Opinión y blogs

Sobre este blog

Tres ideas para San Valentín

1. Repensar cómo vivimos el amor

Pues sí, las feministas nos hemos aficionado a hablar del amor. Entendemos que la violencia machista en la pareja se alimenta de una concepción tóxica en torno al amor romántico. Coral Herrera Gómez explicó muy bien esta relación en su artículo 'La violencia de género y el amor romántico':

Se utiliza el concepto de amor romántico para describir todo un modelo cultural occidental y contemporáneo que se basa en la heterosexualidad obligatoria, en el vínculo directo entre amor y matrimonio (pareja), y matrimonio y monogamia (al menos, de cara a la galería). Este modelo resulta operativo para un sistema capitalista que se beneficia, entre otras cosas, de la división sexual del trabajo (dicho brevemente, de todo el trabajo gratuito de cuidados que hacen las mujeres en nombre del amor hacia los seres queridos).

La RAE, en cambio, define 'romántico' como “sentimental, generoso y soñador”. Probablemente esa acepción esté más instalada en el imaginario colectivo que la conciencia sobre el modelo de amor romántico como amigo íntimo del capitalismo y del patriarcado. Por eso me sumo a la propuesta de Brigitte Vasallo de sustituir el concepto de “amor romántico” por otro que señale directamente a los mitos que promueve:

Pues sí, el problema no es el amor, ni el sentimentalismo, ni el romance, sino cuando este se traduce en (co)dependencia, frustración (para mujeres y hombres) y, en última instancia, maltrato. Tan importante como criticar contenidos audiovisuales que promueven ese modelo (desde los príncipes salvadores de Disney a Richard Gere en Pretty Woman; desde los vampiros irresistibles de Crepúsculo al masoquismo emocional en '50 sombras de Grey') es contar con nuevos referentes. Por ejemplo:

2. Descubrir otras formas de erotismo y de BDSM

En verano estuve en una charla de Miguel Ángel Arconada, profesor de secundaria especializado en coeducación. Contó algo que se me quedó grabado. Una vez, hablando a sus estudiantes de buenos tratos, de educación emocional, nuevas masculinidades, etc., un chaval le espetó: “Ya, pero la ternura no me la pone dura”.

Nuestra sexóloga ya habló hace tiempo del mito (o el mandato) de que a las mujeres nos guste que nos metan caña. No he leído ni visto '50 sombras de Grey', pero por lo que tengo entendido, se ha convertido en un éxito de ventas porque a muchas personas (la mayoría mujeres) les parece de lo más excitante una historia de amor mezclada con juegos de dominación-sumisión. Va un fragmento del artículo que dedicó Beatriz Gimeno al libro:

El caso es que hablar de otros modelos de erotismo no es hablar de caricias y velitas (o no solo). El feminismo se ha ido abriendo a la pospornografía y a expresiones de sexualidad no normativa como el BDSMBDSM (bondage, dominación-sumisión y sadomasoquismo). Si crees que igualdad y perversiones son incompatibles, algunas propuestas:

  • Las fiestas para mujeres, bolleras, bisexuales y trans BiBo BDSM. Precisamente este 14 de febrero celebran la fiesta Depravadxs.
  • El blog 'La mosca cojonera' es un directorio de recursos estupendo para encontrar lecturas sobre sexualidades no normativas, perversiones, BDSM, etc., desde la defensa de la igualdad de género, el buen trato y la diversidad sexual.
  • Su autor es uno de los impulsores del proyecto 'Golfxs con principios', iniciativa que promueve “una visión positiva del sexo no convencional —poliamor, swinger, BDSM, kink, LGBT y queer -”.
  • Sexyng, una red social de contactos, cuyo lema es: “Nos gusta el sexo, combatimos el sexismo”. También hacen mucho hincapié en el respecto a la diversidad sexo-genérica.
  • El proyecto audiovisual sobre diversidad funcional y derechos sexuales 'Yes, we fuck!'. Una de sus historias narra el encuentro entre un hombre con parálisis cerebral y una dómina. Otra documenta un taller de posporno para personas con diversidad funcional organizado por el colectivo Post-Op. Eso sí que es romper tabúes.
  • Y si no conoces más que Erika Lust y buscas una recomendación rápida, a mí me gustaron casi todos los vídeos de 'Porn for everyone', porno queer variadito. Siento especial debilidad por 'Cupcakes', que demuestra que porno y ternura no tienen por qué estar reñidos y que una romántica escena mañanera en la cocina puede devenir en arneses y fisting.

