A sus 28 años, Ignacio se ha aficionado a la natación. Vive en Madrid y es vecino del distrito Centro, donde el tránsito apresurado o los paseos en zigzag esquivando a la gente son ya parte de su rutina. Así que un día, huyendo de gimnasios, empezó a hacer nado libre en piscinas cubiertas. Con tal de salir un poco del ajetreo, pronto encontró una que le gustaba y que tenía relativamente cerca de su casa, en el centro deportivo municipal José María Cagigal. Está a unos cuatro kilómetros de Callao y dispone de amplias instalaciones (18.850 metros cuadrados de superficie) con un pabellón polideportivo, varias pistas de tenis y pádel o la piscina climatizada, que abre todo el año excepto en verano. O esa es la teoría.
“De las tres piscinas a las que he ido este último año, me he encontrado con al menos tres cierres por avería”, se indigna este vecino días después de que, nada más volver del verano, vuelvan a clausurar la de José María Cagigal. También ha probado en las de Casa de Campo y la del centro deportivo municipal Daoiz y Velarde, en el distrito de Moncloa-Aravaca, pero todas han cerrado en algún momento entre enero y marzo de este año, obligándole a buscar alternativas que no quedaran demasiado lejos.
Fuentes del Ayuntamiento de Madrid confirman el cierre del centro de Cagigal en marzo por “una avería en la caldera principal”, de la que aseguran haber informado en su día a los usuarios, a los que también ofrecieron una “compensación económica” por los percances. El club Nautilus, un grupo deportivo de salvamento que entrena en las instalaciones, fue trasladado al centro de Alfredo Goyeneche, a unos seis kilómetros y medio de distancia.
Otro cierre a la vuelta del verano por un fallo en la deshumectadora
El Cagigal volvió a cerrar recién entrado el otoño, entre el 22 de septiembre y el pasado 8 de octubre por un fallo en la deshumectadora, el sistema que extrae el exceso de humedad del aire en piscinas cubiertas y controla su condensación. No pudo reactivarse hasta que llegó una nueva pieza con la que lograron ponerla de nuevo en marcha. En el caso del centro deportivo municipal de Casa de Campo, solo mencionan una incidencia en agosto, que cerró durante pocas horas uno de los vasos en la piscina de verano. La razón fue un reto viral: defectar en el agua.
En Daoiz y Velarde, a finales del año pasado clausuraron durante dos meses la piscina climatizada. Entre el 13 de diciembre y el pasado 3 de febrero se efectuaron unas obras en los vestuarios, así como en la sala de máquinas para retirar la de absorción. Unos trabajos, indica el Ayuntamiento de Madrid, que resultaron “incompatibles con la prestación del servicio”. Además, uno de los vasos de la piscina (el de enseñanza) permanece cerrado desde el 16 de junio por “problemas en los sistemas de dosificación de productos químicos”, según fuentes municipales.
Ignacio no ha sido el único en darse cuenta de los percances. La asociación vecinal Manzanares-Casa de Campo convocó una protesta frente al polideportivo de Cagigal después de ese periodo de inactividad a principios de 2025. Denunciaron no solo el cese de actividades en la piscina, sino también la merma de opciones para personas mayores o los problemas frecuentes por obras. “Se junta que el año pasado quitaron personal y empezó a haber muchos cambios en el equipo, así que a la plantilla actual le ha costado arrancar la temporada”, expone Alberto Sánchez, vecino de la zona y miembro de la agrupación de vecinos.
Según Alberto, desde que modificaron la normativa que ordena el ejercicio de las profesiones vinculadas al deporte en la Comunidad de Madrid (Ley 6/2016 del 24 de noviembre) se han reforzado los requisitos profesionales exigidos para dar clase a personas mayores en los centros municipales o de otras partes de la región. “Yo voy por libre y solo tengo que comprar mi entrada cada vez, pero quienes se hayan sacado un abono recurrente o asistan a algunas clases salen más perjudicados”, considera en este sentido Ignacio, el joven usuario es el CDM José María Cagial. “Es un problema estructural”, sentencia, del otro lado, el representante de los vecinos en Manzanares-Casa de Campo.
Pasar de una piscina pública a nadar en centros privatizados
Mareado por la situación, Ignacio ha optado por la vía rápida: buscar entre los centros privados. El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, se comprometió a construir una decena de polideportivos nuevos antes de acabar su segundo mandato, actualmente en curso. Sin embargo, en febrero de este año confesaba su vicealcaldesa, Inmaculada Sanz, que la tarea sería complicada sin recurrir a algunas privatizaciones. “Si no lo hacemos, no podríamos construir las infraestructuras que esta ciudad necesita de manera rápida o adecuada”, determinó la número dos de Almeida en el Ayuntamiento.
El primer centro público-privado al que Almeida dio luz verde en su primera legislatura en Cibeles fue el Centro Deportivo Municipal de Cuatro Caminos. Para el espacio se utilizó la fórmula de construcción y gestión privada durante 24 años sobre un terreno de titularidad pública. Sin embargo, el nuevo polideportivo de Tetuán –que explota la empresa Sportrade– no empezó con muy buen pie: la inauguración se anunció para el otoño pasado, luego se prolongó hasta acabar las navidades y finalmente se ha materializado el pasado febrero, con varios meses de retraso. Los vecinos interesados apenas tuvieron margen para avisar en sus otros centros deportivos o hacer el cambio del abono a tiempo. Esa fue una de las principales quejas que el lugar aún arrastra.