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Europa después, 'America first': negociar para negociar

25 de diciembre de 2025 21:14 h

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Una bala no mata si es lanzada con la mano, sólo cuando sale propulsada desde una pistola. La velocidad a la que suceden los acontecimientos globales, los cambios geopolíticos y nuestra capacidad de adaptación como sociedad propulsan un desafío. Hace unas semanas, la Administración Trump publicó su estrategia de seguridad nacional; un documento oficial que define las prioridades, principios y objetivos de la política exterior y defensa americana para los próximos años. ¿Cómo afecta a la capacidad de negociación de los europeos en el tablero internacional?

Actualmente los americanos tienen aproximadamente 80.000 soldados estacionados en Europa, pero todo esto podría cambiar pronto, si EEUU reduce sus compromisos con la OTAN al sentir que debe centrarse más en sus intereses que en los de la Alianza. En un entorno en el que se compite por energía, producción, tecnología de defensa y materias primas: ¿cuánto interesa en el otro lado del Atlántico una cierta desestabilización a este lado? China y Rusia no son convidados de piedra. En negociación se dice que o uno está en la mesa o está en el menú. Vamos a repasar los menús y las sillas alrededor de la mesa.

La prioridad para el menú del Hemisferio Occidental como zona de influencia exclusiva se puede resumir en “movilizar y expandir”, con referencia expresa a la doctrina Monroe como la ruta a seguir. Se pretende también bloquear específicamente la presencia china en infraestructura, puertos y activos estratégicos en la mesa de Latinoamérica. Para Asia y la vasta región Indo-Pacífica, el menú apunta a una competencia económica redoblada con un refuerzo de la disuasión militar, especialmente en torno a Taiwán y la Primera Cadena de Islas, que combina con la pretensión de reducir la presencia en la mesa de Oriente Medio y promover una transición desde el actual sistema de ayudas en África a un sistema de inversión en nuevos proyectos para favorecer el crecimiento real.

Según el orden de prioridades del documento Europa queda en tercer lugar: ¿es un problema, o un socio prioritario? “Si continúa la actual tendencia, el continente será irreconocible en 20 años o menos”. En clave de defensa, de acuerdo al Compromiso de la Haya, exige el 5% del PIB como inversión y el fin de la percepción de la OTAN como alianza en perpetua expansión. A la vez que insiste en que Europa debe asumir responsabilidad primaria de su propia defensa, desliza que algunos aliados podrían dejar de ser fiables.

En relación con la situación ucraniana, mantiene un interés centrado en el cese rápido de las hostilidades, no en un acuerdo de paz; añade una crítica implícita a los gobiernos europeos por expectativas alejadas de la realidad: una mayoría europea desea la paz, aspiración que no se ha materializado en acciones, y culpa de ello a gobiernos europeos inestables y minoritarios. Al mismo tiempo, menciona cómo la guerra de Ucrania ha desvelado la dependencia energética de algunas potencias europeas; cita a Alemania como país energético-dependiente que está construyendo plantas químicas en China usando el gas ruso que no puede obtener en casa. Como objetivos menciona: afianzar las economías europeas, prevenir una escalada de la guerra, restablecer y garantizar una estabilidad estratégica con Rusia y posibilitar una reconstrucción de Ucrania que le permita sobrevivir como Estado. Lo que no menciona el documento es una victoria de Ucrania como objetivo, ni mantener su integridad territorial, ni una posible entrada en la OTAN. Es interesante advertir el afán por revestirse de una neutralidad a la hora de sentarse en el tablero internacional que no está al alcance ni tampoco realmente en el menú de los comensales.

Por último, propone una apertura de mercados europeos a productos y servicios americanos, critica prácticas mercantilistas y aboga por presionar a Europa para que adopte políticas comerciales que frenen el avance chino.

En definitiva: Europa no debe dar por sentada la protección americana. Llevamos décadas externalizando de manera excesiva la defensa a Estados Unidos, la producción a China y algunas potencias la energía a Rusia. Cuando el socio transatlántico mira hacia otro lado, nos encontramos con limitada capacidad industrial de defensa propia, fragmentados políticamente y dependientes energéticamente.

Se atribuye a Churchill la frase: “Los americanos siempre hacen lo correcto después de haber intentado todo lo demás”. Si los europeos una vez más somos incapaces de negociar entre nosotros un menú cabal, ajustado a nuestra realidad, no nos sentaremos a la mesa, Trump y Putin jugarán el único juego que les gusta: el del poder, y Xi probará todos los platos.