Pistas para llegar a (muy) viejo
En la misma publicación, otro artículo indica que si bien algunos sujetos llegan a centenarios salvándose de enfermedades crónicas, otras personas conviven con estos trastornos y son igual de longevos, sin padecer discapacidad. Diversas investigaciones llevadas a cabo con parejas de gemelos indican que cerca de un cuarto de las variaciones en la esperanza de vida tienen que ve con la herencia genética. Eso significa que el 75 por ciento restante depende de cómo vivamos.
Laurel B. Yates es el coordinador del grupo de expertos que estudió a un grupo de más de dos mil hombres. Al comienzo de su trabajo (1981), los individuos, que tenían una edad media de 72 años, proporcionaron información sobre sus costumbres y otros datos demográficos (altura, peso, valores de presión arterial, colesterol...). Hasta 2006, los voluntarios siguieron actualizando la información con regularidad.
Un total de 970 sujetos (el 41 por ciento) superó los 90 años. Varios factores (unos biológicos y otros relacionados con su forma de vida) mostraron relación con las mayores probabilidades de llegar a muy viejo.
“El tabaco, la diabetes, la obesidad y la hipertensión redujeron notablemente la probabilidad de superar el umbral de los 90, mientras que el ejercicio físico regular la aumentaron”, aseguran. “Más aún -escriben- los sujetos con una esperanza de vida de 90 o más años también tenían mejor forma física, bienestar mental y autopercepción de su estado general que los hombres que fallecieron antes. Los factores adversos asociados a la vida más corta también estaban relacionados con menor independencia en edades avanzadas”.
Los investigadores calculan que un varón de 70 años que no fuma, mantiene su peso normal, sin diabetes y que realiza ejercicio es entre dos y cuatro veces más propenso a superar los 90. No obstante, si se dan factores adversos su probabilidad se reduce en las siguientes proporciones:
Vida sedentaria: 44 por ciento
Hipertensión: 36 por ciento
Obesidad: 26 por ciento
Tabaquismo: 22 por ciento
“Aunque el impacto de ciertos riesgos es controvertido, nuestro estudio sugiere que muchos de ellos siguen siendo importantes, al menos entre los hombres”, concluyen los autores. “Por lo tanto, estos resultados indican que una vida sana y el manejo de los factores de riesgo deben mantenerse en la ancianidad para reducir, aún más, la mortalidad y la dependencia”.
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