Terrazas vs bancos: la pérdida del espacio público frente al privado en Madrid

En Tokio, las plazas públicas son lugares de paso. Hay japoneses que quedan allí pero, en general, nadie pasa más de cinco minutos en ellas. Para eso están los parques. El centro de Madrid, que no es Japón ni está sobrado de zonas verdes, veía hasta hace poco cómo sus ciudadanos y los llegados de fuera se reunían y hacían vida en las plazas, sentados en sus bancos, bordillos o incluso suelo. Los niños pintaban las baldosas con tizas y jugaban en ellas a la pelota. Una costumbre que se está perdiendo por la cada vez más evidente pérdida del espacio a manos de las terrazas de bares y restaurantes.

El periódico Somos Malasaña ha llegado a esta conclusión después de recorrer ocho plazas del centro de Madrid y contar cómo en ellas la proporción de bancos públicos y mesas de terraza es llamativamente favorable a las segundas, con el agravante de que una parte de ellas son ilegales por no contar con el obligatorio permiso municipal ni la pintura de sus límites en el suelo.

El origen de esta evidente desproporción nos lo reconocía hace unos años el entonces concejal de distrito, José Enrique Núñez: el Ayuntamiento perseguía combatir el botellón dejando que las terrazas ocuparan las plazas. Incluso hacían la vista gorda con algunas ilegales que les interesaban por su ubicación. El resultado son miles de metros cuadrados de calle privatizados, -con gran acogida por parte del público visitante, bien es cierto- y la expulsión de los vecinos de sus propias plazas.

Este es el análisis, plaza a plaza, con datos, de la ocupación del espacio público frente al privado en la capital de España.

Plaza de San Ildefonso: 6 bancos - 56 mesas y 224 sillas

Quizás el ejemplo más claro del cambio producido en Malasaña en lo referente al espacio público. La plaza del Grial (como la conoce aún mucha gente) albergó hace décadas un mercado de alimentación al aire libre y hasta hace poco su suelo -a falta de más bancos- era lugar de reunión habitual durante los fines de semana y espacio de juego para los niños de la zona, que no cuenta con parques infantiles. La construcción de un nuevo edificio en su parte norte propició la apertura de dos locales de restauración que, unidos al que ya existía, ocupan más del 50% de la plaza con sus terrazas.

En el lugar existen 6 bancos (incluyendo en la cuenta los 4 de la calle corredera a su paso por la plaza) frente a 56 mesas y 224 sillas. Solo las 32 mesas del restaurante Conache cuentan con las obligatorias marcas en el suelo, pintadas por el personal del Ayuntamiento conforme a su licencia. Tanto las 12 del restaurante Naif como las 12 del japonés Maki (con sus respectivas 48 sillas cada uno) se colocan sin límite en el suelo y menguan en virtud del mercadillo que se monta durante los viernes y sábados en la plaza.

Plaza Luna: 22 bancos - 37 mesas y 148 sillas

Una de las últimas plazas en ser reformadas con el estilo granítico y sin árboles es la de María Soledad Torres Acosta, más conocida como plaza Luna. En ella el Ayuntamiento concedió una licencia al establecimiento The Moon para que ocupara el centro de la plaza con la excusa de evitar botellones. Hace unos meses, el propio consistorio alquiló su antigua zona para la revitalización de la zona a una empresa de restauración, que plantó ilegalmente una gran terraza en medio de la plaza. Ante las denuncias de los vecinos, dichas mesas y sillas acabaron situadas junto al soportal, aunque tampoco están dotadas de los límites municipales pertinentes dibujados en el suelo. 37 mesas y 148 sillas repartidas de la siguiente forma: The Moon (21 mesas) y El Lugar de Martina (16).

El espacio para los peatones que quieren sentarse en este lugar es amplio comparado con los lugares analizados: en el lugar se instalaron 10 bancos de granito y otro más corrido que equivaldría a 12 bancos más, en el que a veces los skaters hacen sus pinitos. En total, 22 plazas agradables en primavera y en otoño, pero en las que se ve poca gente durante invierno o verano, debido a que no están protegidas por ningún soporte.

Plaza de Juan Pujol: ningún banco - 38 mesas y 192 sillas

La minúscula plaza de Juan Pujol es otro ejemplo de cómo entregar más del 50% del espacio público a los restaurantes que la ocupan. En el lugar se quitaron todos los bancos pese a la existencia de un parque infantil en el centro. Ahora, los padres que miran cómo juegan sus hijos tienen la opción de acudir a una de las sillas individuales instaladas por el Ayuntamiento o sentarse en los casi dos centenares de plazas de pago.

Un restaurante de reciente apertura, El balcón de Malasaña, ocupa la mayor parte del espacio con 21 mesas, haciendo imposible rodear el parque por la acera sur. Otros dos locales, Ojalá (12 mesas) y La Lirio (5) disponen de instalaciones en el exterior reguladas.

