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Burbujas

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Supongamos que es cierto, que somos un puñado de átomos temporalmente coordinados en moléculas, células, etc Oxígeno 65,0%; Carbono 19,37%; Hidrógeno 10,0%; Nitrógeno 3,2%; Calcio 1,38% y unas pizcas de Fósforo, Potasio, Cloro entre otros.

6,7 * 10^27 átomos , según Fermi para una persona de 70 Kg.

Y todos somos así y no hay diferencias en lo que somos y en lo que le espera a este cóctel que es la persona humana.

Entonces ¿por qué nos sentimos diferentes, superiores , únicos, especiales y llegamos a odiar, despreciar, hasta destruirlo al otro que es igual que mi yo?

¿Cómo se llega esta diferencia? ¿Cómo entender esta necesidad de diferenciarse ?

Para mí la respuesta es la “burbuja”, una forma actualizada del “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo” de Ortega

La burbuja esconde el ser molecular y nos virtualiza. Las burbujas son nuestro escaparate, nuestra apariencia, nuestra armadura, nuestro avatar: nosotros. Yo tenedor y tenido por las burbujas (el orden no es determinante ): hombre-jubilado-catalán-localista -agnóstico-abuelo--apartidista-lector-cartesiano, etc, ellas me permiten comunicarme con otros yos a través de sus burbujas .

Este yo mío, casi idéntico molecularmente con los otro diez mil millones de yos, solo puede diferenciarse a través de las burbujas. La burbuja permite a uno considerarse diferente y normalmente superior a otras burbujas. Escribo desde mis burbujas sobre las burbujas y, para intentar entender, cómo funcionan, cómo funcionamos, cómo son, qué nos hacen aparecer tan diferentes, cuando sin ellas somos no solo iguales sino idénticos .

Somos socialmente lo que nuestra burbuja es, lo que nuestras burbujas – plural- son y mientras son.

La burbuja/circunstancia es también el filtro a través del que vemos y entendemos el mundo. A la vez es expresión del yo. Cambia la burbuja, cambia el yo. La burbuja inmediata, seguramente la de la familia, puede ser totalmente contradictoria con la de la creencia, con la del trabajo, con la del hobby… Las distintas burbujas son compatibles en la persona que está metida en esta y muchas otras.

Pero una burbuja puede ser excluyente y otra compatible. Así, la burbuja supremacista es repelente con quien no coincida en la misma estructura. Todos tenemos nuestras burbujas (plural) y en cuantas más participamos, más ricos personalmente somos. Quien solo vive en unas pocas burbujas o en una muy dominante que lo invade todo, la comunicación y participación se restringe a mínimos ; es el filtro por el que nos llega toda la información y las pautas de comportamiento y orden de valores. Si la persona es partícipe de varias burbujas, hay una confrontación interna y la duda que nos hace más humanos.

Burbujas unívocas o totalitarias invaden el panorama social y condicionan las conductas. Dentro de esta burbuja, sus residentes son impenetrables a las normas y valores de otras burbujas. Son excluyentes, sectarios: patrioteros, judiciales , burócratas, banqueros y bolsistas, comentadores mediáticos, religiosos y religiones, fans del quién y que sea y un amplísimo etc , etc .Desde mi yo y mi burbuja, sospecho que deben existir unas leyes del comportamiento de las burbujas a lo Cipollina y su teoría de la estupidez .

Una podría ser la impenetrabilidad de la burbuja desde fuera (cuanto más presión, más resistencia); la burbuja antropófaga que aniquila las burbujas débiles.

Otra ley podría ser que cuantas más burbujas forman parte del yo, menos fanático se es (o quizás no). Las burbujas tienden a buscar las similares y compatibles para agruparse y tener más fuerza .

Desde esta conciencia de mi burbuja, lo que leo, veo, escucho aparece como un sueño en muchos casos con toques de pesadilla .

Me adhiero a Calderón: “estamos en mundo tan singular, que el vivir sólo es soñar; y la experiencia me enseña, que el hombre que vive, sueña lo que es, hasta despertar…, y en el mundo, en conclusión, todos sueñan lo que son, aunque ninguno lo entiende.”

Sin burbujas, el cóctel de átomos del Yo, seguramente no sería , ni existiría la civilización.

Intentar descubrir las burbujas del otro y comparar con las nuestras, además de ser un pasatiempo, quizás puede ayudar a ver nuestro entorno relajadamente.

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