3. Celebrar nuestros amores múltiples, sanos, libres, diversos e imperfectos

Probablemente uno de los motivos por los que las feministas tenemos fama de amargadas es porque escuchar a Amaral cantar 'Sin ti no soy nada' nos hace resoplar en vez de suspirar. Como decía al principio, creo que, tan importante como la crítica, es mostrar y difundir modelos alternativos y positivos, en este caso de amor, de romance y de erotismo.

Como dice la antropóloga Mari Luz Esteban, el problema no es el amor, sino que a las mujeres (sobre todo) se nos haya educado para ponerlo en el centro de nuestras vidas:

Me gustan los ritos y las celebraciones. Creo que a casi todo el mundo. La gente de mi generación (al menos quienes nos hemos criado en familias ateas y/o progresistas) ha asistido a un cuestionamiento de ritos como el bautizo, la boda, la Navidad o San Valentín. Me preocupa que todo sea restar, dejar de celebrar la vida. Soy más partidaria de resignificar. De buscar formas nuevas para celebrar otros modelos de amor, de familia, de crianza. Así que no descarto celebrar San Valentín, pero a mi manera. Sin consumismo, sin idealización, sin olvidarme del mundo, sin desatender otros afectos, sin codependencia.

Me identifico con propuestas como el libro de Coral Herrera 'Bodas diversas, amores queer' o la de Annie Sprinkle, considerada como la creadora del posporno y su pareja Beth Stephens, que llevan ya como siete bodas celebradas dentro de su proyecto artístico 'Love art lab'. (Me pongo sentimental y recupero una entrevista que les hice hace siglos). Todas ellas tienen claro que el amor, así como mecanismo de control social, también tiene un enorme potencial transformador.

Y lo de “imperfectos” lo digo porque las feministas somos muy dadas a la autoexigencia y a caer en nuevas normatividades. A sentirnos culpables cuando constatamos que no nos hemos librado de los celos, cuando optamos por la monogamia, cuando nos descubrimos sintiendo el maldito “sin ti no soy nada”… Vamos poco a poco. El feminismo no es una receta mágica pero, como dice Kattalin Miner, al menos nos ayuda a tener claro qué no queremos del amor.

Para terminar, una bonita canción de amor, para que no se diga que no sabemos ponernos románticas:

_____

Todos los artículos de Coral Herrera en Pikara (es que para este tema no tienen desperdicio):

'La violencia de género y el amor romántico': El romanticismo es el mecanismo cultural más potente para perpetuar el patriarcado. La lucha contra la violencia machista debe incluir la consolidación de otros modelos de relaciones

'Lo romántico es político': “Para transformar o mejorar el mundo que habitamos hay que tratar políticamente el tema del amor, reflexionar sobre su dimensión subversiva cuando es colectivo, y su función como mecanismo de control de masas cuando se limita al mundo del romanticismo idealizado, heterocentrado y heterosexista”.

'Sin tiempo para el amor: el capitalismo romántico': “El capitalismo nos enjaula, quiere que dediquemos nuestro tiempo a trabajar o a consumir: el amor es improductivo. Los feminismos reclaman la conciliación de la vida laboral y el trabajo reproductivo pero, más aún, necesitamos un modelo compatible con el placer y los afectos”.

'Menos guerras románticas y más amor, por favor': “Nuestra cultura mitifica la violencia pasional y el odio. Las víctimas del amor, tanto hombres como mujeres, justifican cualquier maldad con la excusa de la enajenación romántica, y reivindican el derecho a vengarse por el ”tremendo“ dolor que le ha causado la otra persona. Tenemos que desmontar la asociación entre sufrimiento y amor, y poner de moda la cultura del buen trato”.

1. Repensar cómo vivimos el amor

Pues sí, las feministas nos hemos aficionado a hablar del amor. Entendemos que la violencia machista en la pareja se alimenta de una concepción tóxica en torno al amor romántico. Coral Herrera Gómez explicó muy bien esta relación en su artículo 'La violencia de género y el amor romántico':