Plaza del Olivo: ningún banco - 48 mesas y 190 sillas

La peatonalizada calle Fuencarral vio en los últimos años cómo desaparecían de sus fachadas todos los comercios de restauración. Todos salvo los ubicados en su zona más ancha, en la conocida popularmente como Plaza del Olivo. Allí, cuatro comercios de restauración se reparten las 48 mesas y las 190 sillas que ocupan el espacio público: Lateral (18 mesas), Starbucks (12), Delisco (12) y Llaollao (6) disponen de asientos en el exterior.

A falta de bancos, los viandantes que no quieren gastar su dinero en estos establecimientos han de sentarse en el bordillo del olivo que domina la plaza, a cuyo alrededor pueden colocarse -bien organizadas- hasta 24 personas.

Plaza Carlos Cambronero: ningún banco - 16 mesas y 54 sillas

La empinada y granítica plaza que da un ligero respiro a la calle Pez no cuenta con ningún lugar para el descanso del paseante. Solo un restaurante (La Mucca), ofrece los asientos dispuestos alrededor de 16 mesas. El resto del amplio espacio que bien podría servir para habilitar un lugar de reposo lo ocupan una estación del BiciMad y tres contenedores de basuras.

Plaza de las Comendadoras: 9 bancos - 59 mesas y 236 sillas

Cuatro locales de restauración se reparten el espacio de terrazas en esta plaza dedicada en su parte central a un parque infantil y otro para la tercera edad. La mayoría de los bancos públicos (9) se encuentran dentro de dichos parques, mientras que la parte exterior queda reservada a los bares.

El lugar alberga 59 mesas y 236 sillas, repartidas así: Café Moderno (17 mesas), La Taquería (16, a las que se añaden dos mesas altas y 6 sillas), Kramer (8) y Roll (16). En el caso del último restaurante, se da la circunstancia de que ni siquiera posee local en la plaza sino que sus camareros llegan cruzando las dos calzadas que la separan de la calle Amaniel.

Plaza Guardia de Corps: ningún banco - 24 mesas y 96 sillas

La pequeña plaza frente a la entrada del Conde Duque es un lugar agradable para descansar, por sus sombras y su pequeño parque con seto en el centro. Está rodeado de varios locales que han establecido allí sus mesas y sillas haciendo a veces difícil el tránsito para llegar hasta la entrada del centro cultural partiendo de la calle del Limón.

La ocupación de la plaza llega a tal punto que incluso locales que no dan a la plaza han establecido sus propias terrazas en la zona, como es el caso de la Creperia Olive (4 mesas), que se suman a las de La cajita de Nori (12 mesas), cuyos camareros también han de cruzar una carretera para llegar a sus clientes, y las de la Taberna de Corps (8), la única ubicada realmente en la plaza.

El único descanso posible para los viandantes sin consumir en estos establecimiento lo conforman 14 sillas distribuidas de forma desigual, siguiendo un modelo que el Ayuntamiento instaló durante la época de Gallardón: se trata de asientos de madera separadas unas de otras que hace imposible las reuniones en grupos de tres personas o más (salvo que alguno de ellos se ubique en el suelo).

Plaza del Dos de mayo: 44 bancos - 64 mesas y 256 sillas

La plaza que mayor esparcimiento permite a los madrileños en la zona de Malasaña es también la que más mesas de terraza presenta. Sin embargo, la proporción aquí es muy inferior a la del resto del barrio y, sobre todo, existen dos zonas bien diferenciadas en la plaza.

Las terrazas de los numerosos bares del lugar se disponen alrededor de la plaza, en su parte alta, del siguiente modo: Sandos (12), Pepe Botella (8 mesas), Maravillas (8), El 2D (8), Café de Mahón (8), Baztán (8) y La Graciosa (4). Algunas de estas terrazas, además, conviven con los mercadillos que se instalan en la parte más cercana a San Andrés durante el fin de semana. Como nota curiosa, cabe reseñar que la plaza perdió dos bancos hace unos años, reforma que benefició a uno de los bares de la zona, que pudo ampliar su terraza.

El hecho de que ningún bar haya podido instalar terrazas en la parte baja de la plaza permite que se haya convertido en un lugar habitualmente ocupado por los niños para sus juegos, alrededor de los cuales se sientan los madrileños en un banco corrido de piedra que equivaldría a 16 bancos normales. El resto de lugares para sentarse (28 bancos) se distribuye bajo los árboles y en torno a los parques infantiles y de mayores que dispone la plaza.

El aspecto de esta plaza es radicalmente distinto a las del resto del centro de Madrid. Gracias a una proporción más razonable de bancos y terrazas, el dosde -como es conocido entre los vecinos- resiste como lugar de reunión vecinal y no es casualidad que sea el lugar elegido para albergar los festejos populares del barrio.

Si los próximos gobernantes de la ciudad quieren recuperar el espacio público en las plazas para sus propios ciudadanos, tendrán que fijarse en el Dos de Mayo para hacerlo. Porque esta es la imagen global de las plazas de Malasaña, después del recuento (342 mesas de terraza y 1.368 sillas frente a 81 bancos), en un gráfico (pincha en él para ampliar):