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La Marcha Granadera de Marta Sánchez

Marta Sánchez canta el himno de España.

Montero Glez

En el 'Estado Ideal' que padecemos se cosifica la idea de patria convirtiéndola en producto. De esta manera, nuestro himno nacional es presentado como el espíritu de tal producto.

La última vez que esto sucedió fue el otro día, en el teatro de la Zarzuela de Madrid y la persona encargada de comercializarlo ha sido Marta Sánchez, gallega que en la actualidad reside en Miami y que siempre ha dado muestras de indiferencia ante la lucha de clases existente en nuestro país.

Ante el detalle tan patriotero de Marta Sánchez, el presidente M. Rajoy salió con un tuit que me voy a tomar la libertad de contestar:

Porque pertenezco a esa inmensa minoría que no se siente representada ni por el himno nacional ni por Marta Sánchez y menos aún por el presidente M.Rajoy que, día tras día, se alimenta de los residuos de una patria en estado de corrupción. Me avergüenzo de una parvada de letra llevada hasta el límite de la irracionalidad cuando se da las gracias a Dios por haber nacido en España. ¿Qué pasa, que si hubiésemos nacido en Francia -por ejemplo- no daríamos gracias a Dios? ¿O tal vez los creyentes dejarían de creer en Dios y tan sólo darían las gracias por haber nacido?

Son cuestiones que le abordan a uno cuando oye la letra de la Marcha Granadera por boca de Marta Sánchez, una mujer que ha renacido como cantante para esa “inmensa mayoría” -a decir de M. Rajoy- que identifica la patria con un sentimiento absurdo de exclusividad. Los mismos y las mismas que le ponen la bandera rojigualda por collar al perro -o a la perra-. Guau, guau.

Fue el libertario Charles Malato el que mejor definió al patriota cuando dijo que patriota es todo aquél que confunde los límites de su patria con los límites de la humanidad. A esos patriotas pertenezco yo, muy lejos de los patrioteros que se identifican con la letra de Marta Sánchez, una cantante que es un estereotipo y que, como tal, ha servido de modelo a miles de roles individuales allá por los años 90.

Como todo producto que lleva impresa la fecha de caducidad en su código de barras, Marta Sánchez caducó hace ya algún tiempo. Ahora, sobre su código caducado han pegado otro con letra muy propia para el Estado Ideal que padecemos, renovando así el carácter perecedero de “la artista”. Por favor. M. Rajoy, no me sea usted tan facha.

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