Rechazada una confesión por torturas

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El juez de un tribunal de crímenes de guerra de Estados Unidos determina que la confesión de un joven detenido en Guantánamo, obtenida por la policía afgana, no sirve como prueba en el proceso contra él al haber sido obtenida bajo tortura.

Las autoridades acusan a Mohamed Jawad de herir a soldados estadounidenses tras haber arrojado una granada en diciembre de 2002, pero el magistrado, el coronel del Ejército Stephen Henley, subrayó que agentes afganos le amenazaron con matarle a él y a su familia si no admitía los hechos.

Henley subrayó que extraer una confesión bajo amenaza de muerte equivale a la tortura, según las reglas de los juicios de Guantánamo, ya que se considera “un acto específicamente dirigido a causar severo daño psicológico o mental y sufrimiento”. Esas reglas sólo permiten el empleo de la coacción, y no de la tortura.

FALTA DE PRUEBAS

Jawad tenía el momento de los hechos 16 ó 17 años y parecía drogado, según el juez. Fue entregado a las fuerzas norteamericanas tras la confesión y, posteriormente, retenido en la prisión ubicada en la base naval de Guantánamo, en Cuba.

El fiscal militar ya abandonó el caso el mes pasado, alegando que el Gobierno estadounidense ocultaba evidencias que generaban dudas sobre la culpabilidad de Jawad. El abogado militar del joven, el mayor de la Fuerza Aérea David Frakt, aseguró que las pruebas eliminadas supuestamente demostraban que su cliente había sido drogado por los afganos que lo reclutaron para una supuesta misión de limpieza de minas y que otras dos personas también habían confesado que arrojaron la misma granada.

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