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Sobre este blog

Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Otegui

Gonzalo Bolland

En las espléndidas tierras vascas hubo años, muchos, muchos años, en los que los bárbaros de ETA te amenazaban, te secuestraban o te mataban por no estar de acuerdo con la mítica idea que ellos tenían del pueblo vasco mientras una considerable cantidad de personas, cocineros, ciclistas, escritores, cantantes, periodistas, banqueros, sacerdotes, futbolistas, empresarios, funcionarias, sopladores de vidrios y otros bienaventurados, permanecían en silencio ante la cotidiana constatación del horror que aquellos bárbaros provocaban. El silencio, a fin de cuentas, por más incómodo que te resulte o por más condicionado que esté por el miedo, siempre te garantiza una cierta tranquilidad.

Muchos de los que, en aquellos años, fuímos amenazados por los bárbaros no tuvimos más remedio que hacer de tripas corazón, meternos nuestras opiniones en el trasero, guardanos el brumoso paisaje de lluvias, nieblas, acantilados, frontones, puertos pesqueros y vacas pastando en los deshabitados bolsillos y trasladarnos a comarcas muy alejadas del Pais Vasco para, con suerte, con mucha, mucha suerte, trabajar, beber, discutir, deambular, sonarnos los mocos y tumbarnos al sol con la memoria repleta de seres perdidos; en definitiva para vivir.

A nuestro regreso, tardío, pero regreso a fin de cuentas, una de las cosas que menos nos sorprendió fue comprobar que muchas de aquellas personas que durante aquellos terribles años guardaron un cómodo silencio lo habían rentabilizado extraordinariamente bien.

Lo sorprendente, no por no esperado sino por poco cuestionado, fue constatar que ciertos asesinos y bastantes de los que les jalearon ocupaban puestos públicos en la administración pública vasca – debido, sospecho, no solo a su cualificación profesional sino sobre todo a su condición de “vascos auténticos” - sin que nunca hubieran dado muestras de arrepentimiento o hubieran manifestado un mínimo reconocimiento ante las víctimas por todo el dolor causado durante las desgraciadas décadas en la que los bárbaros de ETA estaban considerados en muchas localidades vascas como “héroes del pueblo”.

El líder de Sortu, Arnaldo Otegui, ha salido de la cárcel tras cumplir su condena de seis años y medio por el intento de reconstruir la ilegalizada Batasuna siguiendo las órdenes de ETA, según sentencia judicial. Antes de ocupar un puesto en la administración pública vasca, ya sea de lehendakari, de Arzobispo de la diocesís de Estella o de consejero plenipotenciario para el desarrollo de la paz, este hombre tiene, ahora, la oportunidad de manifestar que permanecer en silencio durante tantos años ante las barbaridades cometidas por los bárbaros de ETA, no solo fue un acto de cobardía por su parte sino también un crimen. Callar, en su caso, señor Otegui, fue un crimen.

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