Siempre es la misma secuencia. Sucede la tragedia, acuden las autoridades, se visten de negro, prestan declaración, se les saltan las lágrimas -a poder ser en directo y en horario de informativo-, mientras se dan golpes en el pecho y dicen que se buscarán a los responsables, “caiga quien caiga”. Las cámaras se marchan y viene la cruda realidad, el Ayuntamiento no es responsable, a pesar de que la discoteca lleva abierta desde 2008 –échale guindas al pavo–, pidió renovar licencia en 2019… y tela.
El caso es que la responsabilidad jurídica se decidirá en los tribunales, la política habrá de decirse fuera de esta Región porque dimitir sigue siendo un nombre ruso para los políticos murcianos y, ya no digamos lo de investigar algo o sacar una ley de espectáculos, mayoría absoluta para no hacer nada y, lo que es peor, sabemos que es mejor así; de redactar una ley todos sabemos que no se redactaría en la Asamblea, sino que se la traerían hecha desde los bares.
La teatralización de siempre, pero con final borroso y gol por toda la escuadra a los socialistas que siguen sin saber de comunicación. Hay errores que son difíciles de entender. Entre tanto, como sucedió cuando estaban en la oposición, el actor principal está desaparecido, el actor en busca de fotograma deja que los secundarios tomen el papel protagonista y, por no acudir, ni va a entierros, ni manifestaciones, ni duelos... Elude dimisiones, esas que prometía, pero como ahora salpican a los suyos, calla y dice que si rueda no es chamba, total él es un buen alcalde. Una lástima que no tengamos guiñoles, como esos del Canal Plus, preguntando: pero ¿por qué no puedo ir a Nueva York y hacer mis gestos cuando noto los aplausos?
Una cosa tenemos clara, la administración municipal es un desastre, y no viene de los dos últimos años que al menos decretaron el cierre, sino de todos estos años en los que se han abierto locales que deberían estar cerrados. Seamos serios: no se han inspeccionado los locales de ocio, ni las empresas ilegales en la huerta, ni las aulas donde los niños van a estudiar, ni, si me apuran, nada y se ha hecho a conciencia. Durante años han mirado hacia otro lado instaurando unas sinergias que han durado en el tiempo, a pesar incluso de los cambios de gobierno, y ahora están haciendo Teatre, Teatre y eso es lo peor.
Seamos serios, en esta ciudad, en esta Región todo vale, todo ha valido, nadie asume las consecuencias, ni siquiera cuando pasan cosas terribles, como lo ocurrido en las discotecas. Lo malo es que nos estamos acostumbrando a todo esto, nadie dimite por nada, no lo hicieron por el Mar Menor, tampoco lo harán por esto porque en el fondo creen, piensan y, seguramente tengan razón, que nada de esto les va a pasar factura en las urnas.
Seamos claros, en esta ciudad, concretamente con este alcalde de poses en cualquiera de sus variantes -Instagram, Facebook o X (antiguo Twitter), no caben soluciones: si hacen las obras de movilidad será porque Europa les obliga y les obligará; no habla ya ni de tranvía, ni de autobuses, ni de nada, y encima ha subido los impuestos un 6%, aunque los titulares digan que ha sido el Ayuntamiento y no Ballesta.
Lo peor es que esta política de comunicación, que no de hechos, le da resultado. Lo peor es que es un actor con un buen guion de comunicación, no cabe negarlo, pero para gobernar hace falta más que un guion: se necesita un proyecto y es lo que él no tiene, ni visión de ciudad, más allá de convertirla en un queso Gruyere de aparcamientos tunelados, ponernos un árbol de navidad y mantener encantada a la gente. Puro Teatre, ni más ni menos.
1