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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Educar es igualar

Pablo García de Vicuña Peñafiel

Responsable de la Federación de Educación de CCOO Euskadi —

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Patxi López, flamante presidente del Congreso de los Diputados de la XI Legislatura de la democracia, ha empezado su discurso de investidura con un llamamiento vigoroso a un primer pacto de estado que ponga freno a la violencia doméstica. Los aplausos que ha arrancado tal petición, en el hemiciclo más plural de los últimos años, han sido fiel reflejo del deseo de la sociedad española por poner punto final a tal tipo de violencia machista.

Una sociedad que se echó a la calle en Madrid, el pasado 7 de noviembre, en una jornada reivindicativa histórica con un nítido mensaje (¡No más violencia sexista!), pero que tiene que convivir entristecida con la cotidianeidad de los asesinatos que no cesan (64 mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas, en 2015; 4 en lo que llevamos de este recién estrenado enero).

Al asombro por cada acto desgarrador nuevo conocido, se añade la estupefacción por la falta de respuesta política, más allá de las condolencias sinceras de rigor y se cierra con la indignación por las promesas incumplidas. Y es que no se trata de dudar de actitudes políticas (aunque algún partido haya tenido que emplear tiempo en explicaciones), sino de exigir actuaciones concretas ya, acuerdos definidos sin más dilación.

Una idea muy básica, de amplio respaldo político –al menos teórico- y sin apenas cuestionamiento social es la idea de igualdad. Y la comunidad educativa, desde hace varias décadas, viene trabajando por desarrollarla a través de la coeducación. Superar los actuales modelos de género, tan presentes en nuestras vidas, exige una disciplina de la que tiene que participar, además de la escuela, la sociedad. “Educar de forma distinta en la familia,(…)a través de los medios de comunicación, de los juguetes, de los espacios, de las ropas, de las relaciones. Este es el reto”, dice con sensatez la socióloga Marina Subirats en su interesante libro Forjar un hombre, moldear una mujer.

Pero no va a ser fácil; ni lo está siendo, ni lo será en un futuro, mientras veamos atónitos sentencias inexplicables como una reciente del propio Tribunal Constitucional que ha resuelto inadmitir la inconstitucionalidad planteada por el TSJ de Andalucía a raíz de una petición de la Junta, tras los recursos de varios centros docentes privados de educación segregada por sexos por denegarles el concierto educativo.

Necesitamos reaccionar, exigir la modificación de una norma educativa, como la LOMCE, que legitima el concierto económico para subvencionar con fondos públicos centros que, voluntaria y legalmente, apuestan por una educación segregadora, elitista, parcial. Si queremos avanzar en igualdad, necesitamos coeducar en centros mixtos, donde jóvenes de los dos sexos convivan, formándose como hombres y mujeres que aprecien el valor de conceptos como respeto, integración y equidad.

Porque en este siglo XXI, siglo de la tecnología y la ciencia al servicio de la humanidad, seguimos mostrándonos débiles ante desigualdades manifiestas: los roles profesionales, la desigualdad salarial, el techo de cristal, situaciones todas ellas corregibles que, sin embargo, se resisten a desaparecer.

Como se resiste a desaparecer una creencia social, en ocasiones, compartida por jueces, que defiende el principio de escasa resistencia –cuando no manifiesta intención de incitación femenina- ante los crímenes del victimario masculino. ¡Qué bien lo recogió Víctor Manuel en su “Club de las mujeres muertas”:

A veces porque miran, porque callan,

porque piensan se delatan;

a veces porque cuentan, porque lloran

o porque no entienden nada;

hay quien perdona todo a quien las mata,

por un beso, una mirada;

hay quien lo espera todo de quien ama

y no pierde la esperanza…

Tenemos necesidad de mantener la 'tolerancia 0' para cuantos/as sigan pensando que es la sociedad la que tiene que arreglar el problema de la violencia contra las mujeres.

Por ello acabaremos coincidiendo con la filósofa inglesa, Mary Wollstonecraft, cuando afirmaba allá por los finales del siglo XVII, “(…) reivindicar la educación para las mujeres, no para que éstas tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas”.

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