financiada por las empresas que ponen productos envasados en el mercado a través del cobro del “punto verde”. En concreto nos referimos a los envases que se depositan en el contenedor amarillo y parte del azul -que gestiona Ecoembes- y a los envases de vidrio que se depositan en el iglú verde -que gestiona Ecovidrio-).
La reciente subida de la tasas a nivel nacional intenta cubrir todos los gastos de recogida transporte y gestión, pero se da la circunstancia de que las tasas son altas precisamente porque muchos residuos están mezclados y son muy costosos de separar. Si separamos bien, todo el proceso de gestión se abaratará y por lo tanto las tasas también.
En cualquier caso, separar nuestros residuos en casa es una obligación y un compromiso de todos. El reciclaje no es un tema meramente económico. Pagar algo no nos exime de nuestra responsabilidad individual.
Los impuestos cubren el servicio, pero no separan por ti.
9. Es un negocio inventado para ganar dinero con mi esfuerzo
El reciclaje no lo ha “inventado” ninguna empresa, sino que es una acción lógica con la que ganamos todos: con la «economía circular» convertimos los residuos en recursos, protegemos el medio ambiente, evitamos la extracción de materias primas, ahorramos agua y energía y se impulsa la creación de empleo.
Pero, además, es que el reciclaje es un proceso costoso y económicamente deficitario hoy en día, que no hace “ganar dinero a ciertas empresas” sino que es una obligación legal que pagamos entre todos indirectamente (a través del punto verde que pagan los envasadores o de las tasas municipales).
Como dato a reflexionar: la venta como materia prima del producto que se recoge en los contenedores apenas cubre el 10-25% del gasto total del proceso de recogida y tratamiento.
10. Se contamina más en el transporte y en el proceso de reciclaje
También esto es falso: se produciría la misma contaminación transportando los residuos a los vertederos que a las plantas de reciclaje, a lo que habría que añadir la contaminación del transporte de materias primas a las fábricas.
Y los procesos para fabricar productos reciclados casi siempre son más limpios y necesitan mucha menos energía que si se usan materias primas vírgenes, que hay que extraer y después transformar.