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Opinión - Noticias que no interesan. Por Esther Palomera

Vox en Medio Ambiente: el zorro cuidando de las gallinas

Quizá la expresión correcta para el común de los mortales sería “meter al zorro a cuidar de las gallinas”. Y eso es lo que han hecho Populares y naranjas entregando el control parlamentario de la gestión ambiental y de ordenación del territorio a la extrema derecha.

Después de casi 25 años de gestión de la derecha, el Mar Menor no ha experimentado mejorías en ninguno de sus parámetros. Se reduce su extensión al tiempo que crece la presión urbanística y la cantidad de vertidos de nitratos y fosfatos provenientes de la agricultura intensiva que se acumula en su ribera. A esto hay que añadir los efectos de los temporales o el nulo control que sobre las embarcaciones a motor y los fondeos ejerce la administración autonómica.

Quizá algún atrevido, no yo, pudiera plantear la retirada del mando sobre la laguna por manifiesta incompetencia y atribuirle estas tareas al Gobierno de España en estrecha colaboración con los ayuntamientos afectados, que deberían ser los primeros interesados en la recuperación de la economía local y su reclamo turístico y de servicios de calidad. Tampoco sería la primera vez que una autonomía reduce su peso competencial. Ya hemos tenido experiencias al respecto.

Al contrario de esta idea, el PP pretende desde hace tiempo absorber más poder al respecto, reclamando “costas” con el silencio cómplice de Ciudadanos y Vox. Una insensatez que espero no se confirme jamás. Otro zorro para las mismas gallinas.

La derecha en la Región de Murcia mantiene un nicho importante de votos en el área del Campo de Cartagena y el Mar Menor precisamente por no haber regulado ni ejercido control alguno sobre las actividades industriales, agrícolas y turísticas que se realizan en toda la comarca. Prueba de esta falta absoluta de inspección de sus propias atribuciones, son las numerosas actuaciones judiciales que hemos vivido meses atrás y que se han saldado con las llamadas a juicio de cargos públicos y empresarios que hacían y deshacían a su antojo.

Aunque el daño está muy avanzado en el tiempo, también achacable a la falta de recursos, la justicia ha reaccionado y la maquinaria del Estado de Derecho también pondrá en su momento a cada uno en su lugar. Para eso sólo hay que esperar.

Vayan atando cabos. La derecha reclamando meses (en los tiempos de la reforma estatutaria) poder legislar sobre las costas de la Región y ahora poniendo en manos de la extrema derecha que niega la existencia del cambio climático el control sobre el mismo cambio climático. ¿Hacen falta más pistas?

Confirmado que no les importa nada que no tenga el tamaño de un billete de 500 euros, llega el momento de trabajar de manera decidida para que, desde las instituciones pero también en la sociedad civil, construyamos una respuesta ética y social a la acción depredadora de nuestro patrimonio. Una respuesta que ha de llevar a revertir los efectos nocivos de casi un cuarto de siglo de ruina ambiental, ecológica e industrial. Si en algún momento había que demostrar que la derecha no sabe de economía y que no está preparada para que los bolsillos de la ciudadanía respiren tranquilos, el Mar Menor es la prueba incontestable.

Ahora, en estos días que se ha celebrado la Cumbre Mundial por el Clima, los comportamientos que denostan al activismo han llegado al punto de querer ridiculizar a una joven adolescente. Sólo han conseguido hacer el ridículo, porque ella ha sido el espejo en el que la mayor parte de los jóvenes se han mirado para tomar ejemplo.

El viernes  27 de septiembre tuvimos una llamada de atención para secundar a Naciones Unidas en la protección de nuestro planeta, porque no tenemos planeta B. No hay plan alternativo. Quienes tenemos un compromiso con el espacio público estuvimos ahí. Ya no queda tiempo ni excusas para ponerse de perfil.

Quizá la expresión correcta para el común de los mortales sería “meter al zorro a cuidar de las gallinas”. Y eso es lo que han hecho Populares y naranjas entregando el control parlamentario de la gestión ambiental y de ordenación del territorio a la extrema derecha.

Después de casi 25 años de gestión de la derecha, el Mar Menor no ha experimentado mejorías en ninguno de sus parámetros. Se reduce su extensión al tiempo que crece la presión urbanística y la cantidad de vertidos de nitratos y fosfatos provenientes de la agricultura intensiva que se acumula en su ribera. A esto hay que añadir los efectos de los temporales o el nulo control que sobre las embarcaciones a motor y los fondeos ejerce la administración autonómica.