Reino Unido deja de lado a Grecia
En un discurso pronunciado este lunes por la noche ante un grupo de dirigentes empresariales, el líder “tory” (conservador) dijo que su país no está obligado a dar más ayuda a Grecia salvo la que provea a través del Fondo Monetario Internacional (FMI) porque Gran Bretaña no está “gracias a Dios” en la eurozona.
“El primer rescate de Grecia lo llevaron a cabo los miembros de la zona del euro y no veo absolutamente razón alguna para que Gran Bretaña se viese arrastrada por los mecanismos financieros europeos o cualesquiera otros a un nuevo rescate de Grecia”, explicó.
Cameron aseguró que dejará bien clara su negativa a contribuir al futuro rescate de Grecia en la próxima reunión de jefes de Gobierno de la Unión Europea (UE), que estará seguramente dominada por la crisis en ese país mediterráneo.
“De ningún modo creo que deberíamos (tener que contribuir a ese nuevo rescate), y lucharé con todas mis fuerzas para defender esa posición en el Consejo Europeo de esta semana”, dijo el primer ministro.
Medidas de austeridad
Los responsables de Finanzas de los Veintisiete han condicionado un nuevo rescate de Grecia por un total de 12.000 millones de euros a la aplicación por su Gobierno de medidas de austeridad cifradas en 28.000 millones de euros, que incluyen un aumento de la presión fiscal y masivos recortes del gasto público.
Según fuentes de Downing Street, nadie ha pedido a Gran Bretaña que contribuya a ese segundo rescate, que podría estar limitado a los diecisiete miembros de la zona del euro.
Sin embargo, según explicó en el Parlamento el secretario de Estado del Tesoro británico, Mark Hoban, el FMI, del que Gran Bretaña es miembro, podría verse obligado a participar en el rescate.
Mientras tanto, el laborista y exministro de Asuntos Exteriores Jack Straw advirtió en la Cámara de los Comunes de que el euro “no puede durar” e instó al Gobierno británico de que preparen “alternativas” a la moneda única.
Según Straw, la exposición potencial de este país a la deuda griega, incluida la de los bancos privados, asciende a 8.000 millones de libras (9.040 millones de euros). El Gobierno británico, dijo el político laborista, debe reconocer el “cambio de humor” en Europa, donde gente que era antes eurófila piensa ya en la posibilidad del final del euro tal y como lo conocemos“.
“Si el euro bajo su forma actual va a morir, ¿no sería mejor que todo ocurriera rápidamente en lugar de tener que asistir a una muerta lenta?”, se preguntó Straw.
El viceprimer ministro Nick Clegg, del Partido Liberal Demócrata, criticó el “catastrofismo” del político laborista y dijo que sus predicciones sobre la eurozona no benefician al Reino Unido.
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