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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

Los responsables de las opiniones recogidas en este blog son sus propios autores.

El fundamentalismo cristiano: ¡Dios Bendiga a Norteamérica!

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump

Joaquín Sánchez, 'el cura de la PAH'

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Aunque a la hora de hablar de fundamentalismo cristiano podríamos remontarnos a lo que supuso la llegada de los europeos a América y su conquista, saqueo e imposición a sangre y fuego de la cultura europea y la religión cristiana, hay que hablar de algo terrible y destructivo que no es otra cosa que ese fundamentalismo cristiano norteamericano y que tiene su máxima expresión en ¡Dios Bendiga a Norteamérica! Un fundamentalismo que nos está llevando al borde la guerra y de destrucción de la vida en el planeta.

¿De dónde surge este fundamentalismo cristiano? Hay un texto evangélico que dice que no se puede servir a Dios y al dinero, que hay elegir, pero los capitalistas -o neocapitalistas- han modificado esta expresión, traduciéndola por el Dios Dinero y han hecho una nueva teología que se puede denominar la Teología Capitalista, donde el dinero se convierte en la personificación de la divinidad y su máxima expresión es el acaparamiento de la riqueza y el poder sacrificando personas, colectivos, pueblos y naciones.

Dios te bendice con los bienes y Dios te maldice con la pobreza. Y ésta es la base del fundamentalismo cristiano que ha conllevado la muerte de millones de personas y ha arrojado a la miseria a otros muchos sin ningún escrúpulo. Me decía, en cierta ocasión, un buen amigo una expresión muy brusca, pero con mucho fondo, y es la siguiente: “Los ricos norteamericanos creen que tiene a Dios cogido de los huevos”. Tiene miga la frase, aunque nos resulte impactante.

Éste es el origen del fundamentalismo cristiano norteamericano que entiende que el mundo le pertenece, que son el gran imperio que tiene que dominar el planeta de tal manera que los países deben ser sumisos a sus mandatos y si hay algún país que no se pliega a sus designios, se le doblega. Los gobiernos no están para servir a su ciudadanos, sino para servir los intereses de los norteamericanos ricos con su mandato divino de convertir el planeta en el planeta norteamericano.

Por eso, ese fundamentalismo cristiano se ha instalado en la versión más cruda, dogmática y absolutista en el Gobierno de Donald Trump que quiere doblegar países fuera de su dominio como son Cuba, Nicaragua, Venezuela, Irán, Corea del Norte o Bolivia y quiere arrinconar a las otras dos grandes superpotencias, Rusia y China. Por eso, ha comenzado un carrera armamentística en contra de Rusia y una guerra comercial contra China. Como superpotencia siente que todos los recursos naturales le pertenecen. Lo hemos visto en la guerra en Iraq, Siria, Libia y, posiblemente, en Venezuela. No quieren llegar a acuerdos comerciales: o les das lo que te piden y en las condiciones que establecen o te lo quitan con un golpe de Estado y si no funciona, con una invasión.

Piensan que el dinero lo compra todo, por eso le han ofrecido a Maduro un retiro dorado, mientras que al presidente palestino Mahmud Abás le ha ofrecido Arabia Saudí 10.000 millones de dólares si acepta el mal llamado Plan de Paz elaborado por el Gobierno de Estados Unidos y el de Israel, que es un plan de rendición para el pueblo palestino. Los gobiernos tienen que ser títeres de los intereses de las grandes corporaciones norteamericanas.

Pero esa visión no solo se limita a ejercer el terror en política exterior, sino que también ha configurado una nueva visión de ser humano, una antropología capitalista que se traduce en un darwinismo social, de tal manera que la sociedad humana responde a un proceso de selección dentro del cual sólo el más apto es el que sobrevive económicamente y las víctimas son el resultado natural de una dinámica competitiva por la cual el Estado no debe intervenir ni ninguna otra organización.

Los que logran enriquecerse están llamados a sobrevivir, los que se empobrecen están llamamos a la miseria y a la muerte. Por eso, desde este fundamentalismo cristiano se ataca y se quiere eliminar todo vestigio de justicia social, libertad y fraternidad porque entienden que es un atentado a este visión. Los pobres tienen que desaparecer, tienen que ser eliminados, tiene que vivir con las migajas, son despreciados y solos utilizados como mano de obra para seguir enriqueciendo a los que se consideran elegidos por el Dios Dinero. De ahí, que se acepte la existencia de tanta pobreza en Estados Unidos, una mortandad infantil elevada y que no haya sanidad pública.

Desde este fundamentalismo cristiano se ataca todo público, las organizaciones humanitarias, los movimientos sociales y cualquier expresión de religiosidad que defienda a los pobres porque el mundo es un espacio y un tiempo para el negocio. Y con este propósito no hay ética. El único valor es ganar y ganar utilizando amenazas, chantajes, torturas, asesinatos, corrupción y cambios de gobiernos. Todo esto, lo hacen en nombre de Dios, el Dios de los becerros de oro, del becerro del petróleo. 

Sus creencias van en contra de los derechos humanos o de cualquier valor que defienda la vida y la naturaleza. Su fanatismo y fundamentalismo los hace ciegos, por eso niegan el cambio climático, niegan los valores que son esenciales para construir una sociedad y un planeta con humanidad.

Los fundamentalismos y los fanatismos son perversos, incluido el cristiano. Solo caben en nuestro mundo concepciones, sean del carácter que sean, que entiendan que la vida de cada persona es inviolable, sagrada, que la vida no es un negocio. La vida no  es lucha entre nosotros, es caminar juntos por la existencia, desde lo inclusivo y desde la dignidad humana.

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