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Raquel Peláez: “La gentrificación de Malasaña no es tan grave como en otras ciudades”

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Diego Casado

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La mirada de un recién llegado puede ser a veces más interesante que la de un habitante de toda la vida. Los de provincias cogen la medida exacta de la ciudad, por comparación de donde vienen. Y muchas veces aciertan. Es lo que le sucede a Raquel Peláez, una periodista que apareció hace cinco años en la capital de España y que captó la esencia de la ciudad según desembarcó en el Alsa. Como muchos -incluido el que escribe estas líneas- se abrió una bitácora en internet sobre la capital y ahí empezó a contar lo que le llamaba la atención. Años después, estas anotaciones se han hecho libro y convertido en uno de los retratos más frescos y fidedignos del Madrid actual de los que disponen las librerías.

¡Quemad Madrid! (Libros del KO, 2014) es el nombre elegido para este conjunto de relatos y de curiosidades sobre esta gran urbe que nacieron en 2009, con la llegada de Peláez a la extinta estación de Conde de Casal. Ella, en conversación con este periódico, nos explica por qué una provinciana mira a la ciudad de otra forma: “Llegas a un sitio con los ojos vírgenes y con la oportunidad de partir de cero, libre de las etiquetas del lugar en el que vivías. Y eso te permite ser crítico con ciertas cosas que otras personas no serían, por sus vínculos o porque simplemente ya no las ven”.

El primer lugar en el que recaló Raquel Peláez fue Malasaña, el barrio que la acogió y al que dedica un capítulo completo de su libro (de los 14 que contiene), con cuestiones desconocidas para la mayoría de madrileños y seguro que también para algunos habitantes del barrio. Su relato empieza con Julia, la estudiante que recibe a los viandantes de la calle Pez y cuyos pechos de bronce brillan fruto de las miles de manos que han pasado por ellos.

También arranca el capítulo con la cafetería Dos Passos, que rinde homenaje al novelista y periodista norteamericano del mismo apellido y que supone la entrada al barrio, un lugar al que acudió a su llegada a Madrid y por el que pasaría habitualmente debido a que vivió durante varios meses en la calle Pizarro, en un piso que -confiesa- “se parecía al de la película Gente Pez” y del que, agobiada por el calor, acabó emigrando hacia otras zonas de la ciudad.

Allí descubrió que tenía una ilustre vecina a una manzana de su residencia: Esperanza Aguirre. La propietaria de un palacete en Jesús del Valle es protagonista de selectas líneas de su libro y también de alguna que otra escaramuza poco confesable que se quedó fuera de las páginas impresas y también se quedará al margen de este texto.

Ella es uno de los personajes que acompaña en la narración a otros más relacionados con la música, con los que Peláez relaciona Malasaña. “Es un barrio de mitos, de Enrique Urquijo, de La Movida y del rock”. Esa visión lúdica también contrasta con la de la nueva realidad del barrio, que absorbe como ninguno las modas internacionales y las últimas tendencias que vienen de la mano del capital.

Gentrificación y Malasaña

“Yo llegué a Malasaña poco después de vivir en Londres: allí entré en contacto con la realidad hipster. El lugar estaba terminando de gentrificarse y convirtiéndose en lo que ya es ahora”, relata. Y su experiencia le sirvió para mirar con otros ojos el proceso que se estaba dando en el barrio: “Hay cosas de la gentrificación de Londres que también veo aquí. Malasaña ha dado un giro, pero no me parece que sea tan grave como en otras capitales. No hay ese empujón inmobiliario terrible que se ve en otros sitios, estoy segura de que puede haber casos, pero me da la sensación que son limitados”, afirma antes de puntualizar que “tampoco me veo capacitada para hablar como una experta del tema”.

Pese a esta aparente “hipsterización”, a Peláez le sigue pareciendo “un barrio bastante alternativo, pero con gente amable”. También admite que la zona ha sido sometida a una espiral de consumo propia de la generación que nació a finales de los setenta y principios de los ochenta: “El consumo nos ha somatizado. Se ha convertido en algo consustancial al ser humano, aunque eso no tiene solo que ver con Malasaña sino con otros lugares”, nos cuenta resumiendo una opinión que queda perfectamente explicada en un amplio pasaje del libro. Dejamos a los lectores más interesados que profundicen en el asunto buscándolo en las librerías.

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