Se puede estar de acuerdo o no con unos u otros planteamientos, tesis, posiciones, o lo que se quiera. Pero cuando se mira políticamente hacia otro lado tras un acto de represión flagrante de las ideas, mal van las cosas. Eso recuerda aquello tan manido atribuido a Bertold Brecht y que tantas veces ha sido citado. No encuentro otra explicación a la ausencia casi total de movimientos de apoyo al recién expedientado hidrogeólogo de la CHS Fran Turrión, a cuenta del informe sobre el déficit hídrico del Segura publicado y publicitado por Greenpeace y del que es coautor fundamental ese técnico del organismo de cuenca.
Todo el mundo, o casi —salvo CCOO y, por supuesto, la organización ambientalista patrocinadora—, parece lavarse las manos. Con nosotros no va esto. Actitud general. Si se les pregunta, ese mismo elenco de indiferentes se pronunciará decidida y radicalmente por la defensa de la libre expresión de las ideas de cada cual. Faltaría más.
¿Qué ha dicho, hecho o escrito el ínclito represaliado en ciernes que tal muro de indiferencia suscita?
Habría que recordar, para empezar, que las tesis hídricas e hidrológicas incluidas en el texto de Greenpeace sobre el Segura vienen siendo defendidas y publicitadas por Turrión desde hace tiempo. Reléase y reóigase lo impreso y radiado, si hubiera curiosidad , en diversos medios.
Esos planteamientos, bien es verdad, nunca han tenido mucho eco, más bien ninguno, en el llamémosle ‘ecologismo progre oficial’ actualmente más o menos integrado en Podemos. Partido del que, por cierto, el expedientado es “inscrito”. Obviamente, los postulados del hidrogeólogo y, ahora, de Greenpeace pueden ser, y son, discutidos y discutibles; criticados y criticables. Difieren de los mantenidos por la Fundación Nueva Cultura del Agua (FCNA), por ejemplo. No tienen por qué ser compartidos sin más. Esta no es la cuestión
Desde el otro lado, es decir, desde la trinchera trasvasista defensora de los privilegios y dominio de los ‘aguatenientes’ y de los pergeñadores del ya olvidado “Agua para Todos”, el técnico de la CHS en cuestión ha sido vilipendiado e, incluso, amenazado pública y directamente: recuérdese una pancarta con su apellido exhibida hace años en una manifestación reivindicativa del periclitado trasvase del Ebro por la claque más furibunda de Valcárcel, Cerdá, etc.
Volviendo a la pregunta: ¿por qué se le expedienta ahora?
Como los tiempos que corren, respuesta a la gallega: ¿Quizá porque ha encontrado paraguas publicitario en Greenpeace? Sabido es que esa organización no es precisamente popular entre los gerifaltes murcianos desde hace décadas, especialmente desde que una acción directa con lanchas neumáticas en La Manga dio a conocer en toda España el notorio y flagrante desmán ambiental que es Puerto Mayor, aún sin resolver en la práctica.
O quizá como otro síntoma revelador de estos mismos tiempos en los que un más que discreto delegado del Gobierno lanzó —o se le escapó— la fuerza pública a repartir algunos zurriagazos contra los vecinos en las vías del tren; y su inefable sucesor, acérrimo azote del rabo de los perros, se autoinviste de Capitán Trueno frente a las hordas piratas berberiscas que asaltan nuestras indefensas costas...
Insisto: ¿por qué ahora?
Pues lo que mantiene Turrión, acertada o equivocadamente, viene basado en datos técnicos públicos y publicados en diversas fuentes, incluyendo la web de la propia CHS. E incluyendo también un volumen técnico (“Las aguas subterráneas en la gestión de la sequía: ejemplo de la Vega Media y Baja del Segura”) que la CHS, o sea el Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, distribuyó a finales de 2011, tras tenerlo impreso y bien escondido durante unos meses.
Turrión era coautor del volumen. Junto a él figuraba, entre otros, quien fue comisario de Aguas del organismo de cuenca, Manuel Aldeguer, mano derecha, ¿o no?, del que fue presidente José Salvador Fuentes Zorita. Ambos del mismo partido (PSOE) organizador de una amplísima Conferencia Abierta sobre Agua, en Torre Pacheco el dos de diciembre, a la que no se ha invitado al maldito Turrión y que será supervisada nada menos que por Cristina Narbona, a la sazón presidenta estatal de los socialistas.
Más. ¿Por qué actúa el organismo de cuenca ahora y no cuando el hidrogeólogo informó hace un año sobre el agua y el Segura en una subcomisión de las Cortes Valencianas, a pesar de que el presidente de la CHS, Miguel Ángel Ródenas Cañada, le prohibió arbitrariamente (a él y a otros dos empleados) asistir a la sede parlamentaria basándose en el “principio de obediencia debida”, que no rige en el ordenamiento jurídico español? Recuerdo, por cierto, que ese mismo argumento fue utilizado por ciertos militarotes sudamericanos para intentar autoexculparse de determinadas luctuosas tropelías por ellos ejecutadas.
No se trata de crear ni uno, ni dos, ni tres mártires. Ya sabemos de sobra quiénes y por qué se dedican a eso. El problema es la defensa solidaria de la libertad de expresión y de transmisión de ideas. Sean cuales sean. Para aclararlas están los debates. En sus múltiples formas. Entonces, ¿por qué la dirección de la CHS, directamente dependiente del Gobierno a través de su delegado en la Región, actúa ahora así?
Aunque la cuestión más inquietante sería la de por qué (casi) nadie dice nada...