Retratos de Sombras
La sombra, esa gran desconocida, siempre ha sido una de las motivaciones principales de artistas, intelectuales y creencias populares. En el cinco mil antes de J.C. nacieron “las sombras chinescas”. Aquel juego que consiste en interponer las manos entre la luz y una pared para, en una determinada posición y movimiento, crear seres fantásticos. Juego infantil que luego dio lugar al célebre “teatro de las sombras”. Las sombras chinescas constituyen uno de los primeros esfuerzos por materializar el ancestral afán humano de reproducir el movimiento sobre una pantalla y, en este sentido, pueden concebirse como un remoto antecedente del cine.
En la literatura también la sombra ha estado presente. Todos recordamos como Peter Pan la pierde cuando salta por la ventana y ésta se cierra de golpe tras de él. Afortunadamente, Wendy luego consigue cosérsela.
Se dice que las sombras se identifican con las almas desvidas de gente que ha perdido la vida trágicamente o que no fueron aceptadas en el cielo ni en el infierno. Sin embargo, otras creencias aseguran que las sombras no hacen más que reflejar el yang de la persona y en ocasiones si la persona no es pura, reflejan su yin, es decir, la parte de la persona que permanece oprimida. Por eso se cree que son la otra parte del ser, ya que la sombra no siempre significa maldad, así como la luz no siempre debe significar bondad.
Bajo esta interesante premisa, Natalia Astudillo va a desarrollar la performance “Retratos de Sombras”. Será mañana, 27 de junio, de las 22 horas a la 1 de la madrugada en la calle Portales, entre la Gota de Leche y la Sala Amos Salvador de Logroño.
Esta acción pretende dotar a la sombra del protagonismo que merece, mostrándola como la imagen más fiel del individuo. Según su autora, en esta perfomance, el espectador y más concretamente su sombra son los protagonistas. “Con este trabajo pretendo sacar la sombra del segundo plano al que estamos acostumbrados a verla, resaltarla como un gran retrato. Mostrar la sombra como la imagen más fiel del individuo. En medio de este caos incesante, la necesidad de encontrar nuestra identidad, de crear un retrato del individuo en sí mismo se hace indispensable. ¿No es acaso nuestra propia sombra ese registro intangible de nuestro yo?, ¿No es, dentro de su debilidad, la imagen más fiel de nuestra identidad?”.
Con este espectáculo nos invita a todos los transeúntes a dedicarnos un segundo de nuestro tiempo a contemplarnos a nosotros mismos a través de nuestra sombra. Toda una mirada hacia nuestro interior que quedará plasmada en el retrato de sombra.
Astudillo ha elegido la calle para realizar su performance porque “me interesa que no sea una imagen fija colgada de una pared y que la gente tenga que ir a verla, me interesa que el transeúnte se encuentre sin esperarlo con ella, la vea, saque las conclusiones que quiera y que se marche con el propio espectador, como eterna compañera de nuestro cuerpo”.
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