Gama Mazda CX: todocaminos con diseño y deportividad

Javier Galilea

Incluso en un mundo colonizado por coches con silueta de todo camino, un Mazda ha de transmitir esa conexión entre coche y conductor propia de la marca japonesa. Y para la Gama CX, que engloba a los CX-30, CX-3, CX-5 y MX-30, Mazda ha puesto el máximo interés en que la conducción, la experiencia interior y la última tecnología en materia de seguridad y motorizaciones, se den la mano en cuatro modelos que encajan según las necesidades de cada conductor. 

Porque hay un Mazda SUV para cada tipo de persona, esto es lo que la gama CX te ofrece con independencia del modelo de que se trate.

Un mundo en 28 centímetros

La diferencia entre el paragolpes del modelo urbano CX-3 y del más grande CX-5, apenas se podría medir con la longitud de tu antebrazo. Y sin embargo, tanto el espacio interior como la maniobrabilidad, cambian sustancialmente de uno a otro, contando también con los modelos intermedios CX-30 y MX-30. Los 4,27 metros del Mazda CX-3, lo perfilan como un compacto perfecto para desenvolverse entre el tráfico diario, que se domina con facilidad desde su puesto de conducción más elevado que coche compacto urbano habitual. Un dato curioso: el aprovechamiento del espacio, le permite disponer de casi el mismo maletero que el Mazda 3: 350 litros frente a 358 litros.

Justo por encima, el CX-30 es la propuesta más fresca y versátil de la gama todocamino. Derivado de la plataforma completamente nueva del Mazda3, tiene además el honor de expresar en sus líneas el nuevo concepto de diseño Kodo, que se expresa en un doble plano que contribuye a hacerlo más pequeño al ojo de lo que es en realidad: de la cintura para abajo, emparenta con los volúmenes y atributos que se le suponen a un vehículo que puede circular fuera del asfalto. 

De la mitad para arriba, si se atiende al perfil, el CX-30 se dibuja con trazos como si fuera un coupé. Un modelo perfecto para familias pequeñas que busquen un coche de la máxima polivalencia, que se queda en los 4,30 metros de largo con una capacidad máxima de maletero de 1.400 litros plegando los asientos traseros, y que ofrece además una ventaja fundamental cuando se mide el punto de anclaje de las butacas. 

Justo a su lado en la gama, el eléctrico MX-30 mide lo mismo, pero pone el foco en el acceso al interior con total libertad a través de sus puertas contra batientes sin marco central y en un uso fundamentalmente diario. Desaparecen las barreras entre las plazas delanteras  y traseras, con innegables ventajas cuando se trata por ejemplo de acomodar a niños pequeños en sus sistemas de retención, incluso en espacios estrechos. 

El no va más, se llama CX-5. Es el modelo tope en Europa y a los atributos de polivalencia y espacio que comparte con sus hermanos de gama, añade el de un confort de marcha extraordinario apreciable por todos los sentidos. El ángulo de apertura de las puertas traseras y el espacio disponible para las rodillas, lo hacen particularmente interesante para tallas superiores a los 1,90 metros. Su interior, se estira respecto a la generación anterior para ofrecer más maletero (508 litros), y entre 2 y 5 centímetros más para las piernas, la cabeza y es espacio libre para los pies. 

Motores a contra corriente

El paso del tiempo y los métodos de medición de consumo y emisiones, han dado la razón a la idea que Mazda viene defendiendo a la hora de construir los motores: optimizar al máximo la arquitectura de cuatro cilindros, y recurrir a sistemas disruptivos como la hibridación o la electrificación, desde una perspectiva sensata y realista.  

Bajo el capó de los CX-3, CX-30 y CX-5, conviven los propulsores atmosféricos de cuatro cilindros Skyactiv-G y Skyactiv-X, el Skyactiv-D, y un sistema de hibridación ligero disponible en el CX-30. En común, una respuesta contundente con un consumo reducido y sobre todo, muy poco condicionado por el uso: cualquier Mazda reduce la horquilla entre los consumos máximo y mínimo, en línea con la coherencia que es marca de la casa, y que se ha conseguido a base de eliminar rozamientos internos, aligerar su masa y añadir tecnologías de vanguardia. Algunas populares, como la desconexión selectiva de cilindros, la micro hibridación por medio de un motor eléctrico de 6,5 caballos y otras exclusivas como el sistema de encendido por compresión controlado por chispa, Skyactiv-X. 

Ese propulsor de tecnología revolucionaria, consigue los consumos de un diésel en motor de 180 CV de gasolina. Una opción tan práctica como eficiente para disponer de las ventajas de la potencia cuando se necesita con un consumo moderado en el día a día. 

Capítulo aparte, el enfoque del MX-30 cambia también la forma en la que se mueve un vehículo eléctrico. Con las baterías en el piso, un centro de gravedad muy bajo y el peso mínimo requerido para ofrecer una autonomía suficiente para un uso diario, el concepto e-Skyactiv, propone hoy un motor eléctrico de 145 caballos, con unas baterías ligeras que le permiten mantener una gran dinámica de conducción y cargarse de 20 al 80% en apenas 36 minutos. 

Acabados únicos

Pocos fabricantes prestan tanta atención por el detalle. Inspirados por la forma en la que trabajan los artesanos japoneses, los interiores de toda la gama CX comparten ciertas señas de identidad que las hacen únicas en sus respectivos segmentos. Desde los tapizados en piel cuyas costuras vistas se repiten con una frecuencia y tensión única, al mullido de los plásticos y su ubicación estratégica para acomodar todas las partes del cuerpo. 

Cuanto más alto en la gama, más materiales nobles se incorporan: en el CX-5, el metal pulido auténtico o la madera, se dejan sentir. En el especial MX-30, algunos de sus elementos presentan corcho natural, mientras que parte del plástico proviene del reciclado de envases (el omnipresente PET) o las tapicerías se olvidan de la piel natural en favor de otras “veganas” de buen aspecto y tacto. 

La postura en todos ellos, satisface las expectativas que se tienen en un coche alto, y va más allá por el especial tratamiento de ciertos elementos que pasan inadvertidos en otros fabricantes. La posición entre el suelo, la base del asiento y el volante, buscan una distribución homogénea del peso del cuerpo para que los trayectos parezcan más cortos. El pilar “A” del CX-30 por ejemplo, tiene una forma pretendidamente asimétrica para reducir las zonas sin visibilidad e incrementar la seguridad. Y de igual forma, todos los menús, teclas y mandos (incluido el MZD, giratorio, entre los asientos), conservan el mismo estilo homogéneo, simple y claro.

Dinámica Mazda

Y es que no hay otra forma de poner adjetivo a la conducción de cualquier modelo de la gama CX, y de otros Mazda por extensión. La combinación de dirección precisa, una suspensión firme, frenada consistente y motricidad garantizada por sistemas de tecnología propia para el paso por curva como el G-Vectoring, convierten la experiencia en un regalo: es la conexión entre coche y conductor, que Mazda denomina “Jinba Ittai”, al igual que sucede entre un jinete y su caballo. También por la suavidad y precisión de los mandos y su intervención cuando es requerida, como el cambio en las versiones manuales o los sistemas i-Activsense que contribuyen a mantener el coche dentro del carril, a distancia del tráfico circundante o a frenar de forma automática hacia adelante y atrás. 

Son más altos, son más voluminosos. Pero también más habitables y polivalentes. Y por encima de todo, auténticos Mazda en todo lo que se refiere al diseño, su construcción y su dinamismo. Así es la gama CX de Mazda.