Alice Wonder y los otros cantantes de Tetuán que la antecedieron, de Jarfaiter a Raphael

Luis de la Cruz

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Yo quisiera es el tema con el que Alicia Climent (1998), más conocida como Alice Wonder, se clasificó en la primera semifinal del renacido Benidorm Fest el pasado martes. Este sábado, 4 de febrero, se sabrá si la joven cantante será la representante de España en Eurovisión.

En todo caso, Alice Wonder está dando mucho que hablar y en las notas de los periódicos no faltan referencias a su procedencia: el barrio de Cuatro Caminos. Hija del veterano batería Vicente Climent y Marta Barriuso, profesional del doblaje que en los ochenta lideró el grupo Magenta, en su casa siempre hubo música sofisticada y ambiente artístico. La misma casa de Cuatro Caminos que sirvió como atrezo para los vídeos de Instagram que fueron su plataforma de lanzamiento cuando aún estaba en el instituto. En la misma casa donde practicó el inglés, que luego emplearía en sus composiciones, con los universitarios que alquilaban una habitación durante el curso.

Luego, llegaron un LP en 2017, el primer bautismo de masas teloneando a Vetusta Morla y la forja de una carrera sin alaracas pero con paso firme en el panorama indie; con alguna altisonancia mainstream, como su interpretación de Lucha de gigantes en el homenaje de Estado a las víctimas de la pandemia o esta aventura festivalera. Tras la publicación de Que se joda todo lo demás, primer trabajo en castellano, la tendencia ascendente de la carrera de la cantante parece imparable.

Alice Wonder no es la única vecina de Tetuán que ha hecho fortuna en el mundo de la música. Listar a todos sería prolijo y, seguramente, muchos están fuera de nuestro radar. Os animamos a enriquecer el artículo en comentarios esta pequeña selección.

De los últimos tiempos, nos vienen a la cabeza dos propuestas muy diferentes, pero igualmente identificadas con Tetuán. El grupo La Paloma, del palo más popero, y Jarfaiter, del urbano con aristas. Los primeros debutaron en 2021 y han tenido una considerable repercusión con temas como, precisamente, Bravo Murillo. La canción y su videoclip en colores kodak son todo un fresco del barrio donde nació la banda.

Los escenarios de los vídeos de Jarfaiter también enseñan el barrio de Cuatro Caminos, en cuyas plazas presumió de haber hecho calle, y otras partes de Tetuán. Pero no son espacios centrales, como Bravo Murillo, son rincones solo reconocibles por los vecinos que no pasan rápido y sin mirar frente a las reuniones de chavales ociosos.

Artistas “de los de toda la vida”

Además de cantantes y grupos actuales, también han empezado en Tetuán artistas de otros tiempos, muy distintos a los anteriores, que ya cruzaron hace tiempo la línea donde se sitúan los mitos de la música.

Todo el mundo sabe que Raphael es de Linares, sin embargo, Rafael Martos Sánchez llegó con solo nueve meses a Madrid, donde viviría junto con su familia en en el número 1 de la calle de las Carolinas, en el barrio de Bellas Vistas. Siendo muy pequeño, empezó a velar las primeras armas de la canción como solista en el coro de la Iglesia de San Antonio, en Bravo Murillo. De todo ello habla el propio artista en Raphaelísmo, la serie documental emitida en Movistar el año pasado, en la que aparecen imágenes de la época y el propio cantante rememora con cariño al padre Esteban (su mentor en la escolanía) o su primer triunfo con el coro en un festival en Salzburgo cuando tenía nueve años. Allí fue nombrado “mejor voz de Europa”.

Camilo Sesto también vivió en Tetuán. Fue cuando aun era simplemente Camilo Blanes, tenía 18 años y era un recién llegado a Madrid en busca de fortuna dentro del mundo del rock. Vino junto con algunos componentes de Los Dyson, su primer grupo, formado en su Alcoy natal. Él mismo relataba en sus memorias, publicadas en 1985, sus vivencias en un tercer piso del 54 de la calle Alianto, en La Ventilla. Describe la vía sin asfaltar –como era corriente allí a la altura de 1964–, un lugar difícil para vivir:

“Del campo llegaba un viento helado que se colaba por las paredes. Las habitaciones carecían de calefacción y la señora María, que hasta entonces vivía sola con un nieto de corta edad, tenía decidido ofrecernos agua caliente para la ducha solamente los sábados; el resto de los días había que lavarse saltando y gritando dentro de la ducha y dándole a los más furiosos rock-and-rolls para licuar el hielo”. Contaba Camilo, que en aquellos primeros días de Madrid se ganaba la vida pintando cuadros a destajo para un marchante con almacén en La Elipa. Solían comer en un bar de albañiles económico que había cerca de la casa antes de ir a pedir trabajo a los clubes de los barrios y se acostaban ya de día.

Otra compañera de profesión de los anteriores, mítica, que está relacionada con Tetuán es Rocío Durcal, que tiene desde 2007 una hermosa rotonda con su nombre. María de los Ángeles de las Heras Ortiz nació en 1944 en una familia de clase trabajadora del barrio de Cuatro Caminos.  Pronto se le ven las hechuras de artista y en 1959, con solo 15 años, hace su primera aparición televisiva. Después, un buscatalentos llamó a la casa de sus padres…y el resto es historia de la música española.

Marieta, como era conocida familiarmente, debió pasar muchas veces por el lugar que hoy lleva su nombre para acercarse a ver a su abuelo, que trabajaba de conserje en el instituto La Paloma, en cuya casa la familia incluso llegó a vivir una temporada.

No sabemos qué tiene Tetuán para verse involucrado en la vida de tantos artistas de relumbrón. Hoy, son muchos los chavales haciendo música urbana o latina en sus calles y grabándola en alguno de los estudios del barrio de Valdeacederas. ¿Quién será la estrella, aún sin nombre conocido, que encabezará este artículo en unos años?