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Pegatinas para convertir los asientos de Metro de Madrid en un lugar donde conversar y combatir la soledad

“Con los años, la sensación de aislamiento se ve acrecentada por los problemas de salud o de movilidad, o la desaparición o debilitamiento de las redes familiares”, explicaba Víctor Honorato en un reportaje donde tres mujeres de avanzada edad contaban sus experiencias conviviendo únicamente con su propia soledad. Iniciativas como Priority Talk nacen para paliar estas situaciones. Aunque sea de forma puntual, casi simbólica y sin permisos oficiales: con carteles que nos animan a conversar con quien se siente a nuestro lado en el transporte público.

La idea parte de Luis Carlos y Gonzalo. Es uno de los proyectos que han desarrollado en la escuela de publicidad y creatividad Brother Madrid. “En España más de 850.000 personas mayores de 80 años sufren soledad no deseada. Es un problema creciente, cada vez suponen más población y cada vez les dejamos más de lado”, lamenta Luis Carlos. Explica cómo “pasar tanto tiempo sin hablar con nadie repercute en su salud mental, son más y más habituales los casos de depresión, ansiedad o incluso suicidio porque se ven a sí mismos como una carga”.

Con Priority Talk pretenden aliviar este aislamiento en un lugar que a priori no es el más idóneo: el transporte público. Frente a una introspección y un aislamiento crecientes, proponen que se conviertan en espacios para el intercambio: “En los últimos años, el uso de los móviles ha hecho que sea cada vez más raro escuchar conversaciones en un vagón, hasta si vas con gente que conoces. Se ha convertido incluso en un sitio hostil”. Se les ocurrió entonces “habilitar un espacio en el que una persona que necesite hablar pueda sentarse si quiere y otra haga lo mismo para echarle una mano o para alegrarle el día”.

“Recuerdo una noticia sobre una mujer que tomaba todos los días una línea de autobús para ir hablando con la gente. Entonces nos dio por pensar que, al igual que en el Metro hay carteles informativos o de precaución sobre peligros físicos, podría haberlos sobre otros problemas más relacionados con la situación de estas personas”, dice Luis Carlos. Fue así como decidieron imitar el característico estilo de las ilustraciones de los autobuses o el Metro (monigotes incluidos), con intención de atender a un riesgo que no por intangible es inexistente.

La campaña es totalmente autogestionada y sin autorización de las administraciones, pues no cuentan con apoyo de la Comunidad de Madrid ni ninguna otra entidad, aunque a sus impulsores les encantaría colaborar en un futuro. “Hemos ido poniendo pegatinas en los vagones de Metro. Empezamos en trenes y algunos bancos de esperas en los andenes de la línea 6 porque al ser circular facilita la difusión, aunque ya hemos colocado también en la 3 y en algunos autobuses”. Paralelamente han abierto un perfil de Instagram donde exponen las líneas maestras del proyecto y piden a las personas que se crucen con los carteles compartir la iniciativa en sus propias redes.

Aunque la preocupación de partida es la soledad de las personas mayores, Luis Carlos recuerda que la soledad no deseada es un problema trasversal, así que la idea puede ayudar a ciudadanos de otras edades: “Se puede abrir a otros muchos colectivos, que todo aquel que lo desee tenga con quien hablar”. El propósito es, en definitiva, “crear comunidad”.

Una población cada vez más envejecida y falta de compañía

Según un estudio del Ayuntamiento de Madrid elaborado por los investigadores de la Universidad Complutense María Luisa Delgado y David Alonso, partiendo del padrón municipal a 1 de enero de 2019 (datos por tanto anteriores a la pandemia), en la capital viven solos 162.764 mayores de 65. Esto supone casi un 25% del total de habitantes que se encuentran en esa franja de edad. Son 36.720 hombres y 126.044 mujeres, por lo que estas representan el 77%. El documento apunta que los distritos con mayor número de personas en esta situación son Latina, Ciudad Lineal y Carabanchel.

Cuatro años después, las cifras pueden haber crecido todavía más. Por un lado, debido al deterioro de la imagen pública de las residencias con motivo de la crisis sanitaria. Pero especialmente porque en España viven cada vez más mayores: uno de cada cinco habitantes, el 20%, tiene más de 65 años. En 2050 la tasa llegará al 30%, según las últimas proyecciones del INE. El organismo estima que el número de hogares unipersonales alcanzará ese mismo porcentaje en 2037.