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El expolio

Antonio Orejudo

Corre la idea de que el Gobierno del PP utiliza lo entretenido de esta crisis económica para colarnos de matute unas cuantas leyes que podríamos llamar blandas, normas de carácter moral, elaboradas por los integristas católicos del partido, que molestan mucho pero que no pueden compararse en dureza a la reforma laboral.

Sin embargo, estas leyes que parecen adornar el núcleo duro de la política del PP no son un simple aprovechamiento de la coyuntura ni un agradecimiento a Rouco por su trabajo de desgaste la pasada legislatura. La liquidación de la Educación para la Ciudadanía, las maniobras de Ana Mato para restringir al máximo la píldora del día después, o la reforma de la ley del aborto que está preparando Gallardón son tan agresivas como la ley hipotecaria. En la agenda del PP estas iniciativas tienen el mismo rango y la misma función que los recortes de sueldos y derechos: quedarse con todo, un viejo sueño de la montaraz derecha española, una antigua aspiración de esas doscientas familias que provienen de la casta cristiana de la Reconquista y que todavía se consideran dueñas del país y sus habitantes.

Todo lo que estamos viviendo desde el comienzo de la legislatura forma parte de un gigantesco plan de expropiación, que consiste en dejar sin trabajo, sin dinero, sin cobertura médica, sin casa, sin enseñanza de calidad, sin vejez asegurada y sin derechos laborales a buena parte de la población. Las exigencias de Bruselas han servido de coartada, pero hubiesen hecho lo mismo sin crisis económica.

Los mismos que en su momento quisieron adueñarse del divorcio para administrarlo a su antojo intentan ahora abolir el matrimonio homosexual y prohibir la píldora del día después en un intento de arrebatarle a la gente su sexualidad. Que nadie, salvo ellos, pueda disponer de la lujuria o de la expresión sexual del afecto sin su permiso.

Fomentando un ocio embrutecedor y sustituyendo la Educación para la Ciudadanía por la religión intentan también apoderarse del pensamiento y controlar la reflexión. Y cuando ya se hayan quedado con todo, cuando ya no haya más botín que repartir, aprobarán una ley del aborto que les dará la titularidad de los cuerpos, el único bien que les faltaba por expropiar.

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