Las tropas de Asparrot ocupan el Ebro
El temible militar y sus hombres han montado el campamento en la capital, mientras los logroñeses luchan contra el asedio de los franceses. Caballeros y armeros, herreros, lavanderas, mesoneros y hasta un cirujano conviven en el campamento. El colectivo ACHA, encargado del espectáculo, intenta recrear con 25 actores el día a día de los más de 20.000 soldados franceses y navarros que asediaron a la ciudad allá por 1521 y que fueron derrotados el 11 de junio, el día de San Bernabé.
Además de los actores, una docena de técnicos trabajan para que el sonido y el atrezzo sean perfectos en las representaciones. Desde primera hora de la mañana ha comenzado la vida en el campamento. Los soldados se mantienen expectantes ante el inminente comienzo del comabate. Es el propio Asparrot quien explica a los logroñeses que se han apostado cerca del campamento el arte de vestir a un caballero. La armadura se compone de diversas piezas que se va colocando el caballero con la ayuda de sus escuderos. Además de caballeros, el ejército francés cuenta con arqueros y ballesteros. Sus armas: la ballesta y las plumas pueden terminar con la vida de un hombre, en este caso el enemigo logroñés.
Y precisamente, el general Asparrot y sus tropas reciben a los representantes del villorrio, como denomina con desprecio el militar francés a la capital riojana, en su propio campamento. Se trata del alcalde Tomás Santos y toda la corporación municipal. Tanto el teniente alcalde y concejal de promoción de la ciudad, Angel Varea, como los ediles de los demás grupos municipales, van vestidos de época. Nada desentona en esta visita, que hasta cuenta con su propio obispo.
“El propio Asparrot nos ha propuesto un brindis, pero le hemos dicho que los logroñeses sólo brindamos con vino de Rioja”, bormea el alcalde. “Me ha sorprendido gratamente este campamento”, continúa ya en serio. “La recreación ha respetado la tradición y es una forma de celebrar San Bernabé de manera diferente”. A su lado, Ángel Varea, ataviado como un auténtico villano del siglo XVI asegura que en el campamento le han recibido con chulería y ha animado a los logroñeses a participar en las diferentes representaciones, porque “ es una manera de conocer de dónde venimos y lo que somos”.
EL CAMPAMENTO
La vida en el campamento de Asparrot continúa. Uno de los soldados se queja de dolor de muelas. El cirujano acude en su ayuda y con unos alicates, algo de alcohol y gracias a la fuerza de dos soldados más, consigue sacarle la muela enferma sin escatimar en sangre. Minutos más tarde, dos caballeros se disponen a practicar el arte marcial propiamente europeo: la esgrima. Un experto en el manejo de la espada explica al público las diferentes tretas y trucos para vencer al enemigo.
“La esgrima”, nos advierte, “es un arte técnico, no importa la fuerza ni la rapidez, solo la técnica”. Mientras el herrero arregla las armaduras de los soldados a golpe de martillo en el yunque, una lavandera se afana en eliminar los restos de la batalla en el sayo de uno de los hombres de Asparrot. Éste después de una partida a los dados, que ha perdido, castiga ante el público al ganador con una buena docena de latigazos.
Asparrot y su hombres se preparan para la gran batalla que librarán en los próximos días. Será la última en Logroño, ya que la ciudad conseguirá hacerlos retroceder tras semanas de asedio. Pero ésa, es otra historia.
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